Capítulo 7 : Cuando nada es como antes...

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20 días después...


¡Aitor!, ¡Aitor!. Escucho mi nombre. Alguien me llama de manera insistente, pero el parque de El Retiro esta lleno y no consigo localizar a esa persona. Sonia esta a mi lado y me apura para que sigamos caminando. Pero yo me paro , algo hace que mis pies no quieran seguir andando, esa voz dulce y femenina , no deja de gritar mi nombre.

Sonia se coge de mi brazo y me empuja, tiene prisa y quiere que le preste atención pero ni quiero ni puedo, mis ojos buscan a esa persona a mi alrededor.

Cuando ya decido rendirme y seguir a Sonia, la veo. Es una chica morena, con una larga melena lisa y castaña. Lleva un vestido palabra de honor, con estampado de flores en verde y azul, debajo del cual se intuye un cuerpo delgado pero con el punto justo de curvas. Unas curvas que volverían loco hasta el más cuerdo de los hombres. Sus largas piernas terminan en unas sencillas bailarinas, en un color azul agua, que solo ella es capaz de llevarlas como si de los tacones más elegantes se tratara.

Su cuerpo es bonito pero es su cara, sus ojos grandes y de un color miel, que te hablan con solo mirarte, y su sonrisa dulce y cálida , lo que hace que en ese momento todo mi mundo se pare. Solo puedo mirarla, ella es todo lo que siempre quise en mi vida, ella es Julia.


Quiero acercarme a ella pero algo me lo impide. Sonia tira de mi en dirección contraria, me aleja de Julia sin que yo pueda hacer nada.

Julia corre hacia mi y cruza la calle. Luego todo se vuelve borroso, la gente grita. Un coche a toda velocidad se salta el semáforo, se escucha un golpe seco y mi nombre deja de sonar, ya no me llama, ya no veo a Julia.

La gente se aparta y es entonces cuando la veo tirada en el suelo, inerte. El coche la ha arrollado y no he podido hacer nada...

Me mareo, no grito, todo se vuelve negro...


Piii... Piii...

Me despierto bruscamente, estoy empapado en sudor, respiro con dificultad. Todavía me siento desubicado. ¿Por qué he soñado con ella? Y lo que más me desconcierta, ¿Por qué un sueño tan horrible?.

Me dirijo al baño y me echo agua bien fría a la cara. Necesito despejarme.

Llevo poco más de dos semanas en Madrid y me siento como si hiciera meses que hubiera llegado. El tiempo pasa muy despacio y Julia ocupa el noventa por ciento de mis pensamientos, sin que pueda evitarlo.


Después de una breve ducha y un desayuno rápido salgo de casa hacia el Hospital. El Dr. Iglesias me ha citado a las doce y antes he quedado con Ángel. Necesito un café, alguien con quien hablar y una distracción que haga que mi cabeza deje de dar vueltas, intentando volverme loco.


Cuando llego a la cafetería donde he quedado con Ángel, miro mi reloj, son las once menos diez. He quedado con mi amigo a las once, aunque conociéndolo cuando llegue serán como mínimo y cuarto.

Me siento en la mesa del fondo y sin querer sonrío, esta cafetería me trae muy buenos recuerdos. Esta situada justo enfrente del Gregorio Marañón, y es a la que solía venir cuando trabajaba como residente.


Ángel sorprendentemente llega puntual a la cita. Después de un abrazo en el que vi peligrar parte de mi anatomía, y un saludo a voces, propio de el abogado más loco que se puede encontrar uno en Madrid , los dos nos sentamos y pedimos un par de cafés.

Todo pero NadaWhere stories live. Discover now