Prologo

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El ruido del suelo que se derrumba se pone más ensordecedor mientras la carne frotándose contra la roca se destroza, parece que miles de alfileres se les claven en profundidad hasta los huesos, el dolor a las piernas y a los brazos es insoportable. Entre las manos aprieta todavía mechones de hierba arrancados cayendo en esa grieta, probablemente la espalda también se le ha arañado en la pendiente, la única motivación por la cuál aún sigue viva es por una plataforma natural de pocos metros de diámetro en la qué ahora se encuentra acurrucada.
Lalisa Manoban cierra una vez mas los ojos. Cansada inspira con lentitud para controlar las punzadas, está allí hace horas y ha gritado hasta quedarse sin voz. ¿Cómo diantre pudo pasar algo tan absurdo? Maldita sea no vino en Corea para morirse piensa enfadada, si solo Mook pudiera verla, con su odiosa risilla le diría "Te lo dije Lita". Se encontraba en Seúl desde dos meses cuando le había surgido la "brillante" idea de partír totalmente sóla por Ulleungdo Island.Tenía que visitar el último lugar dónde su madre había aparecido con vida a cada coste... Chonnasorn Manoban era la hermosa y única hija de una adinerada familia de comerciantes tailandeses que había elegido estudiar en Corea del Sur, a la Seúl National University porque estaba hechizada por la historia antigua de ese país pero un día de repente había regresado en su país de nacimiento con un pequeño envuelto entre los brazos, una recién nacida que había declarado ser su hija dejando sus padres en choque, nunca había escrito de haberse casado o siquiera de tener un novio, la estadía de Sorn en Corea del Sur estaba envuelta en el más total misterio. La vergüenza por una situación tan enredada había empujado sus abuelos a trasladarse desde Bangkok hasta Maenam Beach, en la isla de Koh Samui y más desde que su madre después haber regresado no parecía la misma de antes, estaba calladiza, pálida, inquieta y una mañana tal como había llegado había desaparecido otra vez dejando una carta donde los rogaba de protegerla y cuidarla mientras ella iba en busca del padre de su bebita. Esporádicamente recibían breves llamadas, los Manoban habían contactado a un investigador para encontrarla pero nunca lo habían logrado, parecía mágia que ella desapareciera un instante antes de ser localizada. A pesar de una falta tan grande ella había crecido amada y mimada por sus abuelos que habían tratado de no hacerle faltar nada, a Maenam Beach había pasado los momentos más lindos de su infancia, tenía un lazo muy especial con su abuelo Boonlong, él le había enseñado todo, era su mejor amigo aunque no quería hablar de su madre, nunca contestaba a sus preguntas todo lo contrario de su abuela que no obstante todo adoraba a su hija y nunca perdía la esperanza de volver a verla, saber que había sido abandonada había marcado de sombras negras su pequeño corazón hasta que un día, cuando tenía diecisiete años había encontrado en el desván dentro de un baúl entre las cosas de su mamá aquella vieja foto amarillada por el tiempo. Ella estaba en una playa mirando el horizonte nublado... entre lágrimas había pedido explicaciones y al final sus abuelos le habían desvelado la verdad. Ese era el último lugar de dónde Sorn había dado sus noticias antes de que el olvido más profundo la tragara en sus garras, ellos tampoco conocían el nombre de su padre que de todo modo nunca había ido para reclamarla. Había aprendido a conocer Chonnasorn Manoban a través sus cosas, sus cartas, sus libros y algunos vídeos de fiestas familiares... lo único que sabía era que esa desconocida estaba obsesionada con la historia antigua y las leyendas coreanas, había sido así que había aprendido a querer Corea del Sur justo como su madre... se preguntaba a menudo quién había hecho esa última foto en la playa dónde ella se veía tan melancólica, ¿Podría haber sido su padre? ¿En su sangre corría también sangre coreana? Estaba curiosa de saber quién era y porque nunca se había tomado sus responsabilidades. Creciendo se había dejado absorber por sus cosas, primero las clases, las amistades, los chicos y más tarde la Universidad que ataba sus pasiones más grandes con su trabajo, de hecho había sido a la Bangkok University que había conocido Kunpimook Bhuwakul que asistía a su mismo curso de Artes y Entretenimiento. Era alto y delgadito, con gafas de intelectual, look de modelo famoso y un carácter imposible pero aun así se había convertido en su "Loco alter-ego", enseguida había decidido que ella se habría convertido en Lita no solo por el globo entero si no por cada universo conocido. Durante las vacaciones de verano lo había llevado a conocer a sus abuelos con los que se habían adorado mutuamente a primera vista, así Koh Samui se había convertido en la segunda casa de ese chiquillo. En esos tres años se habían hechos mejores amigos, juntos habían obtenido una beca de una poderosa casa de producción la Bangtan Sonyeondan Entertainment, mejor conocida como B.T.S.Ent un coloso de la industria del entretenimiento coreano con muchas filiales en el mundo, pero la más importante estaba en Seùl y estaba gemelada con su Universidad, no había podido creer en su suerte, viajar a Corea era el sueño que tenía desde pequeña y que por fin se habría cumplido, también Mook no estaba más en su piel, él estaba literalmente enganchado con el K-Pop, los K-Dramas y todo lo que tenía que ver con ese país, tanto que por cierto período había querido convertirse en un Idol, desafortunadamente como una cruél broma del destino ella no había podido ir por la improvisa enfermedad de su abuelo, una agresiva forma de cáncer lo había atacado y en unos meses se lo había llevado, su abuela Pramprya estaba devastada y sobre todo ella que lo había cuidado con amor, nunca se había alejado de su cabecera ni siquiera por un instante, él era el único padre que había conocido jamás. Kunpimook la había alcanzado por el entierro y después de graduarse había regresado a Seúl porque después del período de postulato la B.T.S le había inesperadamente hecho un contrato laboral. Increíblemente la Bangtan había confirmado otra vez su beca, le ofrecía la posibilidad de recobrar su formación y no era habitual por una empresa tan importante como esa que nunca daba una segunda oportunidad pero la motivación ecrita era porque ella era una excelente estudiante que merecía otro chance, así a duras penas había terminado sus estudios... también lo había hecho por su abuela que habia insistido diciéndole que no podía renunciar a una ocasión como esa y que estaba orgullosa de ella tal como lo iba a ser su dulce abuelito allá arriba en los cielos, pero estaba también su inmenso deseo de conocer el país que era una parte de sus orígenes, su único deseo era reencontrarse con su madre, aunque hubieran pocas posibilidades de encontrarla con vida... había sido de esta manera que habia volado hasta Corea del Sur. No había podido creer en su suerte cuando después de su formación le habían propuesto tambien un trabajo fijo como había pasado con su amigo y a pesar de su joven edad le habían dado el encargo de guionista principal de la nueva producción de la B.T.S, un drama histórico. El team de trabajo había sido formado además de Kunpimook que se ocupaba del guión gráfico, también por Kim JiSoo... una extraña chica calladiza y de aparencia tetrica, con un look dark pero que tenía una cultura monstruosa y una fantasía fuera de lo común; Hirai Momo una estudiante japonésa alegre y exuberante y por fin SuHo, un mister sabelo todo siempre listo a criticar todo y todos pero afortunadamente super eficiente en su trabajo. En los momentos libres, muy pocos la verdad, Mook le había hecho de guía llevándola a dar unas vueltas por Myeongdong, Hongdae, Gangnam, Itaewon. También la había ayudado a decorar su pequeño departamento cerca de los estudios de grabación de la B.T.S. En sus incursiones había visitado el edificio real de Ch'angdŏkkung, la montaña Ansan y Gyeongju, la ciudad museo... todos lugares dónde había ido su madre cuando estudiaba en Seúl. Pero su verdadera meta había sido la isla volcánica de Ulleungdo, situada en el Mar Oriental (Mar del Este) a 120 kilómetros del continente, ese era el último lugar que llevaba huellas de su madre. Una tierra de belleza todavía salvaje e incontaminada, de formaciones rocosas, selvas de cedros y bosques de enebros, solo habían unas pequeñas aldeas de pescadores, era una isla antiguisima considerada espiritual tan de ser apodada "la isla del misterio", de hecho la creencia decía que Ulluengdo se había formado 25 millones de años atrás a causa de una erupción volcánica y por este era considerada sagrada. Así durante ese fin de semana de mitad octubre armada de mochila, utensilios de senderismo, brújula y mapa había salido de viaje Se había alojado en una pequeña pensión en la orilla del mar, el primer día había paseado dando una vuelta por esos lugares haciendo preguntas con esa foto en la mano, pero parecía que nadie conocía o se recordaba de su madre hasta que una vieja abuelita le había dado una esperanza, le había dicho que se acordaba de esa linda muchacha que había vivído un tiempo alejada de la población en una isleta no muy lejos, así el día siguiente había emprendido una larga caminata... quería cruzar el puente suspendido para llegar al la isleta de Gwaneumdo, dónde la anciana la habia enderezado pero sin saber como se había perdido subiendo casi hasta la cumbre de la montaña. Ahora piensa de nuevo en las palabras de un enfadado Kumpimook, prácticamente su sombra, cuando a la estación poco antes de subír al tren directo a Pohang y de dónde habría tomado otro tren hacia Gangneung por luego transbordear, le había bufado picado "Lita el cielo te castigará por éste! Que lo sepas chiquilla!" explotando en una carcajada le había desordenado la melena de pelo rubio platino saludándolo.

"Idiota!" murmura mordiéndose el labio inferior "si salgo viva de este infierno te mataré!" el ruido del agua que corre bajo suyo parece una canción de cuna hipnótica tan seductora, atrayente

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"Idiota!" murmura mordiéndose el labio inferior "si salgo viva de este infierno te mataré!" el ruido del agua que corre bajo suyo parece una canción de cuna hipnótica tan seductora, atrayente... de repente reabre los ojos y sacude la cabeza, no puede dormirse, no puede en lo absoluto. El sol al horizonte parece un disco enorme y pulsante, Phebo sangra seduciendo la blancura que lo rodea, resbala como tragado por un monstruo invisible entre las alturas de las montañas. La mirada oscura se pierde en ese espectáculo siniestro que le parecería lindo en otras circunstancias. Instintivamente lleva una mano al cuello y aprieta el colgante de rara manifactura, es la única herencia que su madre le ha dejado, siempre lo hace cuando está aterrada e inquieta por algo. La luz huye veloz aterrorizada por la potencia de la noche y por su inexorable llegada. La brisa se levanta helada tanto que empieza a temblar hasta que primero una, luego dos y luego mil gotas de agua bajan por ese sudadero negro que es el cielo desgarrado por rayos. Luego no las siente más, ya no siente frío, ahora está en una playa de fina arena blanca, el mar es increíblemente azul y ella niña juega dibujando extrañas espirales sobre la orilla, mientras el viento le desordena la larga cabellera negra, inesperadamente una sombra la cubre y levantándo la mirada encuentra los ojos profundos de su abuelo Bo que le sonríe estirandole la mano, luego para de sonreír y sus ojos se convierten en dos charcos morados sin pupila, horrorizada retrocede mientras aquella mano de la piel grisácea la agarra arrastrándola hacia él.
Con mucha dificultad sale de ese sueño catatónico, son pocos instantes en que oye de nuevo el agua que le azota la cara, el viento aúllar silbando entre las cabelleras de los árboles del bosque, los truenos azotar el silencio, el río que gritando corre encarcelado por la garganta de rocas... pero aquellos ojos morados no han desaparecido, están fijos en los suyos, parecen dos lisas esquirlas de vidrio en las que logra divisar hasta su propio reflejo.
Aquél fantasma encapuchado está cargandola y percibe que está corriendo, la tiene firmemente como si fuera su prisionera sin salida y ella querría gritar, forcejear ...en cambio ladeando la cabeza sobre ese hombro el olvido prepotente la traga de nuevo en la nada.

en cambio ladeando la cabeza sobre ese hombro el olvido prepotente la traga de nuevo en la nada

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The Seven: Luna SanguisWhere stories live. Discover now