Epílogo: Cantares 1:2

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"Bésame, una y otra vez, porque tu amor es más dulce que el vino"

Cantares 1:2

Maggie estuvo lista para cruzar un día en que ninguno se lo esperaba

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Maggie estuvo lista para cruzar un día en que ninguno se lo esperaba. Todavía tenían planes de trabajar con ella por otro par de días y Hades tuvo que saltar sobre el rostro de Reese para despertarlo.

Estaba cómodamente acurrucado contra el costado de Luc y sólo hundió más el rostro en su pecho. Luc apartó al pequeño demonio y le preguntó qué pasaba. Debía entenderlos de alguna manera, porque luego tocó el hombro de Reese, tenso, y le avisó.

Maggie está por cruzar.

Le abrieron la puerta desde el otro lado. Sólo necesitaba el permiso de Lucifer para avanzar.

Estaba lista.

Reese jamás había salido de la cama tan rápido hasta entonces. Se puso los zapatos y se echó la capa de príncipe del infierno encima sin pensar. Luc no le dijo nada y lo vio correr fuera del cuarto. El pequeño Hades intentaba alcanzarlo.

Aun así, Luc ya estaba en la puerta del Purgatorio, abriéndola para él, cuando Reese llegó. Le gruñó algo sobre que era un tramposo, lo vio sonreír y le dio un rápido beso, antes de seguir avanzando entre las bancas y saludando a varias personas instaladas allí.

Maggie aguardaba junto a la puerta de piedra, con las manos unidas frente a sí y una sonrisita. Lo sabía. Podía sentirlo.

Luc apenas se acercó a la puerta antes de que esta se abriese desde afuera y alguien extendiese su mano.

Maggie esperó el asentimiento de Luc para aproximarse.

Los miró por unos segundos y volvió a sonreír. Eran las únicas dos sonrisas que la vio poner desde que la conocía.

—Gracias.

Después sujetó esa mano que venía del otro lado de la puerta y dejó que la sacase de ahí.

—Ten un gran día, Luzbel —Escuchó que decía una voz amable, aunque no podía distinguir a la persona porque la luz del Cielo sólo le dejaba ver una silueta.

Luc bufó.

—Tú igual, supongo.

—Todos mis días son grandiosos, gracias por tus deseos —Y antes de cerrar desde su lado, añadió un:—. Al Espíritu y a mí nos encantaría conocer a tu...

—A Reese —Luc se lo facilitó.

—A tu compañero —decidió la voz— en otro momento, si les parece bien.

Luc observó a Reese de reojo. Él entendió que era su elección.

¡Ni siquiera sabía quién era!

—¿Está bien? —Sonó un poco a pregunta, pero el otro lo aceptó y la puerta se cerró. Se inclinó hacia Luc enseguida—. ¿Y ese quién era?

—Jesús —respondió Lucifer, con calma.

—Ah, Je- ¡¿Jesús?! —Reese ahogó un sonido de sorpresa—. ¡¿Pero qué hace Jesús buscando a alguien del Purgatorio?! ¿No se supone que está sentado a la derecha de bla, bla, bla...?

Luc se encogió de hombros.

—A veces busca a alguien totalmente al azar para ayudarle, a veces le da por convertir agua en vino de nuevo. Es su truco favorito —agregó lo último en voz más baja, como si fuese un secreto.

Reese no sabía si estaba listo para enfrentar a seres místicos con aureolas de divinidad en torno a la cabeza. Se distraería mirándola.

—Será mejor que conocer a Dios, créeme.

—No tengo ganas de conocerlo —admitió Reese, negando.

—¿A más ángeles?

—Si son como Miguel, sí.

—Los querubines tienen su encanto también...

—¿Bebés en pañales con alitas? ¿Como Cupido?

—Asmodeo es Cupido.

—¿Qué? —Reese boqueó por un segundo y sintió que su mente colapsaba intentando asimilar la imagen—. ¡No!

—Oh, sí —Luc asintió, divertido.

En ese momento, no se imaginaba que un día también habrían historias sobre ellos dos pasando por el Purgatorio tomados de la mano, Lucifer ajustándole el cuello de la capa bajo el umbral de la salida mientras le preguntaba si quería dormir otro rato y Reese distrayéndolo con algunos besos en la quijada, hasta que él bajaba la cabeza para besar sus labios.

O tal vez ya las había. 

Soberbia (Pecados #1)Where stories live. Discover now