El peliverde despertó. Un rayo de sol trataba de colarse por detrás de la montaña cuando recordó la carta de anoche. Salió corriendo hacia los establos topándose con un par de siervos que lo ayudaron con qué dirección tomar.

Al llegar, el pecoso se percató que dos caballos no estaban en sus establos por lo que se guió por el sonido de los cascos hasta encontrase con un caballo cenizo, y que una hermosa yegua negra a su lado.

Recargado sobre la cerca estaba el bicolor, con ropas modestas y una capa extra sobre su corcel.

- Buen día- le saludó.

- Buenos días. - respondió confundido. Shoto se veía tranquilo y a la espera de algo que no tenía idea el menor.

Un silencio se colocó mientras el semialbino ensillaba a la yegua azabache, por lo que carraspeó.

- ¿Tu mandaste la nota anoche?

- Dijiste que me llevarías a conocer el lago de luna.

El esmeralda se sonrojó a no más poder. Había olvidado eso.

Tampoco es como si tuviera la esperanza de que le volviese hablar después de quitarle, técnicamente, el trono.

- Tus mejillas están rojas- mencionó.

- Es que creí que no querías salir conmigo... de nuevo.

Alzó la mirada y el bicolor ya estaba frente suyo a escasos centímetros de él, lo que lo hizo enrojecer mas. No estaba acostumbrado a tanta cercanía, mucho menos de un miembro de la corona. En especial alguien como él.

Le hizo una seña para que montara de una vez por todas y lo obedeció de inmediato.

- Lamento todo... esto- dijo en cuanto comenzaron a andar.

- No te preocupes, no estoy enojado

las palabras el príncipe fueron dichas con un tono amable que caló sus nervios, sin embargo, algo en su pecho revoloteaba, no era una sensación agradable.

- ¿Y Antius? - preguntó por el corcel.

- Está cansado. Los caballos también necesitan relajarse

Que gentil.

El lago de luna quedaba a las afueras del reino, casi al otro extremo de su casa. Su antigua casa. Por lo que sería un viaje largo, incluso a esta hora, llegarían a lo mucho en tres horas. No habría tiempo de volver y cambiarse para su presentación. Shoto no lo había tratado mal en los días anterior, en realidad lo ignoraba y no quería alejar al único amigo que tenía en el castillo, pero tampoco quería defraudar a Toshinori ni a su madre.

Antes de que saliesen del límite, el pecoso se detuvo.

- Talvez podemos ir a otro lugar hoy- llamado su atención- podemos ir al rio que no está lejos de aquí, es lindo.

- ¿Por qué ya no al lago?

- Es un poco lejos

- Dijiste que me lo querías mostrar. Quiero verlo. No pasayra nada.

El tono que usaba era frívolo, aunque su gesto fuera amable.

- Se nos hará tarde si vamos. Hay un rio cerca, así que...

- Está bien, iremos otro día- interrumpió para volver por el camino a los estados.

El corazón se estrujó, no quería decepcionar a nadie, pero lo estaba haciendo con el príncipe.

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Mientras guardaban a los caballos vió a Antius comer en el fondo, estaba despierto así que se acercó para acariciarlo. El corcel le correspondió el cariño dejándose mimar por el peliverde. Esto provocó una sonrisa en sus labios, era una criatura hermosa, muchas personas preferían a los pegados o dragones, incluso a los grifos para montar, pero siempre le cautivarían más los caballos.

Campo de amapolas (TodoDeku)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora