«𝙰𝙳𝙽 +𝟷𝟾»

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Ya no había nadie en la escuela, los pocos profesores que quedaban ya se marchaban. Eran las 7 de la tarde y seguía sin venir nadie. Phoebe estaba sentada en un banco cerca de la entrada del colegio. Por allí pasó una limpiadora que estaba en su turno y vió a la niña.

— Hola pequeña. – saludó la chica.

— Hola.

— ¿Todavía no te recogen tus papis?

— No... Creo que se han olvidado de mí.

— No mi amor, no digas eso. – dejó la fregona y se sentó junto a ella en el banco. – ¿Porqué dices eso?

— Es que mi mamá no me quiere.

— ¿Qué te hace pensar eso?

— Ayer oí a mi hermana y madre discutir en el salón mientras yo estaba escondida detrás de la puerta. Mi hermana llevaba varios días sin aparecer por casa y cuando llegó ayer, mi madre se enfadó mucho con ella.

— ¿Porqué llevaba sin aparecer por casa?

— Porque me odia.

— ¿Por qué?

— No lo sé pero creo que es porque cuando éramos más pequeñas, mi mamá trabajaba mucho y entonces tenía que cuidar a mi hermana y no tenía tiempo para sus amigos. Así que desde que entró al instituto empezó a pasar de mí y de mi mamá y de mi papá.

La limpiadora no podía creer lo que estaba escuchando, sus ojos rápidamente se le pusieron llorosos. Quiso abrazar a la niña.

— ¿Tú crees que yo tengo la culpa? – preguntó Phoebe.

— ¡Pues claro que no! Tú no tienes ninguna culpa mi vida, son ellas las que tienen que arreglar las cosas. Ven aquí corazón. – Le dió un abrazo. – ¿Puedo preguntarte algo?

Phoebe asintió con la cabeza.

— ¿Y tú padre?

— Trabaja de camionero.

— Oh entiendo, supongo que por eso casi no lo mencionas.

— En verdad lo quiero mucho, solo que casi siempre está en otros países y muy pocas veces está por casa, pero sé que nos quiere y nos ayuda a mantener la familia.

— Ahora que lo pienso no se como te llamas.

— Me llamo Phoebe.

— Encantada Phoebe, yo me llamo Leya. – se estrecharon la mano. – ¿Y cuántos años tienes?

— Seis.

— ¡Qué mayor! Yo tengo 22.

— ¿Y porque trabajas aquí? – preguntó Phoebe.

— Pues para vivir, cuando seas mayor lo entenderás.

— ¿Cuando sea mayor?

— Sí... Ahora dime Phoebe, ¿hoy fue tu primer día, no? ¿Cómo te fue?

La conversación siguió fluyendo y ambas se quedaron a hablar de cómo había ido su día, sus gustos, que querían ser en un futuro etc.

Ninguna se dió cuenta que ya eran las 10 de la noche y todavía nadie había ido a recoger a Phoebe.

— ¡OH NO! ¡Mierda me olvidé!

— ¿Qué? – preguntó con miedo.

— Tengo que fregar todo y ya es casi mi hora de acabar. ¡Ay no!