Capítulo 1

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Seis largos, inimaginables años, habían transcurrido desde la última vez que pisaba la tierra de Alberta. Seis años desde aquella despedida en la academia. Seis años hacía que no veía a mi hermana frente a frente, seis años hacían que no montaba un caballo.

Cuando murió mamá tuve el presentimiento de que los cambios solo estaban comenzando, y un mes después tomé la decisión de volver. Dicen que las cosas malas pasan por algo, que después de la tormenta siempre sale el sol... Pero, ¿cuándo me llegaría a mí?

El avión llegó al aeropuerto de Edmonton al mediodía. Las valijas eran pesadas, pero no tenía ningún artículo de mudanza por el que preocuparme. Todo eso había quedado atrás.

—Miles, por favor, no te alejes demasiado; es mucha la gente que anda aquí.

—De acuerdo —refunfuñó él.

—Escucha —le dije, agachándome para quedar a su altura—. No quiero caprichos, ¿está bien? Solo quiero que te portes bien, ¿sí?

—Sí —sonrió, y me abrazó.

Bajando del avión, mi hermana me aguardaba junto a su novio, quien la abrazaba por la cintura para calmar sus ansias. Los ojos de Mandy brillaban de alegría. Allí me encontraba, a tan solo unos pasos de ella, viéndola buscarme. Cruzamos miradas y ella corrió a abrazarme, llorando de la emoción. Yo no podía parar de sonreír y de reír de tan solo pensar que lograba tenerla entre mis brazos nuevamente.

— ¡Em! ¡Emily! ¡Mírate! ¡No podría reconocerte, estas hermosa! —me decía, toda exaltada. Me soltó del abrazo, pero no me dejaba hablar; yo solo lograba sonreír—. Vaya, ¡mira, tu cabello esta más largo! ¡Y ya no lo llevas recogido! ¡Tienes flequillo! Menos mal que te lo cortaste para el costado, no sé si te hubiese quedado tan bien recto —No paró de hablar ni un segundo.

— ¡Ey, Mandy! Tranquila —intenté calmarla.

—Lo siento —replicó, emocionada—. Es solo que... me recuerdas tanto a mamá —su mirada se oscureció.

—Lo sé, hermana —contesté. Hubo un silencio.

—Lamento no haber ido al velorio.

—No hablemos de eso ahora. Ya es hora de presentarte a alguien, ¿no crees?

Ella miró por detrás de mí; veía una figura temerosa que se aferraba a medias de mis caderas. Mandy se agachó y sonrió.

—Con que al fin te conozco, ¡mi pequeño y hermoso sobrino! ¡Pero mira que guapo eres! —Intentó agarrarlo, pero él se fue hacia mi otro lado y comenzó a reírse.

—Miles, ella es tu tía Mandy, de la que te hablo siempre.

—Con que Emily se dignó a hablarte de mí, ¿eh?

—Bueno, ya deja de jugar y saluda.

Miles no tuvo problema alguno en abalanzarse hacia ella, como si la conociera de toda la vida. Mandy lo elevó por los aires y le dio un par de volteretas.

—¡Mira a ese! —le dijo—. Ese de ahí es mi novio.

Saludé a Andrew, que se había quedado esperando.

Los buenos ánimos se mantuvieron durante todo el camino a casa.

—Vamos, te enseñaré el hogar donde tu madre se crió —dijo Mandy a mi pequeño.

Ambos entraron a los saltos. Yo, en tanto, me quedé observando mi antiguo hogar y suspiré.

— ¿Te encuentras bien, Em? —me preguntó Andrew.

Cuando el galope se oyeWhere stories live. Discover now