CAPÍTULO 13

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La visión de Harry

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La visión de Harry

—Hola, Buckbeak —saludó James en cuanto abrió la puerta y visualizó al hipogrifo —. Te he traído algo, mira —agregó, mostrándole al animal el hurón muerto que tenía en sus manos.

Buckbeak, que se encontraba recostado en la vieja cama de la madre de Sirius, produjo un gran chillido, sacándole risas al muchacho.

—Todo tuyo —exclamó, lanzando el hurón hacia Buckbeak, quién lo atrapó en el aire.

Una ráfaga de viento llamó la atención de James y entonces notó que la ventana se encontraba abierta de par en par. Raro.

Caminó hasta la ventana, solo para notar que había una soga que colgaba desde el techo y que terminaba justo antes de llegar al marco superior de la ventana.

—No creo que sean decorativas... ¿qué opinas? —le preguntó a Buckbeak, pero el animal estaba muy concentrado en su comida como para prestarle atención.

Tomó la punta de la soga y comprobó que se encontraba amarrada de forma segura en alguna parte del techo antes de salir por la ventana y comenzar a escalar por la pared.

A simple vista, el techo se encontraba vacío, no fue sino hasta que avanzó un poco que notó a Sirius escondido detrás de la chimenea y recostado sobre su espalda. Uno de sus brazos cubría sus ojos, y respiraba lentamente. ¿Estaba dormido? James se aclaró la garganta con fuerza, y Sirius se incorporó inmediatamente. No... no lo estaba.

—Puta madre, pensé que eras Remus —Sirius se relajó y volvió a recostarse —. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Lo siento. Solo vine a darle un poco de comida a Buckbeak y noté la ventana abierta —se disculpó —. No pude evitar investigar.

—La curiosidad mató al gato —dijo Sirius hoscamente.

—Pero el gato murió sabiendo —respondió James, ignorando el tono que había usado el mayor —. ¿Puedo?

Sirius quitó el brazo de sus ojos nuevamente y observó al pelirrojo por unos segundos antes de asentir. James no tardó en sentarse al lado de Sirius, apoyando su espalda en la chimenea.

—Entonces... ¿vienes aquí seguido? —preguntó James después de unos minutos y Sirius bufó.

—Detesto estar encerrado todos los días de mi vida, detesto no poder ayudar en la Orden, y definitivamente detesto esta estúpida casa y los recuerdos que se amontonan en mi cabeza. Paso todo el tiempo que puedo aquí arriba.

James observó al mayor con asombro, pues jamás lo había escuchado hablar de forma tan despectiva. Notó entonces las ojeras que portaba Sirius y sus ojos levemente irritados.

—Lo siento, no quería...

—No —Sirius se incorporó para sentarse al igual que James —. Está bien. No estoy en mi mejor momento, es todo.

Un regalo del destino [Actualizaciones lentas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora