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Sus piernas se balanceaban a medida que su ansiedad aumentaba con cada minuto que esperaba a quien le prometió llegar, habían pasado alrededor de dos horas desde que había llegado y supuso que no tardaría más tiempo en su reunión, pero no, minutos y minutos pasaban y ya estaban por completar otra hora que contaba cuánto llevaba esperando. Era raro. Ella no lo había dejado embarcado anteriores veces, que sí llegaba tarde, no obstante no fallaba a su palabra.

—¿Qué esperas para dormir, Irane? —inquirió su hermano en la otra cama de la habitación, sentado sobre esta con las piernas cruzadas.

—Ella va a venir, Helga. Tengo que esperarla.

—Pero ya pasan de la una y tú deberías estar durmiendo —insistió sabiendo de las reuniones antes de dormir que tenían su hermano y la chica que raramente había ganado su confianza.

Irane negó rápidamente con la cabeza como si lo que hubiese dicho fuera un grave error.

—No, ella vendrá.

La habitación que compartía con su hermano mayor no era muy grande y diferente a las que había visitado cuando exploraba los rincones de la torre, el lugar se resumía a una puerta de madera, dos escritorios a ambos lados de las camas para una sola persona, cuadros no fáciles de entender y la distinguida ventana que daba vista al mismo bosque que todas visualizaban, nada más. Las habitaciones eran oscuras por lo que era normal ver lámparas encendidas aún con la luz del techo iluminando, casi se podían comparar con cuevas.

—¿Cuándo va a venir papá? —preguntó el menor a su hermano mayor que leía un libro sobre sus piernas cruzadas con desinterés.

—No lo sé, sabes que sus misiones a veces le hacen tomar tiempo o simplemente las resuelve rápidamente. Lo normal para él, Hansel siempre es arbitrario —finalizó volviendo su vista al libro viejo que ya había leído diez veces, no le gustaba, pero no tenía más qué hacer para buscar el sueño —Si llega hoy, duérmete.

Irane nunca entendía por qué Helga lo mandaba a dormir cada vez que presentía que su padre volvería, pocas veces había interactuado con el mismo, y por supuesto que no quería mantener una relación profunda con el nombrado, pues además de temerle a la propia Matriarca, al mejor cazador le tenía cierto inconformidad que luego pasaba al mismo miedo que le embarcaba cada vez que la mujer le dirigía la palabra. Helga desde que asumió el cargo con Irane, se ha encargado de que padre e hijo no se relacionen lo suficientemente como para traumar al menor, juró evitar cualquier impacto entre esos dos.

—¿Crees que mi poema le guste? Ya casi termino la canción y quiero que ustedes dos la escuchen —cambió de tema alegremente para evitar que lo volviera a mandar a dormir.

—Todos tus poemas son grandiosos y hasta... —pensó la palabra dispuesta al mirarle —pues... ¿Trágicas? La verdad no sé qué catalogar tus palabras casi confusas, hermanito.

—¡No son trágicas! Yo quiero mostrar amor y compasión en ellas, ¿todavía no lo entiendes? —se quejó con sus pucheros de niño pequeño que aún no se le quitaban.

—Pues busca a alguien que tenga tu misma percepción.

Irane dejó de hacer quejas y se puso a analizar lo que había dicho, era cierto, Helga y Neoma eran las únicas personas a las que había mostrado las palabras en su libreta ya vieja y desgastada, a nadie más se atrevía a mostrar palabras que le nacían del corazón en plena noche. Así era, todas las madrugadas le llegaba esa brillante inspiración que lo entusiasmaba a tomar su bolígrafo y plasmaba letra por letra con esa pasión que solo él sentía. Su hermano tenía razón, debía hallar a una persona dispuesta a comprender su apasionada manera de escribir.

Vínculos finales. Libro#03. Final.Where stories live. Discover now