5.- ¿Por qué tienes dientes puntiagudos?

400 34 1
                                    

Llebava dos noches en vela.

Eso no me ayudaba en nada. Con cada ruido del exterior saltaba y se me ponía la piel de gallina.

Los ronquidos de mi papá tampoco me eran muy útiles en apoyar mi confianza.

Eran las 2:34 am y yo no podía pegar ojo.

A mi lado tenía una taza de té ya frío que había intentado tomar, pero estaba tan nerviosa que era como tratar de tragar arena seca.

Era insoportable no poder dormir, giré y giré en mi cama, todas las posiciones eran incomodas.

Ningún libro me atraía demasiado como para leer. Y el viento otoñal fuerte me desconcentrarían a cada instante.


Normalmente, yo no le temía a la oscuridad. Claro, "normalmente" es un término que no se aplica a cuando una niña fantasma te habla ya entrada la noche. Las sombras que provocaba la luna sobre mi habitación alimentaban mis ganas de chillar como conejillo de india "¡Yo soy inocente!"

Inconscientemente, comencé a acariciar la palma de mi mano derecha formando círculos.

Los ojos me pesaban a montones, pronto pegaba cabezadas y por último me quedé dormida.

**Geez**


Desperté antes de lo previsto.

Al ver el reloj, me tranquilicé y levanté tranquilamente.

El día estaba frío, por lo que me vestí como esas abuelitas: Con lana y polar.

Hice un desayuno más elaborado (Porque me sobraba el tiempo) y, por muy raro que suene, le dejé hecho el desayuno también a mi papá.

Salí sobrada de tiempo y caminé regocijándome en mi suerte.

Quede paralizada y con un pie al aire al ver al chico de ayer.

Automáticamente, di media vuelta y eché a correr.

Casi me llevo a Natalie por delante.

—¡Se me quedo el block de artes!—grité, para justificarme.

—¡Pero si hoy no tenemos artes!—me devolvió el grito Natalie.

"¡No importa!"pensé.

Doble en una esquina y pegue mi espalda a la pared.

No escuché nada, por lo que deduje que no me había seguido.

Esperé unos minutos. Nada. Miré el reloj en mi muñeca derecha: 7:48:32 si eso seguía asi, podría llegar tarde a clases.

NO-PASARÍA-ESO.

Me asomé un poco, solo había una mujer abriendo su tienda de joyas y un hombre barriendo la entrada de su local.

Salí preparada para todo (Como un ataque sorpresa).

No sucedió nada, por lo que lentamente me dirigí en dirección a el colegio.

En la entrada no había ni nada ni nadie, entre lo más sigilosamente que pude.

Miré todas las esquinas antes de dirigirme a mi locker y dejar las cosas dentro.

Nuestra primera clase era matemáticas. Genial (en serio).

Antes de entrar, miré dentro de la sala y (como no lo vi) entré.

Nadie advirtió en mi llegada salvo: Jerusa.

—Ey. Cabeza de maiz—saludó.

—Si tu cerebro es tan pequeño como para solo pensar en ese apodo...—murmuré.

Una vida anormal |Nico di Angelo| Pausada ;(Donde viven las historias. Descúbrelo ahora