—¿Mucho...afecto? —dije en voz baja, se vino a mi mente papá, Gohan y Goten, son los hombres a los que les tengo mucho afecto. ¡Ah! También al señor Piccolo y a Krilin también, y a Dende y a Majin Boo. Oh, estoy segura de que a Boo le encantarán los chocolates.

No pude evitar formar una sonrisa mientras pensaba.

—Así es —añadió Kota, volvimos la vista a él—. Es una tradición muy tierna porque a menudo las chicas suelen regalarle chocolates hechos a mano a un chico que ellas aman en secreto.

¿Aman en secreto?

Solo una persona vino a mi mente en ese momento.

—¡Takeru! —exclamé cuando él se situó a un lado de Kota pues estaba en su silla, frente a mí.

No pude evitar ruborizarme al recordar la forma en que se despidió de mí el día anterior.

—¿Qué tal su fin de semana? —los ojos rojizos del azabache se dirigieron a los chicos.

—Aburrido —declaró el castaño, con sinceridad. Alzándose de la silla, mientras se estiraba.

Hide alzó los hombros como respuesta, Yuki comentó su feliz fin de semana en el centro comercial. No pudo terminar de hablar porque el profesor Oshiro entró al aula, justo tras Trunks. No crucé alguna palabra con Takeru en todo momento. Realmente me parecía misterioso.

[ . . . ]

Caminaba sobre la acera junto a la pequeña castaña que no paraba de hablar, a diferencia de mí, ella sí tenía mucho para decir. Su voz tan diminuta y carente de cualquier señal de alzamiento solo parecía que se aceleraba.

—¿Qué dices, Gia? —giré mi vista a ella, con curiosidad—¿A quién le darás el chocolate que harás? —los ojos de ella viajaron directamente a la bolsa roja donde venían todos los artículos que ella misma me había ayudado a comprar.

No pude evitar sonrojarme. Yo sabía que ella había comprado para regalarle a todos los chicos que pasaran por su camino. Yuki era demasiado dulce y tierna. Sin embrago, yo solo tenía en el pensamiento a un chico en especial a quién darle ese chocolate especial que haría con mis propias manos.

Para todos los demás sería un par de dulces comprados, si esa era la tradición, sería feliz de compartir algo con mis amigos más cercanos.

Le sonreí dulcemente, dirigiéndole una mirada.

—Supongo que lo sabrás mañana —le dije, para después entrar en aquella rosada cafetería.

Aquel olor tan delicioso y agradable inundó mis fosas nasales, todo mi espíritu bailó ante tan regocijante efecto de felicidad. Me dirigí al instante hacia aquella barra donde ya estaba la encargada, nos brindó una sonrisa a nuestra llegada.

Tomé el delantal a la cintura, colocándomelo al instante. Yuki hizo lo mismo.

—Gia, esta charola es para la mesa seis —la voz fuerte de Ikali, la mayor de nosotras y encargada, resonó colocando aquella bandeja sobre la barra. Asentí al instante, tomándola, con firmeza.

Estaba muy repleta, para Yuki hubiera sido demasiado pesada, para mí era como levantar una pluma. Me dirigí hacia aquella mesa, tragué saliva en cuanto reconocí a aquella chica de ojos verdes.

No entendía muy bien aquel sentimiento que se arremolinaba en mi interior solo sabía que me reusaba en dirigirme en esa dirección; sin embargo, mis pies lo hacían.

¿Qué me pasaba? ¿Esa era la mesa seis? Kamisama, no, por favor.

Coloqué la bandeja sobre la mesa, esforzándome por sonreír ampliamente.

La hija de Goku| Son Gia. Segunda temporadaWhere stories live. Discover now