Capitulo 2

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La noche de un viernes cualquiera. 

2 de febrero; un febrero que nos dejo lluvia, lluvia y además de mas lluvia; frio. Pero yo no solo podía sentir su frio. Podía sentir como este mes se estaba llevando pedazos de mi alma ya rota de por si trozo a trozo. Me parecía humillante la manera en la que cualquier persona de mi edad o adolescente podían "mover sus culos a algún lugar y divertirse con otra gente" y yo simplemente no podía. Pude haber juzgado en si la manera en la que se estaban divirtiendo era en realidad divertida o no, pero no pude porque yo había hecho todo aquello antes. Yo había estado en ese mundillo; si, ese de "beber por moda" o de simplemente "ir a un lugar abarrotado de gente y con alta música con tus amigos por ir". Tuviera o no necesidad de salir o de beber, iba. Supongo que lo hacia porque pensaba que entre todo aquello, entre toda esa multitud, me encontraría a mi misma. Pero me perdí aun mas. Me pegue la ostia, abrí los ojos y pude verlo todo desde la perspectiva de "estar a punto de caer por el precipicio". Solo espero que algún día la gente solo lo haga por que realmente le haga feliz estar en esos lugares y porque disfruten bebiendo, y no por simple necesidad de sentir algo. Te hare un pequeño spoiler: no sentirás nada. Y por eso yo me sentía tan inútil aquella noche de Febrero, porque habiendo salido de todo aquello e intentando vivir con la mayor normalidad a pesar de todos los problemas, seguía estancada en todo lo que había pasado recientemente. Hiciera lo que hiciera, me seguiría sintiendo insuficiente y tonta. Así que fue lo que decidí: no sentiría nada mas a partir de ahora. Pensé en que aquella noche todo cambiaria. Pensé que esa noche podía llorar y llorar hasta quedarme dormida si quisiera, podía reírme de mi misma, podía gritar y enfadarme conmigo misma y con todo el mundo todo lo que quisiera pero a la mañana siguiente todo aquello desaparecería. Solo me centraría en mi y en mi vida, y me daría igual si eso era ser egocéntrica. Fingiría si así la gente se quedaba callada y conforme y ya. Y si a todo eso se le llama "tocar fondo", si, lo hice: llore. Obvio que llore y me rompí mas. Pedí perdón en mis adentro por todo lo que había sido últimamente y por cosas que ni siquiera habían sido mi culpa. Toque fondo aquella noche, y pensé en que no tocaría fondo nunca mas, pero eso cambio cuando el y otro tipo de casualidades me alcanzaron. Fue como una gran ola que me ahogo en vez de llevarme de vuelta a la orilla, porque en realidad era lo que había estado haciendo todo ese tiempo: nadar en circulos. 

Casualidades prohibidasDove le storie prendono vita. Scoprilo ora