1. Corazones rotos

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Eros

" -Tú me gustas. Pero no te amo. Tampoco quiero casarme contigo, ni vas a gustarme para siempre. Es eso, simplemente me gustas, como me gusta ver el cielo o comer palomitas. Podrías gustarme por mucho tiempo o sólo gustarme hasta mañana. "

Eso era lo que le decía a todas. 

Y no tenía pensado cambiar. No lo había hecho en 6.000 años y no lo haría ahora. 

Me gusta vivir así, siendo el Dios del sexo y el amor. Pero si bien la debilidad de Zeus era la belleza de una mujer, mi debilidad era una humana. 

Un alma terrenal que revivirá hasta el fin de los tiempos. Nos habíamos encontrado antes, en distintas etapas de sus vidas pasadas, y mi deber era protegerla. 

Así estaba programada nuestro mito, el mito de los Dioses. Una especie de maldición que se creó a la par que nosotros. 

Solo los más sabios sabían que cada Dios estaba enlazado a un alma divina o terrenal, la cual debemos buscar y proteger hasta que su ciclo de vida termine. Cuando eso suceda debemos esperar a que reencarne en un cuerpo nuevo y todo vuelva a empezar. Y cada vez que esto suceda, tu alma enlazada no recordará nada de su vida pasada, ni a ti ni nada de lo que hicisteis. 

Hay Dioses que llevan siglos buscando sus tan aclamados "enlaces" y siguen sin encontrarlos, mientras que otros los encontramos en nuestro primer año.

Y maldigo mi suerte por haberme hecho perderla tantas veces, pero lo agradezco por haberme hecho adorarla tantos años.   

Pero esta vez es distinto. 

¿Por qué? Porque desde su primer minuto de vida sé quién es. 

Llevo veintiocho años siguiéndole la pista a mi enlace. La he visto crecer, llorar hasta que le doliese el pecho y reír hasta quedarse sin aire. La vi dar sus primeros pasos y coger un carboncillo por primera vez. 

Porque si algo la definía a ella en cada una de sus vidas es que el arte fue y es su mayor pasión, y sé que lo será por siempre. 

Pero algo pasó hace dos años, porque la perdí por completo, y creo que este es el último sitio en el que podría estar. 

"Galleria dell'Accademia de Florencia"

Nada más poner un pie dentro un cosquilleo me invade el cuerpo. 

-¿Dónde estás Érika? -me quito las gafas de sol y las cuelgo del cuello de mi camisa roja, subo las mangas y me aparto el pelo de la cara examinando con detalle el lugar. 

Este sitio está lleno de turistas, hay demasiada gente, pero estoy seguro de que podré encontrarla. 

Y creo saber el lugar exacto en el que está ahora mismo. 

Camino seguro, con las manos en los bolsillos y sin mirar atrás. Siento alguna que otra mirada sobre mí, pero ignoro todo y a todos. 

La única excepción son cuadros y estatuas mías, o de mi alter ego "Cupido".  No hay nada que odie más que se me relacione con un crío rubio con alas y pañales que va atravesando el pecho de la gente con flechas de punta de corazón. 

¿Quién en su sano juicio le da un arco y flechas a un niño de dos años? 

Oh, cierto, los romanos, que en paz descansen. 

Lo único que hicieron bien fueron sus obras de arte. Como el David de Miguel Ángel. Una estatua hecha de mármol blanco y con cinco metros de altura. 

Una obra digna de admiración, y eso es lo que hago, apoyarme en una columna alejada de la multitud para cruzarme de brazos y admirar esta magnífica pieza de arte. 

Todo lo contrario a lo que hacen los turistas, que fotografían y hablan sin parar, molestando e incordiándome. 

Creería que soy el único que contempla una pieza de tales magnitudes, pero estoy equivocado, estoy completamente equivocado. Y por una vez en años me gusta estarlo. 

Porque nada más al girarme la veo, alejada de todo, sentada en una esquina con las piernas cruzadas y un cuaderno abierto. 

Casi parece una estatua más, si no fuera porque pestañea y respira pensaría que está paralizada. 

Sigue estando tan bella como la última vez que la vi, pero hay algo distinto. 

Parece mustia, seria. 

Como si se hubiese roto algo dentro de ella. Solo espero no conocer a Érika la del corazón roto. 

Un grupo pasa entre nosotros, ocultándola de mí. En cuanto todos pasan Érika ya no está. 

No veo su cabellera cobriza por ningún lado. 

Solo espero no perderle la pista de nuevo. 

CupidoWhere stories live. Discover now