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El omega no podía despegar su vista de quien se hallaba en frente de él, el alfa parecía ser una escultura hecha por un profesional en aquel arte. Sus rasgos eran tan delicados sin perder la masculinidad que caracterizaba a un alfa, sencillamente magistrales: su piel pálida como la nieve en época de invierno, ojos negros rasgados un poco similares a los de un felino, labios pronunciados humedecidos seguramente por su lengua, sus pómulos eran envidiables, su nariz al igual que su mandíbula eran difíciles de definir, pero el término viril era un buen adjetivo a utilizar para lograr describirla.

Sí le hubiesen dicho que era un ángel caído del mismo paraíso prometido en el libro religioso, seguramente no dudase de que fuese cierto.

El alfa transmitía un aura terca sin llegar a una tosca, su semblante sereno destacaba ante todo, sin embargo, una vez que Jake le sonrió ésta se transformó en una más dulce─. Hola, omega bonito, soy Park Sunghoon, pero tú puedes decirme Hoon ─comenzó a presentarse─, soy del programa de intercambio del sexto semestre.

─Hola Sunghoon sunbaenim, soy Shim Jaeyoon, más conocido como Jake, segundo semestre, es un gusto conocerlo. ─el alfa inclinó su cabeza y se formó una sonrisa en sus labios, haciendo que el corazón del omega comenzase a bombear más sangre de la normal y su pulso tomase un ritmo rápido.

El silencio se apoderó de la burbuja en donde ambos estaban, hasta que el peli negro mayor volvió a retomar el habla cuando recuperó el valor que sintió haber perdido cuando observó el delicado rostro del menor─. Tal vez esto suene descabellado e imprudente puesto que somos desconocidos pero... Eres muy lindo y me gustaría convidarte a salir conmigo mañana... ¡No pienses nada raro! ─chilló avergonzado, ocultando su rostro rojizo por un momento cuando una de las cejas de Jake se levantó─, solo quiero conocerte, mi lobo y yo estaríamos encantados de que aceptaras.

─Me siento muy halagado sunbaenim y aunque me gustaría tomar su invitación, no puedo puesto que tengo asuntos que debo atender. ─una mueca triste se apoderó del rostro del mayor, haciendo que el menor se arrepintiera de lo dicho y su lobo aullase de dolor.

La campana sonó, indicando el final del descanso, Jake se levantó de su asiento, tomando los desechos que dejó al terminar de comer, se despidió torpemente de Sunghoon y, una vez los tiró en su lugar correspondiente, corrió hasta su casillero perdiendo de vista al mayor, sintiendo todavía culpabilidad por declinar su invitación, lo cual era extraño en él luego de haber rechazado un montón de propuestas que habían hecho alfas y betas en el pasado.



𝗦𝗧𝗘𝗥𝗘𝗢𝗧𝗬𝗣𝗘Where stories live. Discover now