— ¿Entrenaremos contigo?.— preguntó uno de ellos.

— Eso depende de que están buscando y si tienen las agallas, claro.

— Miyagi do.

Amber hizo que la siguieran para ir junto q su padre:

— Papá. Te buscan.

— ¿Las clases son gratis?.— pregunto uno de ellos

— Si.— respondió Daniel. — ¿Listos para empezar?

— Si.— dijeron al unísono. Robby puso su mano en la cintura de Amber, quien esta vez si lo sintió venir.

— Bien. Tomen unos cubetas y pintura. La cerca necesita un retoque. Robby les mostrará.

Eso pareció no gustarles.

— ¿Pintaremos la cerca?

— Sean abiertos. Todo tendrá sentido.— Robby quiso tranquilizarlos. Amber sintió que solo hablo para que notaran donde estaba su mano. Sam parecía hacerlo. La mano. La mano.

— Para formar parte de Miyagi- Do deben olvidar sus creencias sobre lo que es el entrenamiento.

— Sabía que esto era una estafa de mierda.— el moreno hablo..— Solo quiere que le arreglen su jardín.

— No, es parte del proceso.

— Si. El proceso. Mamá tenía razón. Cuidado con los vendedores.

— No les venderé nada. Les enseñaré karate.— Daniel intento que se quedaran, pero era inútil.

— No, bueno. Ni siquiera la chica que tienes me hará cambiar de parecer.

— Vamos a ver ese lugar de la serpiente.

Ambos se fueron y dejaron a Daniel sin palabras.

— La chica, ¿era yo?.— preguntó Sam.

— Lo siendo, papa. Será difícil convencer a la gente que se nos una. Nadie quiere comenzar pintando la cerca.— Amber se acercó a consolar a su padre.

— Ya. Esto será más difícil de lo que creí.

El celular de Amber sonó y le indicó que iba retrasada. Al final, Moon la había convencido para reunirse con Halcón.

— Debo irme, pero no te deprimas. Si quieres atraer a gente lo mejor es no dejar caer los brazos.

Se despidió con la mirada de Robby, quien le sonreía al oír como animaba a su padre.

Primero fue a su casa y se tomó una ducha. Luego se dirigió al restaurante donde vería a Moon junto a Halcón.

Moon llegó junto al chico, un tanto retrasados. Pero por lo menos fueron. Amber estaba rezando para que la dejaran plantada.

— Hola.— saludó la chica al verlos su mirada se posó en las manos entrelazadas.

— Hola.— Moon saludo y codeo a Halcón para que hiciera lo mismo. Él solo hizo una seña.

— Ordene algo mientras llegaban, espero que no les moleste. Estaba hambrienta.

— Tranquila, Am. Yo los dejaré a los dos para que hablen.

La cara de ambos se desdibujó. Moon los dejaría.

— No debes hacer eso.— pidió Halcón.

— Debo hacerlo. Porque ustedes son las dos personas más cercanas que tengo y no me gustaría que se asesinen con la mirada cada vez que nos reunamos. Los dejó, tengo una cita para hacerme las uñas.

The last punch  || Cobra KaiWhere stories live. Discover now