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La noche resultó ser totalmente insana, con un ligero aroma a diversión, y peligro

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La noche resultó ser totalmente insana, con un ligero aroma a diversión, y peligro. Cientos de emociones burbujeando en mis venas deseaban expandirse por todo mi cuerpo, y el solo pensar en que quizás pudo haber sido mi última noche, solía causarme un parsimonioso escalofrió que emprendía su camino desde la punta de los pies hasta la cumbre de cada hebra.

Tan solo fue recostarme en la cama, sentir la comodidad de las sabanas lisas bajo mi espalda tensa luego de corroborar que mi padre aun seguía patrullando la zona concurrida del pueblo, donde aun la fiesta seguía su curso, quitarme los zapatos de Lilith que me estrujaban los dedos, y pensar en todo lo que había sucedido en las horas que había huido sin autorización. Se me había hecho una pequeña costumbre recorrer con las yemas de mis dedos los lugares específicos donde Judas había palpado cada centímetro de mis curvas a su antojo, y seguir ese recorrido como un recuerdo vivido en mi memoria.

Ese beso, ese maldito beso fue la chispa que detonó mi cordura y desató la lujuria en mí. Él fue el causante de que todo mi mundo, el único que conocía como una rutina diaria, se torciera y me expusiera su otra cara oscura, revelando muchas de aquellas facetas que desconocía, y tan solo me bastaron unos minutos para que me intrigara por completo descubrirlas.

Por la mañana siguiente, al abrir los ojos y echar un vistazo al celular, un mensaje de Judas se ilustraba en la pantalla del teléfono.

[06:40 a. m.] Judas: No pude dormir en toda la noche por lo que sucedió en la discoteca. No puedo dejar de pensar en que algo te pudo haber ocurrido por mi culpa, y lo siento. Pero, tampoco puedo dejar de pensar en que si no hubieras insistido en ir esa noche, no hubiera tenido otra oportunidad para besarte. Y la verdad, es que me gustaría escalar hasta tu balcón y así volver a besarte otra vez.

Dejo el teléfono sobre la almohada desacomodada y desprendo un gran suspiro, dejando fluir las emociones encontradas entre cuatro paredes, no sabiendo con exactitud cómo responder aquel mensaje concreto. Sin embargo, decido no responder.

La iglesia nos da la bienvenida con sus enormes puertas abiertas de par en par, dejando que los delgados rayos de sol iluminen su interior húmedo y algunos envoltorios de frituras, así como latas de cerveza vacía, decorando el césped mojado, siendo testigo de la gran fiesta que se había montado en el pueblo. Aun mis parpados se hallaban decaídos por el cansancio que no deseaba abandonar mi cuerpo, y en ellos se desbordaba un par de partículas de pintura oscura. Lamentablemente, no sabía cómo quitar correctamente el rímel de mis pestañas. Pero, para mi suerte, nadie notó aquel pequeño detalle. O eso quise creer.

Durante toda la misa, los murmullos de mi madre al rezar me resultaban incómodos, y por primera vez en mucho tiempo, no le preste la suficiente atención a las palabras del Padre Gustavo. Mientras más me perdía en mis recuerdos, mas me alejaba de las oraciones y sus quejas por haber celebrado un día donde ¨el diablo escapa por las puertas del infierno y recorre las calles cazando almas puras.¨

Ruega Por Mí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora