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A pesar de haber estado llorando, los labios de _______ eran suaves. Tan suaves como el terciopelo y, joder, podría asegurar que estaba en el jodido cielo.

Apoyé mi mano en su mejilla derecha y profundice el beso dejando entrar mi lengua. Ella me respondió abriendo la boca con suavidad y colocando sus manos en mi cuello.

Ni siquiera me había fijado en la hora. Tampoco me importaba. Era irónico que extrañara sus labios cuando, hasta ahora, jamás los había tenido.

Y me he dado cuenta de que me he intentado engañar durante todo este tiempo y de aquello que quiero entender.

Me percato de que ella era todo lo que quiero y necesito encontrar porque ella hace que todas mis piezas encajen. Hace que me de cuenta de las pequeñas cosas. Que la lluvia no era del todo mala. Que no importa si una canción te hace llorar. Que las marcas no son malas. Que la belleza no está siempre en lo bonito. Que una respiración siempre es bella si va acompasada con la respiración de la persona a la que amas. Esas y mil mierdas más que aborrecía hasta hace poco.

Paso mi brazo suavemente por su cadera y me inclino encima suyo con mucho cuidado. Ella gime y aparta su cara, rompiendo el beso.

- Creo que es mejor que te vayas. - Dice sin ni siquiera mirarme.

Y lo entiendo, joder. Claro que lo entiendo. Nadie querría tan siquiera dirigirme una mirada. Porque soy lo más capullo de este mundo.

Me levanto y ella acomoda su cabello. Sonrío porque ese gesto me ha parecido lo más tierno del mundo y ella se da cuenta y deja de hacer lo que está haciendo para jugar nerviosa con sus manos.

- Sí. Creo que me iré... - hago una pausa sin saber a donde mirar, pero finalmente la miro a los ojos. - supongo que nos vemos mañana... ¿no?

Rezo mentalmente porque no me diga que no.

Ella se levanta mientras ríe en bajito, se acerca a la puerta de su balcón, lo abre y se apoya en ella. Luego tuerce la expresión de su rostro para volver a sonreírme. En este instante puedo jurar que jamás me perdonaría volver a borrarla esa preciosa sonrisa que tenia porque, maldición... Alguien tan cabrón como yo no se merece a un ángel como ella.

- Supongo que si. - Termina diciendo ella. Sonrío. Acaricio su mejilla. Ella cierra los ojos inspirando suavemente y puedo sentirme completo y vivo. Abre los ojos. - Y ahora vete. - continua divertida. - como se den cuenta de que no estás en casa te va a caer una buena.

Carcajeo y salgo al balcón. Ella sigue apoyada en la puerta y yo la miro desde el otro extremo.

- Te quiero. - digo tenso.

- No estas acostumbrado a decirlo y no tienes porqué hacerlo.

- No lo estoy, pero quiero comenzar a estarlo.

Ella muerde su labio inferior mientras niega y ríe.

- Eres muy cabezón, ¿sabias? - susurra ______.

- Algo había oído. - digo mientras saco un cigarro.

Prendo la nicotina y tomo una calada lentamente. Ella bosteza y yo sonrío.

- ¿Qué te hace gracia?

- Tú.

- ¿Yo? ¿Por qué?

Me encojo de hombros y vuelvo a tomar otra calada.

- Bueno, vete ya. - Ríe ______.

- ¿Me estás echando?

- Si. - Se acerca y yo la agarro de la cintura mientras ella pone sus brazos alrededor de mi cuello. Reparto leves besos por su cara mientras ella ríe. - Vete ya - repite alzando un poquito más mientras se ríe.

Me deshago del cigarro a medio consumir y me separo de ella después darla un beso en los labios. Salto con cuidado por el balcón y subo al coche. Arranco y salgo a toda hostia.

Son las cinco menos cuarto. No hay nadie por la calle. Llego al cruce y decido ir por el camino más largo. Quiero pensar en todo esto que está pasando, que ni siquiera sé lo que es.

Las luces de la ciudad alumbran el camino. La carretera general no está colapsada como de costumbre y solo conducen tres coches que seguramente sean personas que van a trabajar.

Miro por el retrovisor y veo un coche negro detrás de mi. Muy cerca. Doy el intermitente y me retiro hacia la derecha. Quizá tiene prisa...

Pero el coche se vuelve a posicionar detrás.

Me fijo en la velocidad a la que voy. ¡Venga ya! No puede ser la policía, voy por debajo del límite de velocidad. Vuelvo a levantar la vista y el coche está todavía más cerca.

- Joder... - susurro para subir la velocidad al doble de lo permitido y salir huyendo.

Me estaban persiguiendo.

Addiction » j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora