Capítulo 5

224 24 1
                                    

HOLLY

Mi visita al bar, que inicialmente era para enontrarme con Peggy, toma un giro inesperado, que lejos de desagradarme, me hace sentir de cierta forma complacida. Steve me presenta a su gran amigo, a quien vi tan solo una vez a distancia la noche que lo conocí y luego de ello nos deja solos.

Debo admitir, que su atractivo es el deleite de mis ojos, pero un bello rostro no es más que eso. Quiero conocerle lo suficiente como para justificar los actos de Rogers. Algo bueno debe haber en este hombre, más allá de su físico que lo haga digno de arriesgar la vida ante una simple posibilidad.

El Sargento parece estar contento con mi presencia, eso o se ha pasado de tragos. No logro distinguir la diferencia en sus azulinos, ya que no he tenido un precedente de como lucen ante ambas situaciones.

—Así que usted es el preciado amigo del Capitán América, por el cual saltó desde un avión a su rescate. —le comento inquiriendo curiosidad, la cual obviamente poseo, mas no demuestro en exceso.

—¿Quién más si no? —dio un trago a su bebida para terminarla—. Suena a una gran anécdota, pero me impresiona más el cómo Steve logró conocer a una hermosa dama como usted. —sus ojos respetuosamente se han anclado a los míos y por poco olvido mi objetivo.

—Oh, entonces ¿cree que soy hermosa? —jugueteo un poco con mi martini antes de llevarlo a mis labios para un minucioso sorbo.

—Desde la primera vez que la vi. —contesta con una seguridad, que me intriga.

—Cierto, aquella noche en la feria. —coloco mi copa sobre la mesa y me distraigo con la aceituna que flota en el licor. A diferencia suya, me cuesta un poco mantener la mirada, no es el tipo de desafío que acostumbro con los varones. Además, recuerdo que aquella noche este joven no se encontraba únicamente acompañado del dulce Rogers—. Me pregunto si, ¿a su novia le agradará que halague a otras chicas? —en cuestión de segundos su ceja se enarca.

—Yo no tengo novia, señorita. —agrega sonriente, como si mi pregunta fuese algún tipo de victoria. De ser así, se ha equivocado, no es de mi interés el saber si está soltero...¿o tal vez sí?

—Recuerdo haberlo visto marcharse con dos damas luego de despedirse de Steve. —suelto, reprochando el descaro que tiene para mentirme.

—¿Acaso nos espiaba? —su sonrisa se hace más amplia, me hace dudar entre enojarme o disfrutar del brillo que hay en ella. Y luego pienso en lo que acabo de insinuar.

—No, no. Yo no, pero debo aceptar, que a quien acompañaba sí lo hacía. —aclaro y tan pronto como lo hago, se apaga un poco la luz en su rostro y la sonrisa se disipa.

—Ya veo. Pues, ninguna de esas jóvenes es mi pareja. No hay nadie de ese tipo en mi vida. —sentencia y le hace una seña al cantinero para otro trago.

—Estamos en la misma situación. —desconozco el motivo de mi deseo por aclarar este innecesario dato, mas me satisface verle suavizar su semblante.

—Entonces esa misma noche que conoció a Steve. —inclinó su rostro intentando captar mi atención nuevamente—. Cuénteme sobre ello. —logra su cometido y casi suena a suplica, por lo que es imposible negarme y mirarle de reojo.

—¿Qué le digo? No es una gran historia, pero si insiste. —asiente y procedo—. Después de cantar, tenía que ayudar al Doctor Erskine buscando reclutas y así fue como los vio conversar de lejos. —ignora que le han dado más para beber mientras me presta atención—. Steve intentó enlistarse y cuando Erskine se enteró, decidió tomar su caso...

Continúo contando como fue nuestro primer encuentro, luego los siguientes. Se reía con mi perspectiva de los entrenamientos de Steve. Y parecía maravillado con mis conocimientos y habilidades al momento de hacer mi trabajo. ¿Y quién no? Hoy en día, el que una mujer considere ser algo más que la esposa de alguien, sigue siendo escandaloso.

YOU DON'T OWN MEWhere stories live. Discover now