Capítulo 19. Lo soy contigo

Comenzar desde el principio
                                    

—¿Me rindo? —enarcó una ceja hacia mí—. Nunca me rindo.

—Pues empecemos —me acomodé de piernas cruzadas—. Yo leeré y tú me ayudarás a anotar algunas cosas que yo te diga porque pueden ser importantes, luego me ayudas a memorizarlo y al final me harás preguntas.

—Me gusta esa técnica —tomó una hoja y un bolígrafo—. Empieza

Suspiré, buscando la página

Al cabo de un buen rato, había avanzado lo suficiente para tener al menos una idea de qué podría salir en ese examen. Después de anotar lo necesario, empecé a memorizar, mientras mi acompañante iba por algo de comer para pasar el resto de la tarde, cuando volvió me hizo unas cuantas preguntas que pasé con honores, y finalmente, me sentí lista para lo que fuera.

Me relajé con alivio, dejándome caer en el sillón, casi deslizándome hasta que mi trasero estuvo a punto de quedar en el suelo

—Bueno —dijo—. Según mi criterio de maestro no graduado, digo que has adquirido el conocimiento suficiente para pasar con una enorme A.

Reí

—¿Ahora eres maestro? —lo miré con los ojos entrecerrados—. ¿Qué pasó con tu empleo como enfermero?

—Nunca me pagaron —bromeó, resoplando

—Oh, vaya —torcí el gesto—. ¿Quieres decir que vas a cobrarme?

—Me temo que sí, estoy bajo de recursos, bonita.

—¿Y qué quieres entonces? —me acomodé en el asiento

Me miró al sonreír

—Un beso.

Sentí mis mejillas ponerse de todos los tonos de rojo habidos y por haber. El hecho de que me hubiese hecho sonrojar causó que su diversión aumentara. Se relamió los labios en un gesto inconsciente, pero que noté a la perfección

—Bien —me encogí de hombros, entonces me acerqué y dejé uno en su mejilla—. Listo.

—Ahí no —corrigió al instante

—Nunca dijiste en donde —me defendí

—Oh, no, no vas a hacer trampa —me señaló—. No es justo.

—Tú error —me encogí de hombros

Me miró fijamente, supe que iba a hacer algo antes de siquiera moverse. Y cuando decidió reaccionar, ya no pude evitarlo. Las cosquillas en mi estómago me sacaron una risotada que no pude controlar, Ryan sonrió mientras cumplía con su objetivo, retorciéndome en la superficie con la única tarea de molestarme

—¡Ryan!

—¿Lo vas a cumplir?

—¡Suéltame! —chillé, su cuerpo poco a poco subió sobre el mío, sin detenerse

—Solo di que sí.

—¡Bien, bien! —pedí sin respiración, se fue deteniendo poco a poco, permitiendo que mis pulmones recibieran aire—. Las cosquillas son mortales para mí, ¿acaso quieres matarme?

Se quedó paralizado en segundos

—¿Enserio? Yo... —me miró alarmado, al ver mi expresión pareció comprenderlo—. Mentirosa.

Aproveché la distracción para cambiar de posiciones. Logré moverlo con facilidad gracias a que se había quedado pasmado, al final terminó sentado una vez más con la mitad de mi cuerpo sobre su regazo

Respiré hondo

—Tramposo —murmuré

—Tú —intentó recuperar su respiración—. Ahora debes cumplirlo.

La última de las estrellas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora