1 Pedro 3:14

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"¡Dichosos si sufren por causa de la justicia! «No teman lo que ellos temen, ni se dejen asustar»"

1 Pedro 3:14

El jardín del Edén era una especie de fantasía embotellada

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El jardín del Edén era una especie de fantasía embotellada. Un paraíso miniatura. El césped húmedo, los árboles de espeso follaje, la luz natural que provenía de alguna parte entre los cristales del techo, el sonido del agua de una cascada que discurría con la forma de un río y atravesaba parte del espacio disponible. Todo bañado por una luz dorada de divinidad.

Incluso Luc.

En especial Luc.

Luc, allí parado, con su capa negra, su cabello largo y sus ojos marrones, envuelto en esa energía etérea que lo hacía brillar y suavizaba sus colores fuertes, como si estuviese en presencia de un ángel.

Reese apenas consiguió tragar en seco. El corazón le martilleaba en el pecho y no podía apartar la mirada más de unos segundos, antes de volver a fijarse en él.

Quizás tendría que haber pertenecido a un lugar como ese. Amplio, brillante y precioso. Pero desde la sala sombría en que se sentaba a diario era donde podía ayudar a la gente, no allí.

—Es relajante, ¿verdad? —La comisura de la boca de Luc se alzó apenas un poco mientras daba un vistazo alrededor—. ¿Sabes por qué me gusta?

Reese intentó dar con una explicación razonable, en serio lo intentó, pero no conseguía formular muchas palabras que sonasen coherentes en ese instante.

Luc lo tomó como una invitación a continuar y dio algunos pasos por aquí y por allá, esquivando con gracia las flores entre el césped.

—El Edén que el mundo conoce fue el verdadero inicio de la humanidad —le explicó Luc, con suavidad—. Imagino que sabes cuál es la historia.

Reese atinó a asentir.

—Adán y Eva. La serpiente que los engañó y el exilio cuando Dios se enojó.

Luc soltó un bufido y un "Dios, Dios, Dios, como si Dios tuviese que protagonizar todo".

—Te voy a contar una versión mejor, más...interesante —declaró Luc, invitándolo a acercarse con un gesto.

Reese caminó hacia él como en un trance. Luc paseaba con sumo cuidado entre las flores y delineaba el borde del río. Una brisa salida de quién sabía dónde sacudía parte de su cabello de vez en cuando.

—Adán y Eva no fueron...exactamente los primeros. Para poblar el mundo con sólo dos personas, ya sabes, se habría visto mal. Demasiado incestuoso.

Luc se desabrochó la capa y la dejó deslizarse detrás de él. Cayó en el césped, pero Reese no pudo preocuparse, porque el príncipe llevaba ropa blanca debajo por primera vez desde que se conocían y este color parecía absorber la luz dorada del jardín y añadirle otro efecto a toda su silueta.

Soberbia (Pecados #1)Where stories live. Discover now