Supongo que abrí demasiado mi corazón. Pero escondí verdades, escondí dolores. Quería que Jihyo me viera bien, como una persona.

Cuando estuve en el hospital, la escuchaba tararear canciones. Miraba por la ventana y sonreía cuando la luz del sol le daba en la cara. Recuerdo exactamente un momento de ellos.

"— ¿No crees que las nubes son hermosas? — preguntó ella.

— No.

— Sana-ssi~ No seas amargada.

— Ni siquiera puedo levantarme de la cama, Jih.

— Yo estoy aquí, usa mis pies. Usa mis manos, usa todo de mí. Estaré para ti incluso cuando me odies.

— ¿Por qué te podría odiar?

— La gente hace eso, te quieren y te odian luego.

— Yo jamás te odiaría.

— ¿En serio?

— ¿Sabes qué pensé antes de que me encontraras?

— ¿En qué?

— Eres hermosa, Jihyo. Tan hermosa para un amor cruel. Me iré pronto y duele como sí estuviera muerta."

Ella quería decir que no me fuera entonces, pero no lo hizo.

Sí ella me lo pidiera una sola vez, yo me hubiera quedado.

Supongo que sí quieres amor, tienes que doler.

Le mentí diciendo que no lo quería. Sí Jihyo me pidiera algo, yo se lo daría. Una galaxia entera le compraría. Y fue cruel que no se despidiera de mí, porque sí veía sus ojos, no podría soportarlo. Miré a todas partes, Seulgi me dijo:

— No vendrá, Sana.

A veces quisiera ser más sincera, pero nunca lo fui.

Aunque hay una excepción, siempre oculté bien mis problemas. Incluso con Jihyo. Ella era luz, yo una sombra apagada que se rompía a pedazos.

Estoy hecha de cristal, pero Jihyo no se daba cuenta de eso.

Miré por la ventana de mi estudio en el club, la extrañaba. Cuando me acerqué a ella sólo quería compañía, porque ese día perdí a mi hermano en un accidente en la carretera. No lloré por él.

Lloré porque las cosas empeoraban en mí, porque quería estar en lo más alto de las nubes y gritar, nada en particular, sólo gritar. No era tan devota a Dios, pero esperaba que me escuchara. Que me ayudara.

Y entonces me envió a Jihyo.

Cada toque suyo borraba el infierno. La miraba y su cabello castaño me gustaba, la miraba y sus ojos brillantes me gustaban, la miraba y sus gestos me gustaban.

Estaba tan perdida, la ansiedad me consumía. Pero el temor estaba siempre. A veces me despertaba con ella durmiendo a mi lado. Y lloraba en silencio, me había enamorado tanto que estaba a la deriva. Miraba mis manos, esas que la habían tocado, y quemaban. Quemaban tanto. El fuego imaginario se enfrió cuando ella despertó y agarro mis manos para abrazarme. Entonces ya no era fuego, era un atardecer en la montaña más alta.

No dije nada a nadie, salí del club. Tomé un taxi. El corazón se me aceleraba.

Y entonces llegué al edificio.

Golpee la puerta, su amiga Mina me miró.

— ¿Qué haces aquí? — su voz molesta, la entendía.

If you want love  Ꞝ  SahyoWhere stories live. Discover now