Perfeccionista, controlador, antipático, posesivo, meticuloso, desconfiado y por último, pero no menos importante, un dios griego.
Todo esto y más es Harkan Darcel, el último chico que querrías conocer, pero si entras a su mundo no podrás salir jam...
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Estoy desesperado y ansioso, esto de los cargamentos y tener que yo mismo exportarlos porque no puedo confiar en nadie es demasiado agotador. Me extasía mi trabajo, pero no todo es como a mi me agrada y esto es lo que más odio.
Termino de equiparme colocándome una chaqueta de cuero negra y enfundado a mi mejor amiga, una desert en acabado negro mate; amo las armas, pero esta en especial es una de mis favoritas por su increíble color que evidentemente yo escogí y su peculiar olor a pólvora al descargarla, ha hecho varios agujeros y sus blancos han sido las cabezas de mis enemigos. Es un extasis, llámenme loco.
No me arrepiento de nada de lo que hago, su final ha sido el mismo que me corresponde a mi la diferencia es que aún no han podido conmigo y dudo que lo hagan.
– Harkan, está todo listo. Mueve ese puto trasero.- habla el gilipollas de mi mejor amigo. Ese que tengo que aguantar desde que tengo memoria.
Golpeo la parte de atrás de su rodilla para que tambalee, casi cae así que me mira mal y yo rio.
– Daryl, tienes suerte de que te aprecie mucho, cabron.- lo tomo del cuello y lo empujo dentro de la Cadillac. Entro yo y me acomodo para un aburrido viaje.
– ¿Por qué? ¿Ya sería un número más de la lista black?.- ríe a carcajadas refiriéndose a mi fascinación por mi arma. Lo miro con mala cara.
Llevamos poco de camino cuando la línea dos del radio comienza a sonar.
Ruedo los ojos, eso significa problemas y que solo me hará perder más tiempo del estipulado y lo único que quiero es irme a casa y alcoholizarme un poco.
– ¡¿Quienes son los gilipollas que me hacen perder el tiempo?!
– Son los Justice, de nuevo.- me informa Daryl sacando las armas de larga.
Hago que estacionen la camioneta. Ha estás alturas mis hombres están acabando con ellos.
Los Justice no son más que alimañas al igual que yo solo que quieren creerse los vengadores del mercado robando cargamentos, vendiéndolos ellos y dando a los más necesitados. Lo mismo que hago yo pero siempre anónimamente, no tengo la necesidad de que nadie me aplauda por ello.
Salgo de la camioneta y veo a dos de mis hombres abatidos, eso me molesta y mucho ya que me dejan sin personal que no es difícil de encontrar, pero la lealtad en esta vida es escasa y ellos eran de mis mejores hombres.
Una bala rozó mi sien izquierda así que corrí a la parte de atrás de la camioneta mientras que Daryl me proporciona un arma de larga. Salgo y localizo a mi objetivo, apunto y disparo. El olor a pólvora invade mis fosas nasales y pareciera que me llena de vida. Sonrió al ver que mi blanco fue la cabeza de mi enemigo.
Soy un maldito loco.
– Psicopata. No fallas nunca.- me dice mientras dispara y solo logra dar a hombros y estómagos.
