DESPUES DE LA TEMPESTAD VIENE LA CALMA

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DESPUÉS DE LA TEMPESTAD VIENE LA CALMA

Una semana. Siete días enteros sin saber nada de Samael. Con los nervios a flor de piel. Miles de distintos escenarios se repiten en su mente como una pelicula de terror. Sobretodo por las noches cuando se queda horas ahí tendida sin poder descansar. 

Hasta las clases con Teo se le han empezado a hacer eternas. Está desconcentrada y a veces de mal humor, con poca paciencia. 

¿Y si ya se ha cansado de ella?¿Si la relación a distancia no funciona y ya se ha rendido?¿Y si está herido? o peor ¿Y si es más grabe? ¿Y si ha muerto? 

Nunca se ha arrepentido tanto de no haber comprado un teléfono cuando tuvo la oportunidad. Con esa odiosa máquina por lo menos podría decirle cuatro cosas a la cara. ¿Por que no había venido a verla? ¿Por que no le da explicaciones por muy malas que sean?

- Ahora la tabla de multiplicar del nueve.- Dice Madison un poco desanimada. 

Sin embargo vuelve a prestar más atención ante la mueca de desagrado de Teo . 

- ¿Pasa algo? 

El niño se mira la manos tratando de evitar el contacto visual. Con un gesto demasiado tierno que devuelve a Madison a la realidad. Tarda unos segundos en hablar y cuando lo hace es en un tono tan bajo que debe esforzarse para escucharlo. 

- No me gusta la tabla del nueve.- Se queja el muchacho.- Cuando lo estudio con mamá siempre me da collejas cuando me confundo. 

Madison trata de aguantarse la risa mirandole con ternura. Pensando en que ojalá sus problemas fueran tan sencillos como un simple golpe de toque de atención. Recordando cuando su madre se lo hacía a ella. Un golpe, si, pero con que amor. 

- ¡Y me confundo todo el rato!- Se queja el niño cruzandose de brazos enfadado. 

- Equivocarnos no es malo Teo. Es así como mejor se aprende.- Intenta formarse una rápida idea en la cabeza para hacerle cambiar de opinión. - Y el hecho de que tu mamá te reprenda tampoco es malo. A veces uno no sabe que se ha equivocado hasta que alguien le llama la atención.

- ¿Tu también me regañarás si me equivoco?- Levanta por fin la mirada el niño chocando con la de Madison.

- Si.  Pero... en ves de una colleja... te toca un ataque de cosquillas. 

La pelinegra se abalanza sobre Teo que comienza a reir y forcejear tratando de deshacerse de las rápidas manos que le sacan las carcajadas.

Un carraspeo desde el marco de la puerta detiene el juego. La figura esvelta de cabello rubio y sedoso de la señora Valentine les observa.

- Siento tener que cancelar la clase por hoy pero se me había olvidado la cita médica de Teo.

- No pasa nada mamá.- Grita el niño levantandose de la mesa de estudio.- ¡Todo el mundo se equivoca! 

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La escalera del edificio es estrecha y la madera cruje a cada paso. Sin embargo ese sonido ya se le ha hecho familiar a Madison que sube despacio aprovechando este nuevo tiempo libre que se le ha regalado. 

Aún es pronto y planea ponerse un pantalón cómodo y pasarse toda la tarde frente a ese viejo televisor. Tal vez viendo algún documental de animales en el que pueda gritar a la gacela que huya más rápido aunque ya se sabe que el león la va a alcanzar. COmo si fuese una telenovela y no el mundo animal.

Su plan se ve cambiado cuando, subiendo los últimos escalones, da con un gran cuerpo de espaldas parado frente a su puerta que reconoce en seguida. 

- ¡Oh Dios Mío! 

Bajo la mirada de la mafiaWhere stories live. Discover now