Capítulo 3

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Camila

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Camila

Levantarme de la cama esta mañana ha sido un reto abominable. Tengo varios despertadores agregados
a mi iphone y los mismos no han parado de sonar desde hace dos horas. Por primera vez no deseo ni ir a
trabajar. Me siento como si un autobús me hubiese pasado por encima, pero no tenge ningún dolor
físico. Mi mente es la que se encuentra en completo shock, como si tuviese una nube gris en el tope de
mi cabeza persiguiéndome durante cada uno de mis pensamientos.

La canción Despacito de Luis Fonsi sale por cuarta vez por mi emisora de radio favorita, y de igual
manera como dice el título de la canción salgo de la cama para comenzar otro día.
De la manera en la que siempre acepto y ejecuto mis responsabilidades ha sido lo que me ha llevado a
alcanzar mis metas.

Salgo de mi apartamento luego de que me tomara más de una hora y media en arreglarme y verme presentable para ejercer otro día de trabajo. Nunca he sido el tipo de mujer El pobre Alexander se tuvo que encargar de preparar los panes frescos, donas, y
abrir el local con uno de nuestros empleados a tiempo parcial. Entro cabizbaja, avergonzada de llegar
tarde cuando veo a Alexander con su carismático carácter servirle felizmente un café mediano a un
cliente.
Camino a pasos agigantados para unirme a él y cuando nota mi presencia, me abraza inmediatamente como si no me hubiese visto en años.

—Ohhh, Camila. Pensé que alguien te había raptado. Llamé a Mariana y ella lo que hizo fue reírse, pensó
que finalmente habías pasado el fin de semana liberando la mala racha que tienes y disfrutaste bajo las sábanas de la cama de uno de los bartendes de Al Fresco —dice desesperado con su cabeza pegada a mi
cuello.

Respiro profundo porque no deseo contarle el ridículo que pase el sábado en la noche. Todavía es la
hora que no me puedo arrancar de la mente al infeliz bartender de Al Fresco. Quizás él pensó que las
lágrimas que derrame al final fueron por tristeza ante sus palabras, pero no fue así, lo que sentía era rabia. Coraje conmigo misma por no haberlo abofeteado, aunque dentro de mí sé que él tiene toda la razón.

Alexander aleja su cuerpo y con su mirada me inspecciona de arriba hacia abajo para ver si físicamente estoy bien.

—No te preocupes. El abogado no llego, pero hable con uno de los guapos bartenders de Al Fresco –veo como el rostro de mi mejor amigo se ilumina y antes de que el inicie su interrogatorio comienzo aexplicarle todo lo que sucedió el sábado en la noche.

A pesar de hace unos minutos no desear en lo absoluto contarle la vergüenza que pase, nadie mejor que él para poder desahogarme.

—¡No! Ahahaha... Eso solo te pasa a ti. Cuéntame, ¿cómo se veía el bartender? Porque las veces que he
ido además del lugar ser increíble, el físico de los empleados es lo mejor que tiene el restaurante. Por
eso no se vacía —expresa entre fuertes carcajadas.

—Pues la verdad el hombre no estaba nada de mal, aunque las cosas que salieron de su boca sonaron
como un típico stalker. Puedes creer que me ha estado observando cada vez que he visitado el local  —le respondo mientras acomodo un delantal en mi cuerpo.

Las Gorditas también AmanWhere stories live. Discover now