Capitulo 52. El punto ciego siempre está a la vista

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Decide concentrase en algo distinto, levanta la vista hacia el cielo, y sus ojos captan algo tan hermoso y glorioso que le hace sentirse vivo...

Algo que hace que sus deseos más mundanos se alboroten de manera estrepitosa. Algo... excitante.

En la luna, el color rojo se extiende casi en su totalidad de una manera hermosa, es como si la luna estuviese sangrando y vaciando todo lo que lleva en las entrañas de una manera especial.

De algún modo, a Scott, ver la luna de sangre estallar en tal hermosura le hace sentir caliente, como si cada lugar de su cuerpo estuviese siendo estimulado por el cuerpo del hombre que lo sostiene, incluso si solo un suspiro roza por su cuerpo.

Es un sentimiento tan extraño, siente que su cuerpo está agonizando de dolor, pero aun así se siente caliente.

Se siente débil, se siente sensible, se siente como un Omega entrando en celo.

Inevitablemente, ante un mar de sensaciones, soltó un jadeo ahogado y se hizo pequeño entre los brazos del alfa, le da pena, le da mucha pena que alguien pueda describir que hay un pequeño bulto haciéndose más y más grande en su entrepierna.

"Mi Rut... Se adelantó, se adelantó..." Pensó el joven alfa mientras llevaba sus manos hacia su estómago y lo presionaba con fuerza. Hay una extraña sensación de calor recorriéndole la espalda y el estómago, como si alguien hubiese metido su mano dentro de su cuerpo y hubiese revuelto sus intestinos.

Inevitablemente entro en pánico.

—No dejes que me vean... —Suplico el alfa mientras temblaba del dolor y observaba el color de la luna volverse más intenso frente a sus ojos, se siente hipnotizado —Por favor... Ha...

Para alguien como Scott, que siempre ha mantenido un perfil de hombre seductor y varonil, llorar, temblar y jadear desconsoladamente en los brazos de otro hombre es sinónimo de debilidad.

El simple hecho de abrazar a otro alfa le hace sentir que cualquiera que lo vea, le mirara con desprecio. Con asco...

"Asco"

La palabra le hace temblar de golpe. Su corazón se apachurra ante el miedo de ser despreciado.

Siente que lo único que puede llamar propio es su identidad, la manera en la que lo miran es lo único que tiene.

No quiere perder el respeto que tanto le ha costado ganarse durante años, incluso si esos hombres que lo observan solo han escuchado su nombre, no piensa mostrarse tan débil y vulnerable frente a ellos

No se mostrará como una perra en celo.

—No quiero que me miren... —Sus manos, lastimadas y ensangrentadas, se aferran fuertemente a la camisa de Andréy al grado de arrugar y casi rasgarla —No dejes que me miren así... No dejes que me miren

Estallo en súplicas una y otra vez mientras trataba de contenerse. Es una sensación tan parecida a la desesperación de estar encerrado en un lugar pequeño y oscuro, ese miedo, ese calor latente recorrer su cuerpo, el sudor, la falta de aire y deseo de libertad yacen en su cuerpo rompiéndolo desde adentro.

—Bájame...

El miedo a su propio cuerpo que parece estarlo traicionado y a su temor por ser juzgado, arrasaron con todo sentido de razón, a tal punto de querer separarse de Andréy con brusquedad y caminar por cuenta propia, importándole poco su estado casi crítico.

Incluso si eso lo lastimaba, tuvo más miedo de que todos los soldados de Fletcher se burlaran y le dijeran insultos que sabe que lo lastimaran, que a agonizar de dolor.

¡No Me Lastimes!Where stories live. Discover now