Capítulo I

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Otoño del Octubre

-Xander, Xander, cariño despierta.

¿Para qué quería despertarme?, no quería regresar al colegio a verle los rostros de todos mientras me miran con desprecio como si de un bicho raro se tratase, no necesitaba estar en un lugar soportando personas que solo querían que dejase de estar allí.

-Xander, vas a llegar tarde al colegio amor.

-Basta, ya escuché- Susurré entre ronquidos mientras quitaba sábanas de mi rostro y el leve sol de otoño golpeaba con sus débiles rayos de luz.

-Por favor no olvides acomodarte rápido, tu uniforme está planchado en la silla, apresúrate que debes bajar a desayunar.

-Lo sé, lo sé- Era fatigante para mí realizar esto todos los años, aun me faltaba para terminar el colegio, ¿cuánto tiempo más duraría en esto?

Rodando por las sábanas hasta caer al suelo, a rastras llegué al uniforme y me vestí sin levantarme, sin peinarme ni preocuparme por acomodarme bien la corbata, me puse un suéter negro con gris, uno que realmente no me quitaba, tenía figuras de mi cantante favorito, así que no me lo quitaría por nada, bajé murmurando entre dientes insultos, sin ganas ni ánimos, no pensaba asistir o al menos quedarme en todas las clases.

-Cariño no puedes irte sin comer.

-Llevaré el desayuno ma'

-Espera cariño, no te pusiste tu corbata.

-No me gusta usarla, esas formalidades son estereotipos y no quiero parecer uno más de ese montón.

-Xander, es reglamento del uniforme.

-Igual que es reglamento que los profesores no permitan bullying entre los estudiantes, nunca hacen nada al respecto.

-¡Xander espera!

Le cerré la puerta a mi madre sin dejar que hablase un poco más, era realmente molesto que siempre me obligase a utilizar esa inútil corbata que solo servía para ahorcar el cuello de las personas, y realmente ya yo estaba demasiado ahorcado con el solo hecho de ir hasta esa terrible cárcel que se hacía llamar plantel estudiantil, decidí sacar mis audífonos del bolso y colocándomelos para olvidar el mundo a mi entorno, caminé hasta el paradero de buses para tomar el que me llevase hasta no sé dónde, a veces solo quería que me llevase lejos y así pudiera olvidarme del mundo un rato al menos.

El bus llegó, me preocupé en subir de primero lo antes posible, no quería que las miradas de las personas se clavasen en mí para juzgar mi terrible apariencia de Lunes por la mañana, esto era completamente absurdo, tomé asiento al fondo, como de costumbre, y esperé que este se llenase lo suficiente para que el conductor avanzara, aún era muy temprano y el frío comenzaba a helar a esas horas, se acercaba el pronto invierno y mis ánimos estaban como las hojas anaranjadas de los árboles otoñales, esperaban decaerse más con el cambio de cada estación.

El bus se detuvo y las personas comenzaron a bajar, esta aun no era mi parada, cambié la canción porque algunas que tenía en mi playlist eran demasiado románticas a mi gusto, aunque mi cantante favorito era muy bueno en su género, algunas canciones como Love Letter se volvían tediosas para mí, apoyé mi cabeza de mi puño y mirando por ventana veía como las personas actuaban de zombies desvelados, era lógico pues era Lunes por la mañana, podría meter mis manos al fuego de que esos zombies lucían mejor que yo, volteé los ojos al pensar en eso y dejé que una sonrisa de sarcasmo se escapara de mis labios, que molesta idea era esto, mi parada se acercaba así que solo me levanté, caminé hasta la entrada del bus y bajé, mirando quizás el sucio de no pulir mis zapatos, pateando piedras y observando el tenue cielo gris con resplandor anaranjado, me dirigía rumbo al colegio, prefería entrar por la puerta trasera a que la principal, evitaría el contacto con muchos de los estudiantes y me quedaría cerca del campo con árboles que había en las instalaciones, podría saltarme la ceremonia de inicio y quizás si me apetecía, podría ingresar a alguna de mis clases, entrando y dirigiéndome hacia el árbol más lejano del resto, me recosté un rato, utilizando mis manos como fieles almohadas sobre el pesado bolso que había organizado mi madre, cerré mis ojos para sentir el frío rozar la piel de mi rostro y disfrutar de la buena música que mis audífonos proporcionaban a mis oídos.

Simplemente EllaWhere stories live. Discover now