55화

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Durmieron hasta casi el amanecer; pues, después de cenar en casa de los Min-Park, Taehyung condujo al departamento y ahí se quedaron conversando. Entre la oscuridad de la habitación y brillantes ojos dorados y purpura, le cuenta sobre Los Angeles. Hay un aura liviana, mientras el alfa deja suaves caricias en la cintura del omega y éste se ríe por las anécdotas de Taehyung. Ninguno sabe con exactitud en qué momento caen en brazos de Morfeo, pero lo hacen con sus piernas entrelazadas y con calma en todo el cuerpo.

       A la mañana siguiente, Jungkook despierta primero gracias a su alarma que vibra por debajo de la almohada; mira al castaño y una sonrisa se dibuja en la mitad de su rostro a primera hora. Es difícil, pero consigue zafarse del agarre para preparar el desayuno. Hay tanto por decir, nunca sabe cuándo es momento. Habla consigo mismo mientras prepara una malteada, intenta no pensar en el dulce aroma a magos; aún le da náuseas. Es un éxito, mira orgulloso la mesa y siente vergüenza por lo hogareño que Taehyung le hace sentir; se obliga a pensar que está bien sentirse en casa, está bien.

      A pasos cautelosos se escabulle en la habitación, Taehyung duerme envuelto en mantas calientes; es temprano, desliza el menudo cuerpo sobre la cama para buscar lugar junto a él. El alfa pronto identifica que llega y lo abraza pegándolo hacia sí, es un instinto, Jungkook delinea con la vista sus facciones; cuenta los pequeños lunares del mayor, por un instante, no tiene miedo.

       —Te preparé el desayuno —murmura bajito, el castaño ronronea ante la caricia que esparce a través de su mejilla.

       —¿En serio? —su voz suena ronca, es evidente que no está del todo consciente y aún así le presta atención.

       —Mjum —sonríe. —He estado practicando, pienso que mi cocina ha mejorado.

       —Tú cocina ya era buena —es sincero al decir, navega entre el mundo onírico y aquel dulce chico.

       —Ahora es mejor.

       Taehyung abre con pesadez un ojo mirándole adormilado, pero con fingida molestia; hace al menor reír, luce tierno.

       —¿Siempre tienes que ser tan terco, pequeño? —Jungkook asiente enseguida consiguiendo un bufido. —Te extrañé...

       —Qué bueno, porque ya no podrás deshacerte de mí —escucharle reír por la mañana es un tesoro.

       —Es la mejor noticia que he escuchado.

      Jungkook ahoga una maldición cuando Taehyung le acuna las mejillas para llenarle el rostro de sonoros y húmedos besos; pero al final se rinde dejando que le enrede entre sus brazos, ¿cómo negarse? Es Taehyung.

       Tienen un desayuno tranquilo, el alfa alaba sus habilidades culinarias aunque su comida no tenga gran ciencia. Jungkook le pide su última fresa, pronto inicia una boba discusión del por qué debería dársela; claro que el omega gana. Hace unos meses era inusual su presencia, compartir su mañana con Taehyung le incomodaba al punto de irritarle por no saber cómo actuar; ahora, no puede imaginar mejor mañana que comer waffles junto a él.

       —¿Qué debería usar para la cita? —se sienta a horcajadas sobre el alfa y se abraza a su cuello, Taehyung no sabe si es parte de su imaginación pero Jungkook no pierde la oportunidad de tener contacto.

       —¿Deberíamos combinar nuestros atuendos? —los expresivos ojos del menor le observan emocionados.

       —¡Sí! —suena más emocionado de lo que planeaba. —Quiero decir —carraspea, avergonzado. —Buena idea.

       —Amor —suena severo, Jungkook reconoce el regaño en su voz. —Sabes que puedes emocionarte, ¿cierto? —lo hace ruborizar.

       —Sí, bueno... —resulta incómodo.

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