2

722 16 0
                                    

Desde pequeña te ocurrió y lo transformaste en parte de tu realidad. Cuando hablabas con tus amigas, descubrías que a ellas no les sucedía y te preguntabas qué era lo que andaba mal contigo. Tal vez ellas se portaban mejor, quizás sus padres las querían más. Lo cierto es que esas ideas no sirven para consolarte ahora que has crecido y las cosas empeoran. Por momentos piensas si habrá alguien más que se encuentre igual que tú y esperas que no, no por el hecho de querer ser especial, sino porque no deseas que le suceda a nadie más.

Eras muy pequeña cuando recibiste tu primer golpe, ya ni siquiera recuerdas cuál fue el motivo, eras tan solo una niñita asustada que comenzó a temerle a la vida a muy temprana edad. Ahora sabes que tu error fue haber callado, no haber revelado lo que en tu casa estaba sucediendo y te arrepientes, claro que lo haces.

Aún recuerdas cuando te parabas en un pequeño banquito del baño para llegar al espejo y tu reflejo te revelaba las manos marcadas en tu rostro, los moretones en tus brazos, la sangre en tu nariz. Recuerdas cómo solías decir que los espejos mentían, que esa no eras tú, que era otra niña a quien sus padres golpeaban, hoy sigues haciéndolo. Tus dedos rozan las facciones en el espejo y te mientes, te dices que no eres tú, te prometes que ellos jamás volverán a hacerlo, pero sabes que todas las noches es igual.

Ocultas con maquillaje los golpes y con música los gritos mientras te prohíbes derramar lágrimas por lo ocurrido, piensas que es estúpido llorar por algo que siempre fue así, sería lo mismo que llorar porque el sol sale, porque llueve o porque los bebes lloran. Te niegas a llorar por una realidad en la que te has visto sumida desde el primer día del cual tienes consciencia.

Cada día que pasa te vuelves más asustadiza, los cintos te hacen apartarte involuntariamente y, el simple golpe del borrador contra el pizarrón de clases, te lleva a cubrirte los oídos y cerrar tus ojos con fuerza. Y tus compañeros ríen ante tu actitud, la cual les resulta infantil. Si ellos supieran que mientras ellos bailan en una fiesta o toman hasta perder a conciencia, tú te encuentras aturdida en el piso de tu habitación a causa de tu paliza diaria, no se burlarían del modo que lo hacen, no se reirían de tus temores, no te dirían todas las cosas que te dicen, pero ellos no lo saben porque te esmeras en ocultarlo. Y, nuevamente me pregunto, ¿por qué encubres a quienes están matándote? ¿Qué clase de sentido tiene eso? ¿Cuál es el motivo de que sigas aceptándolo? ¿Por qué no aceptas que no está bien lo que ellos hacen?

e

ReflexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora