Capítulo 31. Lo haría siempre.

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Lo haría siempre

Ryan estaba tenso.

Demasiado.

Nunca lo había visto de esa forma, apretaba el volante con fuerza blanqueando sus nudillos, no pronunciaba palabra alguna y eso de por sí me hacía creer que se estaba dejando llevar por sus malos pensamientos.

No me agradaba en lo absoluto, de hecho, me atemorizaba la idea de que fuese a reaccionar de una manera explosiva o algo parecido.

Pasé saliva.

Habíamos ido a casa de sus padres y Jade nos había dado la dirección de la casa de dos amigas de Rain, habíamos ido con una que no estaba, pues se encontraba de viaje nos dijo su vecina, así que solo quedaba ir a la siguiente.

Ya había anochecido del todo, a decir verdad, había anochecido lo suficiente como para no preocuparnos por la chica.

Dudé, aunque traté de formar un tema de conversación

—Estuve pensando que deberías dejarme a mí hablar con ella —murmuré, jugando con los dedos de mi mano—. En estos momentos no eres un tipo razonable, no quiero que ella se enfade contigo, es una adolescente.

No me respondió de ninguna manera.

Fruncí el ceño, mirándolo

—Ryan —llamé con suavidad, y pareció no escuchar—. Ryan.

Aumentar mi tono de voz fue suficiente para captar su atención. Me miró un momento, antes de continuar con el camino

—¿Qué decías? —preguntó

—Que... deberías dejarme a mí hablar con Rain.

Apretó los dientes ligeramente

—Es mi hermana, Dani.

—Y ahora mismo estás muy enojado —traté—. Ryan, no es buena idea que te dejes llevar por tus impulsos, lo mejor es que te calmes.

—Es que sí estoy enojado porque le advertí que no se metiera con ese tipo.

—No sabes si está con él.

—Bonita... —soltó una risa seca, negando con su cabeza—. Si hubiese ido con su amiga no habría apagado el celular, y al menos hubiera avisado, pero no lo hizo. ¿Por qué? Porque se está escondiendo.

No dije nada al respecto, él rápidamente tomó mi mano con la suya

—Perdón por hablar así.

—Descuida, lo entiendo.

—Tienes razón, estoy... muy enojado no podría pensar con claridad.

—Debes dejarme a mí intentarlo, ¿sí? Por favor.

Lo sopesó, deteniéndose en un semáforo

—Ryan —insistí, él me miró

—De acuerdo —terminó asintiendo—. Dejaré que tú hables con ella, pero después de subirla al auto a las malas.

Solté un suspiro cansado, mirando hacia la ventana.

No iba a cambiar de opinión, no sabemos dónde está ahora mismo o qué estará pensando, que su hermano se aparezca de la nada puede hacerla enojar, y teniendo en cuenta que es una chica de diecisiete años con problemas de rebeldía, seguro nada saldrá bien.

Arrancó cuando la luz se puso en verde.

Conté los minutos que tardamos con los movimientos de mi rodilla por la ansiedad. Al llegar a la casa, apagó el motor y se bajó primero, hice lo mismo, siguiéndolo cuando caminó con rapidez hasta la puerta, dando un toque algo brusco

La última de las estrellas ✓Where stories live. Discover now