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Luego de lo sucedido, Jake tuvo que faltar un par de días al instituto puesto que su celo se había adelantado una semana exactamente, su ciclo era bastante irregular así que no se sorprendió de que, durante su clase de matemáticas, éste hiciera acto de presencia.

Al volver, su rutina volvió a la normalidad, exceptuando que los intentos de Sunghoon por salir con el pelinegro se hicieron parte de la misma, sabía con anticipación que el alfa no tenía malas intenciones, puesto que desde la distancia había descubierto que era muy protector y dulce con sus amistades más cercanas, sin embargo, su parte humana no se atrevía a aceptar sus invitaciones, hasta que un día su lobo se hartó de aquello.

─Jake, ¿Puedes acercarte un momento? ─interpeló su profesor de música, Kim Taeyong, al notar que el omega pelinegro había acabado con la actividad del día y solo se encontraba dibujando garabatos en una de las últimas hojas de su cuaderno.

Jake, una vez escuchó su llamado, dejó a un lado lo que se encontraba haciendo y se levantó de su asiento para dirigirse hasta el escritorio del profesor. Se acercó al mismo y con una sonrisa amable preguntó─. ¿Me llamaba, profesor Kim?

─Así es Jake, supongo que lo sabrás por boca de tus compañeros pero este año la escuela ha decidido hacer un acto especial dentro de un mes en donde parte del alumnado que se especializa en el área de educación artística hará alguna presentación. ─explicó. Aún cuando la directiva de la universidad no había comentado nada todavía con respecto a ese tema, al profesor de lenguas extranjeras, Jung Jaehyun, se le había escapado aquella información mientras cumplía con impartir su clase con los estudiantes entusiastas del primer semestre, quienes esparcieron la noticia como sí de una plaga se tratase. Jake, consciente de lo que le platicaba el profesor, asintió torpemente─. He estado buscando un estudiante de la facultad de música que sea quien haga la presentación y, tomando en cuenta el talento que poseen cada uno de mis alumnos... ─los ojos del omega quisieron salirse de sus cavidades al entender lo que Taeyong trataba de decirle, formando un gesto de lo más tierno y gracioso según su superior─, posees la voz más encantadora que mis oídos, en estos cuatro años que llevo como profesor de música, han podido escuchar y deseo que seas tú quien esté sobre ese escenario, así que, ¿Qué me dices? No solo podrás mostrarle a todos lo que tienes, sino tendrás dos puntos adicionales en todas las asignaturas que veas en tu semestre, aunque no creo que sean necesarios, tu promedio es perfecto. ─su profesor soltó una risita, mientras que Jake se perdía en sus pensamientos por unos instantes.

Desde que tuvo uso de razón la música tuvo parte de su corazón, por ella era que respiraba y se levantaba de su cama todos los días, era su motivo de luchar y su deseo más grande venía de la mano con ésta: el dedicarse profesionalmente a aquel arte.

Era una magnífica oportunidad para poder mostrar su potencial, el porqué él había nacido para cantar, y aunque le aterraba la idea de presentarse en el escenario en frente a todo el instituto, tomando en cuenta las influencias que estarían en el auditorio y los puntos extras en las áreas de aprendizaje, en su respuesta no hubo ninguna duda de por medio─. Sí participaré. ─una sonrisa brillante se plantó en los labios del maestro, sabía que el omega no lo defraudaría y se encontraba feliz de que aceptase.

─Perfecto Jake, el acto será dentro de un mes, en ese lapso de tiempo prepararemos todo, el lunes hablaremos de los detalles y la canción que presentarás. ─al pelinegro no le dió tiempo asentir con la cabeza cuando la campana que culminaba con la jornada escolar de ese día resonó dentro de todo el instituto, el alumnado empezó a levantarse de sus lugares para recoger sus pertenencias y así poder dirigirse a sus hogares, Jake se despidió de su profesor y se acercó hasta su asiento, tomó sus objetos y los introdujo dentro de su mochila, siguió a sus demás compañeros que se encontraban caminando por los pasillos de la institución y detuvo sus pasos al estar en frente de su casillero del cual, luego de abrirlo, sacó los libros que necesitaría para estudiar durante el fin de semana para meterlos en su zurrón.

Cerró el archivo y dispuso a colocar la llave nuevamente en su bolsillo, dispuesto a seguir hasta su hogar, unos pasos contra el frío suelo fueron percibidos por sus sensibles oídos y un olor ya conocido inundó sus fosas nasales, deleitandolas─. Hola, chocoball. ─una sonrisa involuntaria apareció en el rostro del omega al escuchar el sobrenombre usado.

En una ocasión, Sunghoon le había regalado una caja de bolitas de chocolate al salir de su clase de biología, sabiendo de antemano que Jake amaba las golosinas de todo tipo. Cuando el coreano aceptó su presente gustoso, apropió dicho apodo en inglés para el menor─. Hola, Hoon. ─saludó cordialmente el omega.

─Sé que ésta es la octava vez que lo intento y que puede que parezca intenso pero... ─bajó su cabeza y empezó a jugar con sus deditos, apenado, un comportamiento poco común en un alfa─. Quisiera salir contigo el día de mañana... Sé cuál será tu respuesta, pero necesito hacerlo, luego de esta oportunidad prometo no molestarte más. ─una mueca se formó en los labios del omega, quien tenía un lucha interna con su parte humana y su parte lobo, ambas en desacuerdo.

Su parte lógica creía fielmente que el alfa solo lo buscaba por su apariencia y popularidad, muy distinta a la contraria pedía a gritos el aceptar la salida del alfa.
Suspiró, ligeramente derrotado mientras que su lobo comenzó a mover felizmente su colita luego de que Jake pronunciase su respuesta─. Está bien, saldré con usted. ─una preciosa sonrisa se asomó por los labios de Sunghoon, haciendo que el estómago del menor fuese llenado de miles de animales que saltaban y revoloteaban entre sí. Los brazos marcados del extranjero se colocaron tímidamente alrededor del cuerpo de Jake, sin saber sí al menor le incomodaría aquella muestra de afecto o sería rechazado abruptamente, para su sorpresa, los delgados y delicados brazos de éste se encontraban alrededor de su cuello, haciendo que el lobo del pelinegro mayor aullara de emoción.

El alfa lo estaba abrazando fuertemente y, aunque era en cierta parte sofocante, al omega no le disgustaba su cercanía repentina, al contrario, decidió dejar de carcomerse a sí mismo por haber aceptado la salida con el mayor y procedió a disfrutar del increíble aroma a chocolate amargo que desprendía el extranjero por ese momento.



𝗦𝗧𝗘𝗥𝗘𝗢𝗧𝗬𝗣𝗘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora