Capítulo 18: Visitantes inesperados.

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Él viejo hombre la miró por el espejo retrovisor.

—¿Estás bien, pequeña? —preguntó. —¿Por qué estas llorando?

"¿Uh?"

Susan tocó sus mejillas, notando que había comenzado a derramar lágrimas.

Ella... ¿Cómo le diría al amable hombre que su madre había muerto en un accidente de automovilístico? ¿Cómo podría ella...?

—Yo... —Susan sollozó. —Mis padres...ellos...

La ansiedad invadió el pecho de Susan, lenta y tortuosamente, de forma dura, mientras le contaba al anciano a duras penas lo que ella sabía.

—Entiendo. —la voz del anciano sonó triste mientras detenía el auto y daba una larga mirada al frente, con los ojos llenos de dolor y lastima. —Necesito unos momentos para ... Lo siento mucho por ti, cariño.

El auto se mantuvo estacionado en medio de la carretera, rodeado por el bosque y la lluvia, por lo que parecieron varios minutos. Solo los sollozos de Susan se oían. Él anciano hombre, Travis Donovan, se quitó los anteojos y frotó su rostro limpiando sus propias lágrimas en silencio, para después sonar su nariz, sus ojos enrojecidos.

Minutos después, encendió el auto y comenzó a conducir, dando miradas a la frágil chica de vez en cuando por el espejo retrovisor.

La lluvia se había detenido cuando llegaron a casa de Susan, y él hombre bajó las cosas en silencio, llevándolas al interior de la casa y dejándolas él mismo sobre la mesa de la cocina mientras le daba tiempo a Susan para recomponerse.

Finalmente, cuando la chica bajó y estuvo lista para pagarle, él se negó.

—Eres la nieta de Frank, la hija de la dulce Debbie, no necesitas pagarme. —dijo, mirando a la chica con una sonrisa triste. —Lamento mucho tu perdida. Debbie era una buena mujer, era como una hija para mí.

Él anciano dudó, pero finalmente le dio unas suaves palmaditas en la espalda a Susan.

—Sé que no soy muy cercano a ti, pero quería mucho a tu madre, —dijo él hombre. —puedes llamarme si necesitas cualquier cosa. Y tu hermano, volverá pronto junto a Charlie, ¿no?

Susan asintió débilmente.

—Bien...—él dijo. —Al menos sé que no estarás sola, llama cualquier cosa, niña.

—Lo haré, gracias. —Susan respondió.

Él anciano suspiró, subiendo al automóvil y dando una mirada triste al cielo antes de partir. La lluvia comenzó nuevamente, más fuerte que antes, comenzando a empapar a Susan.

Pero a ella no le importó mojarse. Simplemente se quedó allí, parada en la entrada, con la mirada perdida mientras comenzaba a derramar lágrimas. Su cuerpo temblaba mientras ella se deshacía en sollozos como una niña perdida y se dejaba caer sentada en el suelo.

Por el rabillo de su ojo vio una sombra moverse rápidamente y ruidos. Sin embargo, no le importó.

Había perdido a su madre, su adorada madre y a su padre... a la única figura paterna que tuvo. Los había perdido a los dos, la habían dejado. La habían abandonado dejando la a la deriva, dejándola sola. Asustada.

Su mayor temor se había vuelto realidad y ella misma no sabía que hacer ahora.

Se sentía sin un rumbo, como si todo se hubiese vuelto de un terrible color gris, mientras caía en un profundo abismo de dolor y desesperación. Una parte de su corazón se había ido con sus padres, y era misma pieza faltante la que le dolía terriblemente, como si agujas le fueran enterradas día a día, en tanto apretaban su corazón y lo lanzaban al suelo, solo para que un camión le pasase por encima, una y otra, y otra vez. Y el dolor era mucho peor que todo eso junto.

DRAAKON |JJK| (#1)Where stories live. Discover now