Capítulo 7

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BAMBI JO

Ha llegado la carta. Después de tres meses tras cumplir los diecinueve, esa terrible carta está aquí.

En realidad, esas palabras entintadas en un folio reciclado bien doblado siempre fueron mi meta; era como el salvoconducto que me libraría de todo. Pero ahora no tienen ningún significado para mí. Recuerdo cuando cumplí los catorce, era una estúpida, pero de todas formas fui a los servicios sociales para pedir mi ansiada libertad, como es lógico, no me la cedieron, ¿qué haría una menor sola en el mundo? Sin poder trabajar, sin poder valerse por sí misma. Era como mi sueño dorado, seguido de la estúpida valla blanca que rodea una casita unifamiliar.

Luego fui adoptada por Catherine y Billy, al principio seguía queriendo lo mismo, pero luego me di cuenta, que tal vez ya no lo necesitaba, que tal vez no necesitaba estar sola. Que podía tener una familia.

Lo supe con certeza cuando Catherine se encontraba prácticamente sedada, esperando su momento, el instante en el que su vida se detuviese. Entonces todo me golpeó a la velocidad de la luz. Eso fue lo que me impactó, la luz, mi mente se ilumino. Catherine nunca fue solo Catherine, nunca fue simplemente la señora que me adoptó, tras unos años de convivencia, ella se convirtió en algo más en mi cabeza. Mientras todo esto era insuflado en mi mente, las lágrimas corrían por mis mejillas, allí sentada, sola, ese tiempo de despedida. Me di cuenta de todo cuando ya no había marcha atrás. Catherine era mi madre. La mujer que me protegía aun teniendo edad suficiente, la persona que me hablaba de chicos que nunca me interesaron, quien celebraba mis logros y me arropaba en mis fracasos.

Siempre estaré orgullosa de mis últimas palabras hacia ella, sin embargo, no puedo evitar el dolor que causa dentro de mí el haber tardado tanto en decírselas. Cuando falleció en los bazos de su esposo, unos minutos después de mi salida, Billy salió de aquella habitación, simplemente me dijo, rememorando sus últimas palabras:

- Cuida de nuestros tres preciosos niños.

Dijo que murió con una sonrisa, que se marchaba satisfecha porque sabía que la pequeña familia que habíamos formado era plena y estaba llena de amor. Que al final recibió un gran regalo, las palabras de amor de su hija mayor. Billy recogió a los niños en sus brazos y nos estrechó contra su cuerpo a los tres.

Simplemente dijo que ahora mamá estaría protegiéndonos rodeada de luz, paz y calor. Billy siempre supo tratar temas importantes con bellas palabras y cercanía. Eso nos dio el coraje para seguir luchando.

Seco un par de lágrimas que han caído por los recuerdos. La casa está silenciosa, lo que indica que los pequeños no están, aunque pronto llegarán todos.

Abro la carta con el mensaje que ya conozco, las palabras que ya no tienen una mera importancia en mi vida.

Señorita Bambi Jo; el gobierno finaliza su plazo como dependiente de nuestra institución...

Ya no era un deber de este. Era libre.

Pero en realidad, lo que ellos no saben, es que fui libre desde el momento en que esta familia apareció en mi vida.

- ¡Bi Bi!- dejo la carta sobre la encimera de la cocina, doblada y dentro del sobre para acudir a la puerta, Billy, Alec y Collin entran empapados riendo.

- ¡Vais a mojar todo quitaros los zapatos y chubasqueros, aquí! - no puedo evitar reírme mientras veo a los gemelos ignorar la perorata de su padre y correr hacia sus habitaciones- Pequeños diablillos- susurra.

- Déjalos, luego limpiaré un poco el desastre- digo todavía sonriendo. Eso es lo que producen esos dos pequeños hombrecillos en mí.

- Pero los usaras a ellos como fregona- dice besando mi coronilla- ¿Qué tal tu día, hija?- nunca lo dije, o tal vez sí, pero amo cuando me llama hija, sigue creando un pequeño tornado cálido dentro de mí.

Como mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora