Capitulo 11

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Toda la familia se sentó alrededor de la gran mesa en el amplio comedor, con los mejores cubiertos y la mejor vajilla. Los invitados de honor iban junto al abuelo: el apuesto Mariano Guzmán y su abuela, quién tenía la reputación de ser muy propia. El abuelo Pedro colocó la vela mágica cerca para impresionarlos. Estaba seguro de que el compromiso entre Mariano y Dolores sería muy favorable para la familia y la comunidad.

Camilo ocupó el lugar en la mesa entre Dolores y su padre. Consiente de que aquella era una cena muy importante y, sobre todo de que Isabela sabía sobre la visión, se esforzó por actuar lo más natural posible. Sin embargo, no podía estar seguro de que Isabela no les contaría a todos lo que acababa de escuchar, Camilo miraba fijamente a Isabela, quien estaba sentada frente a el al otro lado de la mesa.

Isabela volteo a ver a Luisa, quién apenas podía levantar su plato, y luego otra vez a Camilo, quien intensificó su mirada como diciendo <<¡No te atrevas!>>, Isabela le devolvió una mirada preocupada, estaba sufriendo para guardar el secreto y lo que se presenciaria esa noche. Camilo dirigió una mirada severa. ¡Ese no era el momento adecuado! Isabela le dovolvió la mirada, ¡Parecía que en cualquier momento iba a estallar!

— Al contrario ¡Es un honor para nosotros cenar con la familia Madrigal! — exclamó la abuela Guzmán — Tienen tan buena reputación. Y bueno en lo que respecta a Mariano pueden comprobarlo ustedes mismos

El abuelo Pedro alzó una copa y todos hicieron lo mismo.

— Si bueno, ¡Brindemos por una noche perfecta! — dijo con una sonrisa ligeramente nerviosa

— ¡Por una noche perfecta! ¡Salud! — respondieron los demás

Mientras los abuelos seguían charlando, Camilo mantenía fija la mirada en Isabela con advertencia silenciosa <<¡No digas nada!>>

— ¿Aguacate? — Mariano paso un tazón a Camilo y el se vio obligado a romper el contacto visual con su prima. En cuanto Camilo desvío la mirada, Isabela se inclinó hacia Mirabel y le susurro algo al oído. De inmediato, ella empezó a atragantarse con su comida. Sus bordados se deformaron y la comida salió volando por la mesa.

— Mirabel arregla tu ropa — le ordenó el tío Agustín. Los bordados se acomodaron a la normalidad, después miró con suspicacia a Luisa y luego a Camilo. El dirigió la misma mirada intensa que le había dirigido a Isabela para indicarle que guardará silencio.

— ¿Agua? — dijo Dolores algo nerviosa, al entregarle la jarra le dirigió una mirada de sorpresa y molestia a la vez, una vez más eso bloqueo su visibilidad. Aprovechando que no podía verlo, Mirabel le contó a su papá

Los ojos del tío Agustín se agrandaron. Empezó a atragantarse con su comida ¡Y lo es escupió en el plato de la abuela Guzmán!

Todos los presentes quedaron helados. ¿Qué estaba ocurriendo? Alarmado por lo que acababa de presenciar, el abuelo Pedro trató de seguir como si nada.

— ¡Casita! Creo que necesitamos un nuevo plato — ordenó

Aunque la casa no estaba funcionando del todo bien, trató de entregar un plato, pero en vez de eso dejo caer varios al suelo con un estrepitoso sonido que espanto a algunos de los amigos animales de Antonio.

La abuela Guzmán se veía sobresaltada, pero fingió que no notaba el extraño comportamiento de todos.

— Todos en el Encanto nos sentimos muy aliviados de que Antonio recibiera un don. Es bueno saber que la magia es más fuerte que nunca — dijo ella

Luisa trato de contener su sollozó.

— Si...muy cierto, muy cierto — respondió el abuelo Pedro sonriendo — Camilo ¿Me pasas la sal por favor?

Contento de ayudar, Camilo le sonrió a su abuelo y se dirigió a su padre, que estaba sentado junto a el.

— ¿Papá?¿La sal?

El padre de Camilo trató de entregarle el salero pero su mano temblaba sin control. El tomo el salero rápidamente y se lo pasó a su abuelo.

— Gracias Camilo

— No hay de qué, abuelito — respondió con una gran sonrisa — Lo único que deseó es ayudar a la familia

Se escuchó un ligero golpe en la mesa ¡Era Julieta! El tío Agustín acababa de terminar de susurrarle algo en el oído, ella volteó hacia su hermana Pepa e hizo lo mismo, pronto se estaba formando un pequeño huracán sobre la mesa del comedor.

— Ah, que curioso — comento la abuela Guzmán al ver la pequeña tormenta

— ¿Pepa? La nube — le indicó el abuelo Pedro avergonzado

Camilo se puso colorado, Pepa lo veía con angustia. En un esfuerzo por evitar la mirada de su madre, Camilo bajo la cabeza y...¡Notó que había pequeñas grietas en el suelo! Se agachó bajo la mesa para ver mejor ¡Se estaban extendiendo por todas partes!

— Camilo — lo llamó Mariano. El se enderezó y al hacerlo se golpeó la cabeza con la mesa — ¿Qué? ¿Más grietas? ¿O solo las ves cuando quieres sacarme de la pista de baile?— dijo a modo de broma y río con su acostumbrado tono encantador y agradable ¡Sin darse cuenta de que las grietas se estaban formando alrededor de todos los presentes! Los abuelos rieron amablemente, pero Camilo notó que su abuelo estaba sudando.

— ¡Ja! Si, eso es, eh, una pregunta muy graciosa — respondió Camilo, viendo de reojo cómo avanzaban las grietas en el suelo. De pronto, los animales de Antonio vieron y empezaron a aletear y agitarse nerviosamente — Y hablando de preguntás ¿No  había una, eh... pregunta que querías hacerle a Dolores? ¿Está noche? ¿En este momento?

Dolores volteo a ver a Camilo, molesta.

Confundida por la situación la abuela Guzmán decidió intervenir:

— Bueno ya que todos aquí tienen un talento, mi Mariano quería empezar la velada con una canción. Luisa ¿Podrías traer el piano?

Luisa quién estaba llorando en un extremo de la mesa, levanto la cabeza.

— Está bien — respondió entre sollozos. Se levantó lentamente de su lugar y arrastró los pies hasta el piano que sabía que no podría levantar.

Las grietas se multiplicaron. En definitiva, no había tiempo para una canción romántica. La familia estaba en peligro. Tenían que apresurar este asunto de la pedida de mano para que los Guzmán pudieran irse. Camilo se levantó.

— De hecho es tradición familiar cantar después — intervino Camilo

...

¡Hola!

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¡Nos seguimos leyendo!

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