La sangre no siempre hace a la familia...
tras la muerte de su padre, los hermanos Enji y Toshinori han llegado a un acuerdo por la paz de la corona, pero los años han pasado y llegada de un nuevo príncipe, gracias al mayor de los hermanos, al palac...
- ¿Por qué no nos calmamos, hermano? - colocando su mano sobre el hombre pelirrojo el cual lo apartó violento.
- Esto no te incumbe
- De hecho, sí.
Los mayores comenzaron a discutir, fue cuando Shoto se dió la libertad para mirar a los ojos al chico. Este desvió la mirada, ahora sí era más que obvio que algo ocultaba y parecía estar relacionado con su padre. La pelea de los adultos pasó a un segundo plano en la mente de Todoroki que se enfoca en intentar leer a Izuku.
El menor removía los dedos entre la tela de su camisa que seguía sujetando y sus mejillas habían perdido su color rosado habitual, estaba pálido y sudaba leve, justo como se encontraba antes de entrar a la biblioteca.
¿Qué se escondía debajo de esos risos verdes?
¿Qué se encendía detrás de sus ojos esmeraldas?
- Shoto- la voz del príncipe lo devolvió a la realidad- sobrino, ¿por qué no vas a hablar con su padre mientras yo converso con el joven Midoriya?
- ¿Qué? - aun no volvía del todo de su mente.
- Ya sabes... conversaciones de padre e hijo- explicó.
Escucho decir a Izuku "yo no soy tu hijo" en un murmullo casi imperceptible, más bien un comentario para sí mismo que el logró oír. Notó que su manga estaba libre por lo que hizo caso a las palabras de su tío.
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Más tarde en la torre de Toshinori, Midoriya estaba sentado frete a un ventanal, pensando cómo había acabado ahí porque, aunque odiase admitirlo, era feliz de compartir algo con el hombre que había admirado la mayor parte de su vida, el rubio lo vio crecer y él anhelaba convertirse en algo semejante a su héroe, era por ello que los halagos dados por este los guardaba con cariño en su corazón, sin embargo, esa admiración ahora era acompañada con resentimiento. Izuku quería estar molesto por la boda con su madre, molesto de estar ahí y a pesar de haber visto a Toshinori como una figura paterna durante años, el hecho de que este lo llamase hijo solo por haberse casado con su progenitora lo entristecía. Llenaba su corazón de culpa por una clase de traición a su verdadero padre.
A través del cristal vio pegasos volando por el castillo, quiso concentrase en ellos mientras el mayor se colocaba frente a él.
- Joven Midoriya- lo llamó dulcemente queriendo entablar una conversación- debí decirte lo ser mi heredero primero que nadie, lo sé.
- Si- respondió secamente- debiste.
Jamás imaginó hablarle así a su héroe, pero si no lo hacía estaba seguro de que se derrumbaría. Todo sucedió demasiado rápido: la boda con su madre, su adopción, la partida de su hogar, la llegada al castillo, su nueva herencia no deseaba. Todo eso en tan poco tiempo lo abrumaba.
- ¿Por qué?
El mayor no comprendió de toda la pregunta, por lo que permaneció en silencio.
- ¿Por qué yo? ¿por qué nombrarme tu heredero? - aclaró- ¿porque te casaste con mi madre? ¿me consideras un hijo? ¿por qué me quieres como tu sucesor?
Otro silencio más largo que el anterior se propagó entre ambos, Toshinori meditaba su repuesta para el joven pecoso, mientras este aguardaba, no tan paciente, pero respetando los pensamientos del príncipe.
- En el lecho de mi padre le hice una promesa- comenzó a explicar- algún día, cuando tuviera un hijo, yo lo haría rey, un rey justo y bondadoso, que reconociera la piedad como una virtud y no una debilidad, que fuese humilde, amable, pero sobre todo respetara cualquier vida como igual.
El peliverde escuchaba atento a la historia, más bien, una versión de ella, ya que estaba enterado de los acuerdos de corana para la siguiente generación de reyes.
- Y esa persona, joven Midoriya, eres tú. Yo no tuve un hijo de mi sangre, cierto. Sin embargo, te vi crecer y agradezco haber sido parte de tu desarrollo. No puedo tener hijos, lo supe después del nacimiento de mi primer sobrino, pero mi misión no se detendría por ello.
- ¿Por eso te casaste con mi madre? - cuestiono dudoso.
- ¡No! - Respondió inmediatamente y algo alarmado- el amor que tengo por ella no tiene nada que ver.
La mente del menor siempre trabajaba velozmente a cualquier situación, pero justo en ese momento se quedó en blanco, tratando de procesar las palabras el hombre ¿debía creerle? ¿Por qué sentía que le ocultaba algo? ¿en verdad él cumplía con las expectativas?
Él amaba a su madre. Se removió en su asiento por tal, sincera, declaración.
El ambiente no era tan pesado como en un principio por ende la tranquilidad del rubio y su confianza para continuar hablando crecieron.
- Hay cosas que aun debo contarte, joven Midoriya- habló para llamar su atención- debo contarte las otras razones por las que te elegí, debo enseñarte a ser un príncipe y otras cosas que a su tiempo cobraran sentido para ti, pero por ahora será mejor avanzar poco a poco, debo recuperar tu confianza, ¿no es así?
Yo confió en ti, pensó, pero tengo miedo y ni siquiera sé de qué.
Asintió dudoso.
- Anunciaremos tu título de príncipe en siete días, mientras puedes bajar a ver a tus amigos... procura no menciónalo hasta el día correspondiente, ¿sí? - el menor asintió de nuevo ya pasándose de pie.
Hablaron un poco sobre sus lecciones y los horarios que le darían al día siguiente, sobre tener un guardia personal como Shoto y el resto de sus supuestos primos. Las clases políticas y todo lo demás sin descuidar sus entrenamientos, la tarde cayó y el sol se escondía detrás de las montañas cuando Izuku salió en direccion a su recamara que, difícilmente recordaba dónde estaba.
Caminó varios pasillos hasta toparse a unos ocho metros al semialbino saliendo de una habitación, se alegró verlo instintivamente, sin embargo, justo cuando deseaba acercarse y pedirle ayuda, este se volteó encontrando su mirada heterocromatica con la suya, sus ojos no se veían diferentes a los de esta mañana, pero el aura que transmitían lo dejó helado, solo fue un minuto en la que sus miradas se conectaron antes de que Todoroki le diese la espalda para macharse y dejarlo solo en el corredor.
