capítulo cuatro.

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-¿Ikari?

Kaworu estaba confundido.
Desde que había vuelto de la cocina, el niño no le dirigió mucho la palabra.
La tarde había transcurrido normal a su parecer, haciendo ambos sus tareas diarias escolares, entonces...

¿Por qué Shinji actuaba tan extraño?

"Desde que bebimos el té...", Pensó Nagisa, "empezó a actuar así..."

Y supuso que simplemente era eso.
El agua y el té, el calor y el frío, y la miel y el azúcar. Para nada se le ocurrió pensar en que posiblemente aquel malentendido había aturdido al moreno. Para nada.

Por su parte, Shinji no respondió, extrañado.
"Que extraño eres..." Volvió a pensar.

¿Enserio Kaworu no sabía? ¿O simplemente se hacía el bobo?
Todas esas preguntas se formaban en la mente del niño, mientras mordía suavemente la parte superior de su lápiz de grafito.
Todo eso le hizo pensar que Kaworu no parecía de este mundo.

Mirando la hoja de papel tan blanca, logró comprarla con la piel y cabello del albino. Miró a unos centímetros más adelante suyo en la mesa ratona, y pudo ver los brazos pálidos del contrario apoyados, lampiños y sin imperfección alguna.
Observó también sus manos; eran muy blancuzcas, pero tenían un tono rosado sutil en y nudillos y dedos. Éstos últimos llamaron la atención de Ikari. Eran delicados y delgados pero no por eso menos masculinos, y mantenían un lindo color en las uñas y debajo de ellas.

El niño vió cómo los falanges se movían y dejaban quieto aquel portaminas marca Cross que Nagisa sostenía mientras hacía sus deberes.
El de cabellos platinados dejó de mirar su hoja, y complacido, miró al contrario
-Ikari, ya terminé -dijo con una sonrisa, distraído, revisando por última vez sus respuestas-, ¿Tú ya...

Finalmente lo miró; un abstraído Shinji posaba quieto como estatua frente a él.
Nagisa notó que éste miraba sus manos con detenimiento, y él, gracioso, movió su diestra y chasqueó sus dedos frente a la mirada del muchacho, el cual saltó en su sitio y lo miró sorprendido.

-Este... ¿Qué sucede, Nagi... sa?

Una sonrisa coqueta adornaba los labios finos del ojirubí, mientras que apoyaba su propio mentón sobre su zurda, con un aire raramente presumido y... ¿atractivo? Tal vez...

-¿Ya terminaste?

-Yo -Shinji observó su hoja casi completa- casi acabo...

Ninguno de los dos había notado que el sol ya estaba cayendo, y que empezaba a estar oscuro afuera. Las primeras estrellas claras empezaban a mostrarse en el cielo color plomo.
Estaba cálido dentro, y Shinji podía sentir su corazón latiendo dentro de sus orejas, por alguna razón...
Desde cerca, el moreno podía percibir también la leve respiración del albino frente a él, y cómo su pecho subía y bajaba bajo su camisa blanca.

-Hm... -Kaworu se estiró en su sitio.
Los botones de su camisa, al estirarse con la tela, dejaron entrever la aún más pálida piel debajo de ella.

-Kaworu -el moreno miraba su hoja mientras sostenía un lápiz Echo en su diestra-, Podrías... ¿Ayudarme con... la respuesta de la B-3?

Con una sonrisa leve, Nagisa se paró, rodeando la mesa, yendo a sentarse junto al niño.
La mesa, al ser más pequeña de lo común (Nagisa la usaba solo, al ser el único que estudiaba en aquella casa), los apretujaba apenas, lo suficiente como para hacer que los hombros de ambos muchachos se tocaran, apenas.

-Ikari -dijo el albino-, ya marcaste ésta... Todas, en realidad.

El castaño miró su hoja de respuestas, y efectivamente, era como el de ojos rojos decía.
-Oh -Shinji pareció sonrojarse-, sí es... cierto. Pero...

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⏰ Última actualización: Apr 01 ⏰

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shifted beyond reality ; kawoshinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora