— Por el dinero que estabas ganando — reía Sofía.

— No, porque eres linda. Tendré que usar lentes para leer, pero no soy ciego — responde Jorge, tomando de la mano de ella para entrecruzar sus dedos.

— ¿Siempre me encontraste linda? Acaso, ¿tenías esperanzas de ser algo más que un amigo?

— En un comienzo no, pero después, claro que tenía otras intenciones contigo. Al final, terminamos siendo amigos, pero para mí, estaba bien. Me flechaste cuando fuimos a bailar la primera vez...

Dejan de recordar el pasado, ya que el mesero le trae la cuenta anticipadamente, alegando que un frente de mal tiempo se está anunciando en las noticias en este momento y debían cerrar la tienda. Ambos miran el televisor que estaba en la cafetería, que transmitían las noticias, donde se informa fuerte temporal de lluvia y viento de más de 100 km/hr.

— ¡Rayos! Mira qué feo se puso afuera. Será mejor irnos antes de que no podamos salir. — dice Jorge al levantarse de la mesa y tomar su chaqueta de la silla.

Sofía no comprende en qué momento el clima paso de ser un hermoso día soleado de invierno, a oscurecerse tan pronto, sintiendo como algunas gotas chocaban en la ventana de la cafetería y el viento arrastraba de manera suave algún papel que estaba en la calle.

Después de pagar la cuenta, los novios suben al deportivo que estaba aparcado.

Jorge conducía con cuidado para llegar a la carretera, pero repentinamente, la lluvia comenzó a caer estrepitosamente sobre el coche.

Sofía siente vibrar su celular al entrar una llamada. Responde al ver que era su madre.

— Aló mamá, ¿qué pasa?

— Sofía, ¿dónde estás? Anunciaron un frente de mal tiempo y están cerrando las calles.

— Vine a pasear a Nefyn, estoy viajando de regreso, voy saliendo de la ciudad.

La llamada comienza a escucharse entrecortada.

— Quédate ahí... no salgas... muy peligroso... no conduzcas...

Luego de eso, la llamada se corta.

— ¿Qué pasó? — pregunta Jorge.

— Detén el vehículo, tenemos que regresar a Nefyn. Mi madre nunca me llama y ahora estaba preocupada... quiere decir que esto es grave

— ¿Es por el clima?

— Sí, dice que se pondrá peor.

Jorge dio vuelta en U para regresar a la ciudad. Cuando estaban entrando nuevamente a Nefyn, comienza a conducir muy lentamente, ya que la lluvia se volvió como un muro que le impedía ver por donde se dirigían.

Estaban por el centro de la ciudad y buscaban un hotel en donde quedarse, pero el viento movía el deportivo y la lluvia no daba tregua a Jorge para ver por dónde se dirigía. Pronto, sienten como algo golpea el vehículo, lo que les hacía dirigirse hacia el costado derecho.

— ¿Qué fue eso? — pregunta Sofía asustada.

— Creo que se reventó un neumático. No logro ver por dónde voy, lo mejor será estacionar y seguir a pie. Corremos más riesgo de chocar contra algo o alguien, además de poder arruinar la llanta.

Dejan el deportivo en el estacionamiento de unas tiendas y ven que cerca está un pequeño hostal. Cuando ingresan, ya la lluvia era fuerte y estaban empapados de agua.

La encargada del hostal les informa que no tienen habitaciones disponibles.

Sofía no quería salir nuevamente a la calle, así que toma su celular y busca en internet hoteles u hospedajes cercanos, a lo que Jorge hacía lo mismo y comienzan a llamar a los distintos números.

Muchas personas estaban en la misma condición que ellos, y habían tomado todos los alojamientos disponibles, esto les hizo entrar en desesperación, puesto que tenían frío al tener la ropa empapada.

Finalmente, Sofía llamó a un hotel cinco estrellas para preguntar, donde les quedaba solo la Suite de lujo, que, por su alto costo, nadie lo había tomado aún, así que reserva.

— Encontré lugar — Informa a Jorge, mientras mira en donde se ubicaba en el GPS. La distancia era un poco más de 1 kilómetro en dirección hacia la playa.

— Vamos — dice Jorge, tomándola de la mano.

— Pero Jorge, está muy feo afuera, y si, ¿nos quedamos un poco más a que disminuya la lluvia?

— Sofía, la lluvia no es el problema, es el viento. Si no corremos ahora, el viento no nos dejará avanzar y estaremos en problemas.

Salieron rápidamente del Hostal y trataron de correr hasta el Hotel. Ya les quedaba un par de calles, cuando el viento comienza a golpearlos con fuerza, lo que por poco, hace caer a Sofía. A ella le dolía el rostro, la lluvia que los azotaba eran como agujas que se clavaba en la piel.

Por cada diez pasos que avanzaban, el viento les obligaba a retroceder otros dos. Jorge sostenía y presionaba a Sofía contra los muros cercanos, para que, de esa forma, el viento no los empujara tanto.

— Vamos Sofía... falta poco, ahí está el hotel — Jorge le daba ánimos, ya que la veía abatida y asustada.

El viento estaba arrastrando muchas cosas, y el lindo malecón de la mañana desapareció ante la fuerza de las olas que lo invadían. Con dificultad lograron llegar al hotel e ingresaron.  

Mi único pecado, fue quererte.Where stories live. Discover now