— Es bueno verte, Manjiro —la negra y azulina mirada fueron hacía su derecha encontrándose con un alto y tatuado hombre al lado de un gran y ordenado escritorio.

— Lo mismo digo, South —respondió el japonés con una leve sonrisa.

— Por favor siéntense —pidió señalando los muebles mientras caminaba hacia ellos.

Ambos invitados asintieron y fueron directo al mueble más cercado para sentarse mientras que el de cara tatuada se sentaba en el que se encontraba frente a ellos.

— ¿No me la vas a presentar a esta bela moça, Manjiro? ¿Acaso es la misteriosa pareja que tanto escondes? —preguntó mirando de pies a cabeza a la fémina que se encontraba al lado del gánster.

— Para nada —rio levemente para luego mirar a la joven y hacerle una señal con la cabeza para que fuera con el brasileño— tómala como una muestra de cuanto aprecio nuestra alianza.

La mujer se sentó al lado del alto hombre con una suave expresión en su rostro, apoyo su cabeza en su hombro y tomo la fuerte mano del hombre para ponerla sobre sus desnudos y delgados muslos.

— La has entrenado bien —alabó palpando esos tersos y blanquecinos muslos— por favor, sírvete —dijo señalando la wiskera con una sonrisa mientras seguía acariciando las lechos piernas de la muchacha. Mikey tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no cambiar su sonrisa por un semblante de desagrado— ¿Viniste cómo te indique?

— Si —afirmó sirviéndose la amarillenta bebida— Venir por Perú fue buena idea, pasamos casi desapercibidos —le dio un gran trago al wisky reprimiendo sus impulsos de golpearlo.

— Te lo dije, la inmigración china y japonesa hizo que muchos de sus descendientes se quedaran allí a vivir o por defecto que hereden sus rasgos —explicó con simpleza sirviéndose también de la bebida alcohólica.

— Ellos también tienen una considerable cantidad de siembra de coca —habló mirándolo a los ojos, cosa que lo hizo soltar una fuerte carcajada.

— No más que nosotros, tenlo por seguro —dijo aun entre risas pasando su mano por la cintura de la mujer y apegándola a él— tenemos un 50% más de producción de coca que ellos, todo gracias al nuestro presidente que nos facilita todo.

— Los beneficios del narco-estado, supongo

— Tu mismo lo has dicho, cuando se trata de drogas, ni Colombia ni México pueden competir contra nosotros —una sonrisa de soberbia se pintó en sus labios mientras que ambos alzaban sus copas y brindaban sonriendo.

Su plática siguió por unos largos minutos más en la cual se volvió a recordar y establecer todos los beneficios que ambos tendrían con su negocio. South debía admitir que tener al más grande narcotraficante de todo Japón frente a él y estar cerrando un trato millonario con él le inflaba el pecho de orgullo y ego.

Manjiro Sano no es solo un narcotraficante más, no, él era EL narcotraficante de todo Asia, su banda criminal distribuía la mayoría de droga a países como Japón, China, Tailandia, Corea del Sur, Vietnam, Filipinas y Malasia, además de ser buscado a más no poder en estos, también distribuía armas tanto normales como modificadas por ellos mismos para tener una mayor letalidad. También tenían una pequeña ret de sicarios pero muy pocas veces prestaba de esta a servicio de los demás.

Así que sí, estar haciendo un trato con él era algo extremadamente bueno para él sin hablar de todos los millones de billetes verdes que le haría ganar.

— Entonces eso sería todo, tendrás 95 kilos de cocaína junto con 45 kilos de GHB dentro de 5 días directito en Japón. El LSD, 5-12, MDMA y PCP tardaran un poco más.

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