La fiesta de Lorena:

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—¿Sabes que puedes faltar si quieres, ¿verdad? —Asentí, ante lo que dijo Antonella.

—No es necesario —dije en voz baja —De igual manera ya tengo el permiso de mamá y créanme, quiero salir a divertirme esta noche. Eso lo prometo, no arruinará la fiesta.

Miré hacia atrás de reojo y pude ver como todas se reían entre sí y supe lo que estaban haciendo. Me enojaba eso. Emilia me miró y sonrió antes de hablar.

— Fue la primera vez que hablan, ¡Fue intenso!

—¿Y? hay una primera vez para todo, querida. ¿Sabes? No quiero tener esta conversación con ustedes, porque sé por dónde vienen sus intenciones.

— Ajá —Jenny me sonrió, guiñándome el ojo.

Me monté en mi auto furiosa y riéndome a la vez, puedo ser muy bipolar cuando me lo propongo en realidad. Y conduje hasta casa luego de despedirme de las chicas.

Me traté de desestresar escuchando música, pero todo lo que hacía me hacía recordar que había hablado con él, era la primera vez que compartíamos palabras y como había dicho Emilia, había sido intenso, a su manera, ¿No?

***

Viernes, era viernes y el dichoso día de la fiesta también.

Había elegido un vestido blanco que se ajustaba ligeramente a mi cuerpo, combinado con unos tacones negros. Aunque tenía confianza en mi cuerpo y una autoestima sólida, últimamente no me sentía del todo cómoda con la ropa que elegía. Opté por un maquillaje natural para consentirme un poco.

Cuando bajé, encontré a mi madre en la planta baja. Me miró con una sonrisa sabiendo que su hija era algo fiestera, aunque solo de vez en cuando, cuando una de mis amigas me invitaba. Mi hermano Landom actuaba como el protector de la casa y siempre sobreprotegía cuando sabía que iba a alguna fiesta. Era bastante molesto.

—¡Estas hermosa! — dijo mi madre sonriendo — ¿Segura que no quieres que te lleve?

Mi madre había estado un poco enferma estos días, con vómitos y náuseas. No había estado comiendo bien últimamente, y supuse que era por el estrés de su trabajo como doctora. Y así era.

—Estás muy cansada, mamá. No me digas que no. Puedo pedirle a Landom que me lleve. Mi auto parece tener algún problema —le dije, depositando un beso en su mejilla—. Volveré a la hora de siempre, o me quedaré en casa de una amiga —añadí, y ella asintió, mirándome fijamente—. Y no te preocupes, no beberé demasiado, ni tomaré drogas, ni hablaré con chicos —le recordé, y ella sonrió, abrazándome.

Mi madre y yo teníamos una confianza extraordinaria, pero también era bastante estricta cuando se trataba de salir de fiesta y beber. Por miedo a que ella lo interrogara nunca llevó a casa a un chico. Éramos muy unidas, además de eso.

Subí para avisarle a Landom que me llevara, y lo encontré jugando videojuegos. Él era un año mayor que yo y estudiaba electricidad, algo que había heredado de... papá. Traté de reprimir ese recuerdo y lo logré.

—¡Oye, me estoy retrasando! —le dije mirándolo, y él se giró sorprendido al inspeccionar mi vestido—. No me lo cambiaré, mamá ya lo ha aprobado —afirmé.

—Ponte un abrigo —me dijo mientras apagaba la consola—. Te llevaré yo o, si no, te quedarás con tus amigas. TUS AMIGAS, Dove, ¿entendido? —añadió, y asentí cansada.

—¿Nos vamos ya? —pregunté mientras tomaba un abrigo de él y recibía una mirada asesina mientras bajaba las escaleras de nuevo.

En la fiesta, casi todos estaban bebiendo, besándose, bailando, coqueteando, gritando, cantando... ya saben, esas cosas.

Busqué a mis amigas con la mirada. Lo primero que vi fue a Lorena, pero estaba ocupada. Luego vi a Emilia con Amanda en la barra, ya bastante ebrias, como siempre. Por otro lado, Antonella estaba con Jenny y Sabrina, bailando con sus novios en la pista.

Caminé hacia una de las mesas y me reí al ver lo mareada que estaba Jenny. Muchos dirían que eso no era amistad, que me dejaban sola, pero muchas personas no entienden que a veces, solo a veces, hay que darles un poco de espacio.

De repente, Antonella se sentó a mi lado, cansada de bailar, y me saludó con entusiasmo.

—¡Mi chica favorita ha llegado! —dijo en tono burlón.

—¡Ja-ja! —respondí sarcásticamente, rodando los ojos.

—¡Vamos, a bailar! —exclamó mientras tiraba de mí.

Ni siquiera tuve tiempo de protestar antes de que me arrastrara a la pista y comenzara una nueva canción. Maldita sea, ¡no quería mostrar mis pasos torpes aquí! Miré a Antonella mientras se movía y traté de seguirle el ritmo. ¡Imposible! Parecía una ballena fuera del agua, no un pez. Crucé los brazos y Antonella me vio, sonrió y me obligó a moverme, riendo, hasta que finalmente logré pillarle el truco al ritmo.

La música era reggaeton, típico. Nunca había sido mi género musical favorito. Y no era solo porque no me gustara, sino por el contenido de sus letras, que me incomodaba un poco.

Pero mis risas y carcajadas cesaron cuando lo vi besándose con una chica a menos de diez pies de distancia. No entendía por qué me atraía, por qué me pasaba esto. Nunca lo celaba ni siquiera lo miraba para que me atrajera más, pero no sé qué pasó el primer día que nos vimos. ¡Maldito primer día de clases!

Antonella se giró hacia mí y le sonreí fingidamente. Parecía no preocuparse mucho y creía que estaba bien.

Lo estaba, ¿no?

Autora: ¡Dios les bendiga! Espero que estén bien y si no es así, sonrían que la vida es una y en cada proceso ahí una salida.

Aquí el primer capitulo y espero que les guste.

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Bendiciones, Dios les ama. 

LOS AMOOOO 33

bai 33

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