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Sunghoon caminaba en completo silencio con el omega de cabellos azabaches, quien todavía no había soltado aquel agarre de sus manos desde que dejaron el instituto. La brisa se había tornado fría y el firmamento se había coloreado de tonos grisáceos, las ya oscuras nubes cubrían fielmente al astro Sol, el cual se encontraba preocupado por lo que le pudiera pasar por aquella pareja ─que su preciada Luna había unido en todas sus vidas─ que caminaban sobre las heladas calles de la ciudad de Berlín.

El extranjero suspiró, deseaba conocer eso que tanto avergonzaba a Jake, a sus orbes el pelinegro no tenía ninguna imperfección y desconocía sus motivos para éste creyera lo contrario, sin embargo, respetaba su forma de pensar y estaba dispuesto a hacerlo cambiar de parecer. El omega, en cambio, se encontraba asustado, él no era el omega que merecía su mayor, sabía que se escondía debajo de capas de polvos cosméticos, cabellos sintéticos y vestimentas llamativas para no mostrar la inseguridad que abrumaba cada parte de su ser, por lo tanto, quería que el alfa se diera cuenta de eso, sin importar lo verídicas que fueran sus palabras acerca de su perfección.

El sonido de las llaves siendo sacadas del bolsillo del pantalón rosado del menor ─para ser insertada la correcta en la cerradura─ liberó al alfa de sus pensamientos. Se hallaban al frente, de lo que suponía que era, de la casa del omega, éste abrió la puerta y se colocó a un lado de la misma para que el más alto pudiera adentrarse a su cálido hogar.

El lugar era demasiado espacioso para que solo habitara una persona, las paredes estaban pintadas de un color crema. En la sala de estar estaban dos sillones individuales con un tapizado floral, una mesa de madera baja altura con un par de posavasos y un televisor con una pantalla de tamaño promedio, por otro lado la pequeña cocina era totalmente de mármol, incluyendo la mesa de comedor. Era un sitio encantador y sabía que se debía por el buen gusto en mueblería de su omega.

Jake se había retirado a su habitación, no sin antes indicarle a Sunghoon cuál era exactamente, dejándolo solo. Park, con lentitud, se desplazaba por los pasillos del hogar, apreciando algunas pinturas que decoraban los paredones de la casa así como también fotografías que mostraban el aspecto del menor cuando era solamente un cachorrito.
Pudo observar que el acceso hacia la alcoba del más bajo se encontraba abierta y sin más se adentró en ella. El color celeste de las paredes era similar al del cielo en una mañana de verano y se encontraba una ventana en una de ellas, había una cómoda de color hueso con distintos productos de maquillaje ─de los cuales en su mayoría el alfa desconocía sus usos─ sobre ella, su cama de tamaño matrimonial, un escritorio lleno de libros y una entrada que daba a uno de los baños. Su mirada se posicionó sobre el omega, quien había cambiado sus prendas por una camiseta blanca de tirantes y unas bermudas del mismo color.

Los brazos de Jake eran delgados, con una leve musculatura, sus piernas en general eran regordetas y delicadas, dignas de un hermoso omega. Con una mota de algodón humedecida, quitaba el maquillaje colocado en su rostro, dejando al descubierto un lunar ─que parecía ser en realidad una estrella brillando en su rostro─ y pequeñas manchas similares a unas pecas. Sus ojitos, ya desmaquillados, lucían más rasgados y habían sutiles ojeras debajo de los mismo. Sunghoon nunca lo había visto sin maquillaje y había quedado estupefacto al ver su aspecto, y no pudo evitar sorprenderse nuevamente al ver cómo desprendía sus extensiones de cabello, mostrando así su verdadero corte de cabello.

El omega tomó una bocanada de aire, buscando el coraje para decir lo que tenía planeado para él─. Yo solo quería que lo viera, que me conociera de verdad... Éste soy yo ─se señaló, con una mueca en su rostro─, por favor, siga gustando de mí, sigo siendo lindo... Soy un buen chico, lo prometo. ─dijo, esperando una respuesta verbal del alfa, sin embargo, nunca llegó.

Resignado, unas gotas de agua empezaron a acumularse en sus orbes que no empezaron a recorrer sus mejillas hasta que el extranjero colocó sus brazos en su cintura, atrapándolo dulcemente en un abrazo, pronunciando solo tres palabras mientras acariciaba su cabello─. Cariño, está bien ─las lágrimas terminaron por ser derramadas sobre la camisa del mayor cuando su cabeza se escondió en su hombro al corresponder su muestra de afecto que decía más que mil palabras─, tú me gustas, sin maquillaje o con maquillaje, con cabellera larga o corta, ante mis ojos eres precioso, e independientemente de aquello, serás la persona que quiero a mi lado ─dijo, con seguridad. El omega agradecía en silencio la comprensión del alfa, se sintió dichoso de por fin entregar todo de él a alguien que lo valoraba más allá de las apariencias.

Sunghoon arrullaba al menor, tratando de calmar su llanto con su melódica voz, lográndolo casi al instante, la respiración errática del bajito tomó un ritmo más calmado y sus lágrimas detuvieron su flujo normal.

Jake terminó de separarse del mayor, quien se quejó por la falta de contacto con el omega─. ¿Alfa?

─Dime, Jaenie.

─Sí quiero ser su novio. ─logró observar unas estrellas chiquitas en los ojitos alumbraban los ojos oscuros de Sunghoon, sus manitos tomaron suavemente sus mejillas y sus belfos se unieron con los suyos. Sus labios danzaban sin prisas, con ritmo, dulzura y candor, era esa muestra de amor que tanto añoraban darse. Sus lobos aullaban felices de estar conectadas en otra vida y sus almas vitoreaban, contentas de la aceptación de los sentimientos por parte de Jake a Sunghoon.

El menor separó sus belfos sutilmente hinchados de los del extranjero y tomó su mano, para convidarlo a descansar un ratito con él puesto que se encontraba exhausto luego de su presentación, una invitación que Sunghoon no pudo rechazar, sintiendo su corazón saltar de su pecho por al fin ser correspondido por el omega que el destino le había dado.


𝗦𝗧𝗘𝗥𝗘𝗢𝗧𝗬𝗣𝗘Where stories live. Discover now