El agua estaba todo lo fría que prometía. Quiso gritar eufórico al salir, sin embargo, como no debía hacer ruido, se limitó a nadar hasta uno de los extremos para hacer un largo de celebración buceando mientras el resto se decidía. Tomó una bocanada de aire y se zambulló moviendo los brazos y las piernas para tomar velocidad.
Terminó convencido de haber superado su propio récord y lamentándose por no haberlo cronometrado. Se aferró con una mano al borde y con la otra se frotó los ojos. Fue entonces cuando se topó con lo que creyó serían los pies de alguno de sus amigos.
—¿Desde cuándo te haces pedicura? —preguntó.
Solo que la voz que le respondió no fue alguna conocida:
—¿Algo que objetar?
Levantó la cabeza despacio y allí, con unos bonitos ojos cafés, una ceja enarcada y el cabello castaño revuelto, se encontró con el hijo de los dueños de la casa. Kim Taehyung.
Lo conocía de vista de otros veranos. Normalmente el chico iba solo las últimas dos semanas de agosto y se llevaba a algún amigo con el que pavonearse por las calles del pueblo como si el resto del mundo fuese invisible. Desprendía un aire inaccesible que traía loco a media ciudad y los alrededores.
No a él. Mendigar atención no iba para nada con su personalidad, aunque debía reconocer que, en aquel momento, con su rostro angelical, las manos en la espalda y la adorable pijama, parecía sacado de sus mejores fantasías y…
—Debe doler —pronunció el castaño.
—¿Qué?
—Ver que se van sin mirar atrás y te dejan con toda la invasión de la propiedad privada sobre tus espaldas.
Jungkook regresó a la realidad y buscó ayuda, claro que lo hizo. Desvío los ojos justo para ser testigo de cómo el último de sus amigos, Namjoon, se perdía al otro lado del muro y lo abandonaba a su suerte.
—Tendré que explicarles en qué consiste la lealtad —masticó entre dientes.
—Totalmente de acuerdo.
Jungkook utilizó las manos para impulsarse y salir. La indignación por la actitud poco solidaria de su grupo le hizo ignorar lo evidente, que lo acababan de atrapar, y no alguien cualquiera sino Taehyung. Y, puede que él no lo supiera todavía, pero el castaño no era de los que dejaba pasar las cosas; al menos sin una pequeña lección.
—¿Algo que añadir en tu defensa? —le preguntó manteniendo una sonrisa adorable que hizo que se confiara.
El primero de una escalada de errores, porque pensó que con el chico funcionaría lo de siempre: curvar los labios, ladear la cabeza y acompañar las palabras con la intensidad de su mirada profunda y penetrante.
—Lo siento mucho, bonito.
Veamos, lo lógico, la reacción natural ante su sexi voz baja, era derretirse un poquito en el acto; una risa tonta, como mínimo. Así pues, la indiferencia que le dedicó el castaño a sus encantos fue todo un revés para su ego. De repente, la desconcertante sonrisa que mantenía el chico le pareció el adelanto que le avisaba de que con Taehyung se enfrentaba a lo desconocido. Se puso alerta sin cambiar de expresión. Él también sabía jugar a confundir; era un digno rival.
—Ni parece que lo sientas ni vuelvas a llamarme así.
—¿Prefieres precioso?
—Taehyung estaría bien.
—¿Sin apellido?
—Dudo que el cerebro te dé para aprenderte los dos.
El segundo round escoció tanto que le costó dominar la tensión que fluía libre por su cuerpo y puso un gesto neutro para que no se percatara del tanto anotado. Y casi lo consiguió, dominarse, pero entonces Taehyung mostró su carta oculta y lo hizo con la teatralidad que tiempo después descubriría que lo caracterizaba: se mordió el labio inocentemente, parpadeó dulce y las manos que tenía a la espalda revelaron lo que escondían.
Jungkook se dejó de tonterías.
—Dame mi ropa.
—Por favor.
—Dame mi ropa, por favor.
—Yo creo que no.
Esperó una bola arrugada volando a su encuentro. Esperó un trato que no fuera demasiado humillante y pudiera cumplir como castigo. Esperó que Taehyung se desprendiera de la pijama, se lanzara al agua, lo llamara y… Bueno, lo último se le pasó una vez por la cabeza mientras pensaba lo muy odioso que le resultaba el chico.
—Si no me la das por las buenas, vas a obligarme a quitártela —advirtió.
—Si lo haces, gritaré y mis padres se despertarán. No quieres eso, ¿verdad? Te la devolveré cuando hayas incluido despertarme en la lista de tus peores decisiones.
Jungkook avanzó hasta quedar enfrente. Taehyung ni se inmutó.
Jungkook sabía que con un tirón podría recuperar sus pantalones, pero la calma del chico lo retuvo. Cauto, tomó aire y buscó alternativas. Taehyung lo haría, cumpliría con su amenaza. Un solo grito y una lluvia de problemas. De los Kim. De su madre. De los padres de sus amigos que, como siempre, llegarían a la conclusión de que era una mala influencia. No quería nada de eso, solo su maldita ropa.
Tocaba ser niño bueno. Y esa vez de verdad.
—¿Pretendes que vuelva a casa sin… nada? —Detrás venía la disculpa sincera, la tenía en la punta de la lengua. Pero el chico se adelantó.
—Igual impresionas a alguien de camino y al final me debes un favor, aunque no me lo cobraré, soy generoso.
Cualquier rastro de buena voluntad se esfumó casi a la misma velocidad que su ropa dejó de importarle una mierda para centrarse en otra cosa…
—¿Generoso? —Dio un paso.
—Un angelito caído del cielo…
—Y dime una cosa… —Otra zancada, una con la que casi podía sentir su aliento contra la piel—. ¿Los ángeles saben nadar?
Efectivamente, a Jungkook había dejado de importarle una mierda su ropa para centrarse en otra cosa más estimulante: la bendita y satisfactoria venganza.
Taehyung no tuvo tiempo a reaccionar cuando sus brazos lo envolvieron, lo atrajo contra su pecho y protagonizaron su primer abrazo cayendo unidos a la piscina. Mitad en la tierra, mitad en el agua. Uno que, sin ser bonito, lo era, pues los representaba.
Fuego. Desafío. Provocación. Guerra. Sorpresa.
La despreocupación de Jungkook al salir y el leve desconcierto de Taehyung, tosiendo el agua que había tragado, antes de señalarlo con un dedo acusador.
—¡Te arrepentirás!
Ante lo que el pelinegro respondió deslizando los calzoncillos por las piernas para quitárselos y dejarlos en el suelo sin darse la vuelta.
—Ahora tienes la colección completa, disfruta de las vistas.
Taehyung habría podido descargar su furia, pero, en lugar de eso, al observar cómo se ponía los zapatos con torpeza y escalaba el muro desnudo con toda la dignidad que le quedaba, rio. Solo se rio. Con ganas. Fuerte. Tanto que a Jungkook se le metió el estridente sonido en el cuerpo.
¿Había perdido? Quiso pensar que se trataba de un empate.
Sus amigos lo esperaban en la calle. Todos olvidaron la disculpa ensayada para partirse de la risa sin remedio hasta que Jungkook exigió que le dieran unos malditos pantalones. Evidentemente, entre sus planes no estaba pasearse desnudo por todo el pueblo. Al final, Yoongi, un tanto culpable, se ofreció a cederle los suyos y, mientras hacían el intercambio, se atrevió a preguntar lo que todos deseaban saber.
—¿Qué pasó?
—¿Además de que me abandonaron? Nada, solo que conocí a Lucifer.
«Y tiene una sonrisa impresionante», se guardó para sí mismo.
❀ ○ ❀ ○ ❀
Su primer encuentro…
:)
❀ Harumi ❀
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That Summer ❀ Kooktae
Romance•• Taehyung y Jungkook estaban destinados a colisionar en Gwangyang. El primero iba todos los veranos. El segundo vivía allí. Dos desconocidos que cayeron abrazados a la piscina aquel mes de julio. Cinco años después, Taehyung vuelve dispuesto a c...
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