— Pues que agradezcan y se larguen. — Arrojó Cameron soltando un eructo, hice una mueca de desagrado.

— Puerco...— Murmuré. — ¡Y busquen vasos hay miles!

Detestaba que no usaran los utensilios de la cocina o cualquier cosa dela casa en general. Bufé y di media vuelta para ir a mi habitación, tenía que prepararme para la sesión de fotos.

Busqué entre los cajones un buzo gris tirándolo en mi cama, no iría arreglada cuando me tenían que coordinar allá.

— Oye. — Lila entraba a mi habitación. — ¿Qué tal te fue con la mentira piadosa?

La cabeza de fósforo se tiraba a mi cama, ya no estaba en calzones tenía una camiseta ancha que lograba tapar su cuerpo.

¿Era una mentira piadosa? ¡Era la mentira más grande del mundo!

A menos que...

— ¿Lo de Poché y yo?— Pregunté a mi mejor amiga.

— Ajá. — Contestó.

— Todos aman la mentira piadosa, Caché es real es tendencia en Twitter. — Informé alzando mis hombros.

— Vero es un genio. — Alabó Lila, enchiné mis ojos.

— ¿Y tú qué?— Cuestioné, ella frunció el ceño.

— ¿Yo qué?

— Con Vero. — Insistí.

— Nada, es la verdad. — Lila se paró de mi cama cómo resorte. — Por cierto tengo trabajo hoy, chau.

Lila salía de la habitación cómo una bala, negué con mi cabeza.

— Huye cobarde...— Murmuré.

Solté un suspiro y dirigí mis pasos al baño para darme la ducha que no quería darme.

Me iba a desgastar si me duchaba tanto.

• ────── ♪ ────── •

Había llegado hace poco al estudio dónde se haría el photoshoot, no sabía dónde estaba Verónica ni Garzón, pero ahora tenía a una chica maquillándome mientras otra escogían la ropa.

— Llegaste temprano, que milagro.

La chica dejó de maquillarme y abrí mis ojos, miré a Verónica frente a mí y le saqué el dedo medio, ella rió.

— Adorable. — Mencionó mi manager.

Cerré los ojos otra vez para que la chica volviera a su trabajo.

— ¿Y Poché?— Pregunté con curiosidad.

— Está preparándose. — Respondió Vero.

— Tardaron. — Dije.

La maquillista terminaba con mis ojos y cara, ahora se estaba centrando en ponerme labial.

— Calma los celos. — Le saqué el dedo medio otra vez a Verónica.— Estábamos preparando algo.

Fruncí el ceño, mientras la chica terminaba de ponerme el labial.

— ¿El qué?— Inquirí.

— Ah, mira ahí viene el fotógrafo. — Verónica evadió la respuesta, bufé.

El fotógrafo se acercaba a nosotros con una sonrisa, era gordito con barba, portaba unos lentes rosa de corazones y un gorro de flamenco en la cabeza.

Me agrada.

— Buenos días, bellas damas. — Saludó con una sonrisa, sosteniendo una cámara.

— Crim, ¿cómo estás?— Contestó Verónica alegre.

Así coincidimos || TerminadaWhere stories live. Discover now