Esperamos a que el cielo se tornara completamente de noche.

Nos ocultamos en la oscuridad y yo fui la primera que se infiltró en la mansión de la manada del Oriente, porque conocía perfectamente bien. Jessi había ido con algunos soldados a informar a la manada del sur, para que no dejara que los humanos interfirieran.

Mi olor estaba cubierto por perfumes, pero no servirían si pasaba mucho tiempo. Me había escondido en el deposito y el siguiente paso era ir al granero, después de ello sería fácil.

Agarre ropa de sirvienta y me vestí tal y como ellas; para complementar agache la cabeza y caminé por los pasillos.

— Hey tú— Era el Beta de mi manada. Quise hacerme a la que no escucho, pero volvió a dirigirse hacia mí.

Aguanté mi respiración y me detuve.

—Lleva estas sobras al prisionero, puedes lanzárselos; pero hazlo ahora —Dijo entregándome y ni bien recibí la bandeja comencé a caminar lejos de él— Espera— mencionó y me detuve con nerviosismo. — Cuando vuelvas, lávate las manos y ayuda al Alpha a vestirse, tiene que verse presentable hoy.

Baje hacia el establo y adentro de ahí estaba la prisión, era una prisión secreta que solo las personas que vivíamos ahí conocíamos. Ya dentro de ese lugar también era donde torturaban.

Solté las sobras de comida en el basurero y volví hacia arriba para buscar agua. Cogí el agua hervida de la olla y la vacié en un recipiente, estaba a punto de salir cuando me detuvieron.

—¿Quién eres tú? — Pregunto la encargada de dirigir la cocina.

—Soy la nueva, el Beta de la manada me contrato— Respondí con diferente voz

—¿Para quién es el agua? — Volvió a cuestionar

—Para el Alpha, dijo que su balo estaba muy frio, y...— Trate de hacer un poco de drama. — Por favor déjame ir, el Alpha se enojará conmigo y cuando descubra que fuiste tú...

—Bien, adelante puedes irte— Dijo molesta

Salí de la cocina rápido y me hice A la que subía, pero cambié de dirección hacia la prisión. El problema era que se notaría sospechoso si diera atención a uno de los prisioneros.

De igual forma llegue hasta el fondo de la prisión donde estaban dos guardias.

— Ha habido un sospechoso en cerca a la mansión necesitan refuerzos, parece que es el Beta de la manada enemiga—Dije y ambos guardias salieron apresurados.

Puse la jarra de agua en el piso y cogí las llaves, empecé a buscar la celda de Eduard. No había ningún prisionero más, así que suponía que habían matado al resto. Abrí la celda y solté sus cadenas.

—Eduard, estoy aquí — Dije agarrando su rostro con mis manos.

Cogí el vaso encima de una de las mesas que tenían los vigilantes, y serví el agua que había traído.

—No puede ser, ahora estoy alucinando— Dijo Eduard con débil voz.

—Soy real, Eduard— Empecé a darle de beber y se sorprendió que el agua fuera real. Fadiam y Calf están distrayéndolos, necesitamos escapar— Mencioné cuando le di el vaso mientras yo seguía limpiando sus heridas.

Mi pueblo ya no volvería atacar, estaba con escasos económicamente así que se opondrían a seguir participando con Kiliam, por esa razón, él no atacaría la manada de las Tierras Oscuras.

—Tienes razón, tienes que irte—Mencionó y arrugue las cejas.

—No bromees Eduard, tienes a un pueblo que confía en ti, una hermana que espera tu regreso al igual que yo; así que levántate. — Vacié el resto de agua en su cabello, cara y nuca. Desgarre mi vestido y limpie con esa tela su rostro y trate de secar su cabello.

Eduard trato de levantarse, pero, aunque su proceso de sanación era rápido por ser Alpha, al no haber recibido nada de hidratación y comida, tardaría un tiempo. La única solución era llevarlo cargando conmigo transformada.

Había varios contratiempos si me transformaba, uno de ellos era que rápidamente se darían cuenta quien era y tendría que escapar.

—Eduard, tarta de caminar hasta la puerta de la prisión o del granero, volveré; voy hacer algo—

Salí antes de que él pudiera decir algo. Subí las escaleras rápidamente y encendí fuego en la biblioteca superior. Mi sangre estaba que ardía de nervios. Caminé hacia mi cuarto y también lo encendí. Volví hacia la oficina y encendí también fuego.

Ya estaba volviendo hacia el granero cuando vi a los dos guardias anteriores abriendo la puerta. Me lance hacia ellos, y los golpee.

—Ayuda, hay una chica que ha asesinado a los guardias— Grito una de las sirvientas muy asustada pro lo que había visto, pero solo los había golpeado.

Ingrese al granero sin perder tiempo y ahí estaba Eduard.

—Súbete — Le dije antes de transformarme.

Aunque yo estaba trasformada, sabía que cargarlo sería un reto porque pesaba mucho. Empecé avanzar, pero los guardias me rodearon. Por suerte estaba ahí, vestido de oficial.

—El palacio se incendia, es más importante apagarlo— Dijo este.

Aproveché eso y seguí corriendo. La lluvia empezó a caer en los terrenos y continúe corriendo en dirección a la manada del Sur. Para mi suerte encontré la cueva que habíamos preparado. Rogaba que aquello ocultará mis huellas y a nosotros.

Eduard se bajo de mi espalda y le entregue la comida y agua que habíamos llebado. Mañana nos dirigiríamos a la manada del Sur y completar nuestro plan para la victoria; hoy estaba lloviendo mucho.

No pude secar mi cuerpo mojado y me cambié la ropa. Y le pase a Eduard también algunas ropa. El frio de a cueva haría que me resfriara.

—Tu aroma volvió y es delicioso— Dijo Eduard sorprendiéndome por atrás.

Estaba oliendo mis hombros descubiertos, hizo que mi cuerpo sufriera de un cosquilleo por todo mi cuerpo.

—Pensé que te estabas muriendo, pero al parecer estas hasta mejor que yo — Mencioné dándome la vuelta.

La blusa corta que traía, cubría por completo; habíamos pensado que el plan resultaría tan bien, pero no habíamos contado que el clima iba a decir llover hoy mismo.

Soltó una risa ronca ante mi comentario anterior.

— Es que estas tan bella — Volvió acercarse y toco mis cabellos.

—Eduard me estas asustando, que pasa— Mencioné retrocediendo.

Estaba tratando de pensar, cuando el aroma de uvas fermentada llegó a mi nariz. Busque el lugar de donde provenía y era el agua que habíamos traído a las cuevas.

Fui a buscar esas dos botellas y al revisarlas estaban vacías. Seguramente Eduard se había tomado ambas sin pensar, para saciarse la sed. Ahora se encontraba algo ebrio y no sabía lo que decía.

—Vamos a dormir Eduard, debes estar cansado— Dije tendiendo una de las mantas en el suelo. — Ven recuéstate.

Me senté en la manta apegada a la pared. Él como niñito llegó hasta mi lado y extendió su cuerpo en el piso. Puso su cabeza en mis piernas.


La lluvia acompañaba el silencio y poco a poco cerré mis ojos quedándome dormida. Mañana sería el último día de Kiliam.

La Venganza de la Rechazada ( Mate del alpha) TERMINADAWhere stories live. Discover now