Lucas 16:26

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"Y además de todo esto, hay un gran abismo puesto entre nosotros y vosotros, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros no puedan, y tampoco nadie pueda cruzar de allá a nosotros"

Lucas 16:26

Los primeros días de Reese en el infierno conocido como la Casa Tártaro fueron bastante simples y pudo acoplarse a una rutina: se levantaba a media mañana, limpiaba un poco el área de los espejos, buscaba la comida de ambos en el comedor, luego en...

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Los primeros días de Reese en el infierno conocido como la Casa Tártaro fueron bastante simples y pudo acoplarse a una rutina: se levantaba a media mañana, limpiaba un poco el área de los espejos, buscaba la comida de ambos en el comedor, luego en la tarde se dedicaba a hablarle a otros asistentes cuyos rostros olvidaba de inmediato por alguna razón cuando Luc necesitaba algo, organizaba sus papeles y tenía tareas menores como transcribir información que no comprendía. Estaba feliz de que nadie lo reprendiese si se le olvidaba lo que hacía a mitad de la misma actividad o porque tuviesen que repetirle las cosas dos y tres veces en algunos momentos.

En la noche, pasaba por el comedor y se marchaba con sus bandejas de nuevo, seguía a Luc cuando daba una vuelta por la estructura supervisando quién sabía qué y le dejaba un bocadillo nocturno antes de irse a su cuarto. Tenía el resto de la noche libre si no lo necesitaba y acceso al wi-fi. Y una muy buena señal, además. Mejor que en su casa.

Estaba a mitad del capítulo de una serie de Netflix cuando alguien tocó a su puerta la noche del quinto día. Era Rommel, el asistente de Ham.

Rommel se mantuvo bajo el umbral de la puerta incluso cuando Reese lo invitó a entrar. Formaban un interesante contraste el chico de lentes y camisa manga larga en la entrada con el del pijama de oso marrón y pantuflas de garras que estaba tirado en la cama con su laptop sobre el regazo.

Nadie le dijo que tenía que ponerse pijamas "serias" por si lo buscaban en la noche. No era su culpa.

Reese apartó la laptop de inmediato y se enderezó, adoptando la expresión más seria que podía tener alguien con su ropa en esa situación.

Rommel ignoró por completo cómo estaba vestido y revisó los papeles que sostenía.

—Al Señor —Se refería a Luc. Ya había oído que la mayoría lo llamaba así— no le gusta la comida del comedor. Si pudieses hacer algo al respecto, sería mejor para todos los seres en este lugar.

Reese asintió, despacio. A él le parecía bien, pero quizás alguien como Luc tenía un paladar más exquisito.

—¿Algo más?

Rommel negó tras darle una mirada larga que le supo a decepción absoluta.

Quizás tendría que buscarse mejor ropa. O al menos una pijama que no fuese de un osito.

Al día siguiente, tomando en cuenta lo que Rommel le dijo, comenzó a cocinar para Luc y para él.

Su "jefe" lo notó en cuanto Reese puso el plato en un hundimiento de la columna que le servía de asiento. Arrugó la nariz por unos instantes, olfateando.

Soberbia (Pecados #1)Where stories live. Discover now