10 | 𝓕𝓮𝓵𝓲𝓬𝓲𝓽𝓪𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼

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Si bien Rashta sabía que no tendría un banquete, una pequeña parte de ella anhelaba que el emperador se arrepintiera y mínimamente organizará algo para que pueda ser el centro de atención y que los nobles la felicitaran.

Lamentablemente, eso no sucedió.

Luego de firmar los papeles con la firma que había practicado con tanto esmero, un vacío se situó en su pecho y con el corazón en la boca admiro como el canciller se marchaba sin molestarse en ocultar su indiferencia. El emperador también la dejo sola y su decepción aumento mas al ver que no recibió regalo alguno de la emperatriz.

¿No se supone que ese era su día?
El día en donde sentiría que el mundo estaba en sus manos resultó ser más cruel de lo esperado.

Sin festejo ni aplausos.

Rashta, resignada, caminó con desgano hacia el palacio Este, con la cabeza gacha y sin mirar por dónde caminaba, a fin de cuentas estaba segura de que todo aquel que la viera la evitaría sin dudar.

' No es justo '

Mientras caminaba, muchas cosas pasaban por su cabeza pero se veía incapaz de comprenderlas. Quizás seguía aturdida debido a que las ilusiones que tenía de aquel día se destrozaron en un segundo y no sabía que hacer al respecto.

' Rashta le prometió que la invitaría al banquete... '

La imagen de la radiante mujer de ojos dorados brillo en sus recuerdos apesar de aún no saber quién era, ya que por mucho que la albina trato de sacarle a Sovieshu la verdad sobre la identidad de la mujer que estaba en la casa de cristal, este esquivo el tema y por temor a abrumarlo dejó de indagar.

Pero incluso sin saber su verdadera identidad, Rashta era concientes de que la dama debía de tener un alto estatus ya que, por los nobles que vio hasta ahora, pocos eran los que transmitían esa aura elegante e imponente como la peli negra.

Por un momento recordó al emperador y la emperatriz, quienes poseían ese tipo de aires. Pero no supo como relacionarlos con la dama.

Se sintió culpable en muchos sentidos, ya que le había jurado a esa mujer que tendría un gran banquete y qué ella podía asistir, a fin de cuentas Rashta disfruto sinceramente tomar el té con ella y la dama parecía querer a Rashta, ya que vino a verla especialmente a ella.

' -- Si es el banquete en su honor, no dude de que iré '

Cuando la idea de ir a la casa de cristal, y desobedecer la orden dada por Sovieshu, le cruzó por la cabeza, se vio a si misma chocando con un firme muro que la desequilibró.

Dio un paso hacia atrás confundida y alzó la mirada.

" ¡Ah! "

Se cubrió la boca con ambos manos.

No era un muro con lo que había chocado, pero sin duda alguna era tan alto que fácilmente podría confundirse con uno.

Akela se dio la vuelta y agachó la mirada para poder ver a la persona que había dado contra su espalda. A su lado Rossele hizo lo mismo y se sorprendieron al mismo tiempo.

" ¿Señorita Rashta? "

Rashta podía jurar que la mirada fría como el hielo de la peli negra se volvió ridículamente gentil en cuanto sus miradas se cruzaron.

Algo temerosa asintió.

' Rashta no recordaba que sea tan alta '

Su perspectiva de la mujer cambio abruptamente al verla de pié y confirmar que era tan alta como el emperador.

Serendipia: el caso de la princesa y la amante [ Rashta ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora