𝔽𝕚𝕟𝕒𝕝

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Creo que grité, porque sentí a Jihyo abrazarme y decir que estaba ahí, que no se iría. Me acarició mientras mojé su camiseta con mi llanto. Ella tatareó nuestra canción. Rainbow. Y entonces sonreí con el pecho apretado.

No podía mentirle, no otra vez.

— Lo s-siento.— dije cuando estuve más calmada.— Lo siento, lo siento.

Repetí esas palabras para desahogarme, más me seguía sintiendo angustiada. Más que nada me sentía una basura, una mierda que no podía controlar sus impulsos.

Todo porque sabía que estaba a punto de romperla a ella también.

— Dímelo.— susurró suave, oliendo mi cabello castaño y corto. Hace mucho no era rubia.

— Las drogas, Jih.— mencioné queriendo llorar de nuevo.— No las dejé, lo siento, lo siento tanto.

Ella me apartó, creí que me iba a gritar, que se iba a enfadar. Pero me miró a los ojos rebosantes de cariño. Los ojos de Jihyo brillaban, eran tan hermosos como la noche, oscuros pero con estrellas.

Me atrajo a sí, me sentí bien en el abrazo, como sí no hubiera confesado eso. Ella me apretó, me acarició de nuevo y dijo tan calmada como el mar:

— Lo sé, vida.— me aferré a ella con miedo. Esto no era un sueño, lo sabía, porque Jihyo jamás me hizo sentir más calmada como cuando me tocaba.

— Perdón.

— Vida, buscaremos ayuda.— dijo.— No quería mencionarlo hasta que lo hicieras, y me alegra tanto que confíes en mí.

Jihyo nunca me dijo "amor" ni otros apodos después de la boda. Ella decía vida porque yo era la suya.

Esa noche no pude dormir, di vueltas. Mi mente trabajaba demasiado. Temía que la ayuda no funcionara, temía que todo fuera peor.

De pronto, la mano de Jihyo me rodeó. Y con dulzura se quedó despierta hasta que me dormí.

Al día siguiente llamé a varias personas, hablé diciéndoles que quería ayuda. Dije que, desde que casi muero de sobredosis, seguí con la cocaína. Nunca paré pero sabía exactamente la cantidad necesaria para sentirme bien y que no se notara mi estado. Por eso Jihyo no lo sabía al principio, ella me dijo que lo sabía desde hace una semana y creyó que llevaba menos tiempo con eso.

En mi primera sesión hablé de mi familia. La segunda hablé de mis traumas de pequeña. En la tercera sonreí por fin, porque hablé de Jihyo.

Amaba tanto a Jihyo que fue mi única motivación a hacer este tratamiento. Pero no me malinterpreten, yo no me odiaba. No odiaba nada de mí, sólo el haberle mentido.

Jihyo me contó sobre su familia, Mina nos visitaba con su novia y nuestras charlas eran eternas.

Pero una vez que había ido a un restaurante con Jihyo, dije que quería ir al baño. Este estaba a un lado de la terraza, porque estábamos en un gran edificio, y vi rápidamente a ese lugar.

Había un rostro familiar.

Me acerqué hasta llegar a esa persona que me miraba sonriente, nunca le había visto pero sentía que sabía quién era.

— Sana, querida.— rió con un cigarrillo en sus dedos con uñas largas.

— ¿Te conozco?

— Es una pena que no reconoces a tu mayor fan.

— ¿Jimin?

— El mismo, o bueno, la misma.

Era demasiado diferente. Tenía un top y falda, su cabello rubio largo, ligero maquillaje y tacones. Esta persona era otra, pero su sonrisa que no dejaba ver sus ojos me hacían saber que sí, ese era Jimin. O esa.

— No sabía que tú...

— Está bien, no nos vemos hace mucho.— terminó el cigarrillo y lo dejó en la basura a un lado.— Simplemente cambié a un cuerpo que es mío, sigo siendo la loca que ama acostarse con los guardias de seguridad.

— Me alegra mucho que por fin te veas como quieres.

— Creo que finalmente somos felices, ¿no? Yo en mi cuerpo y tú amando a Jihyo.

Miré hacia atrás aunque nuestra mesa no se veía desde ahí.

Siempre supe que Jimin odiaba su cuerpo pero lo usaba para obtener placer. Ahora entendía todo, Jimin era una mujer atrapada y ahora las cadenas se rompieron. Sin decir palabra, la abracé porque la extrañaba, porque ella estuvo conmigo y yo con ella muchas veces.

Cuando conocí a Jimin, coqueteando con uno de seguridad de un bar, supe que sería interesante acercarme.

Estoy feliz de haberlo hecho.

— Supe que eres importante ahora.— mencionó al separarnos.— Twice tiene el éxito que querían y tú el tuyo. Siempre te has ocultado detrás de letras que no querías escribir, hoy las cuentas, hoy eres lo que siempre quisiste.

— Tú también lo eres, Jimin. Recuerdo nuestras charlas de borrachera, a veces decías que querías otro cuerpo, yo no lo entendía sí el tuyo era perfecto. Ahora sé a qué te referías

— Creo que siempre di señales, sólo temía iniciar a cambiar. Cuando escuché Rainbow la primera vez, me sentí optimista, sentí que yo podía con eso. Así que gracias por eso.

— Jihyo fue la inspiración para eso.

— Entonces dile que gracias, ella siempre fue linda conmigo.

Después de esa charla, me despedí y no volvimos a vernos. Jamás supe qué ocurrió con Jimin, pero se veía liberada.

Los meses pasaban, cuando menos lo esperé, tenía el alta. Ya no era una adicta.

Jihyo se alegró, me besó tantas veces, me abrazó y rió conmigo por tal felicidad. Conduje a casa escuchando música con ella, cantando canciones aleatorias de la radio. Sí no las sabíamos, las gritabamos igual.

Mi amor por esa mujer crecía y crecía, nunca dudé de ello. Y menos de lo que ella sentía. Porque simplemente lo sabíamos, sabíamos que nos teníamos. Pero también sabíamos que puede existir la posibilidad de separarnos, sólo que no sería ahora, y esperaba, en el futuro tampoco.

Una vez miré a Jihyo sentada en el patio, unos sillones de jardín y una mesita. Ella estaba debajo de la sombrilla, acarició su gran estómago con dulzura y pude verla susurrar.

Me senté con ella, poniendo mi mano sobre la suya, nuestros anillos chocando.

Y lo supe entonces.

Sí quieres amor, debes aprender a luchar por ello.

Fin.

If you want love  Ꞝ  SahyoWhere stories live. Discover now