11. Presencias y ausencias

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<<Puede que durante todo este tiempo hayamos sido engañados>>

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<<Puede que durante todo este tiempo hayamos sido engañados>>.

Creo que mi cara había mudado de la sorpresa a la incredulidad en menos de dos segundos al entrar en el contenedor. No había nada allí, y a pesar de eso aquel garaje se guardaba bajo siete candados. ¿Qué clase de broma es esta?

—¿Acaso La Musa existe? —Ni siquiera el eco de aquella pequeña estancia volvía a mí, ni siquiera para darme la falsa sensación de estar acompañado.

Después de todo, Máximo había guardado tanto su obra que ni siquiera la escondía donde lo había preparado. ¿Habría estado engañándome a propósito? El GPS no me había engañado, él había venido aquí y se había detenido, entrado y seguro que había guardado algo dentro de estas paredes de metal. Puede que lo vaciara ese mismo día, pero entonces, ¿por qué seguía aquel contenedor bajo siete candados?

—Esto no tiene sentido. —Me pasé la mano por la cabeza, echando hacia atrás el cabello, desesperado al ver que mi búsqueda había sido infructuosa—. ¿Ha estado Máximo engañándome?

No creía tanto en su inteligencia como para atribuirle tal acción. No es que yo fuera el tipo más hábil del universo, pero no lo consideraba posible ni por asomo.

El teléfono sonó lejos, como en lofi una noche estrellada de paseo en coche.

Cuando salí de la bruma de pensamientos en rededor de La Musa, lo descolgué sin mirar a la pantalla y contesté.

—Supongo que ya tienes en tu poder esa musa a la que todos le quieren echar las manos encima.

El silencio se hizo evidente al darme cuenta de que mi cliente había llamado para asegurarse de que tenía a La Musa conmigo. Aquella afirmación estaba, del todo, muy alejada de la realidad.

—Lo lamento, pero no la tengo conmigo —pude comentar. Respiré hondo dándome tiempo a pensar que decir a continuación.

Mis meses de búsqueda e investigación habían dado de bruces con una pared que no podía rodear ni saltar, Máximo no me daba ninguna pista que me ayudara y ahora... ahora La Musa no estaba donde se suponía y mi cliente iba a hacerme la vida imposible si no se la conseguía.

—¿Cuánto dinero te he adelantado ya para este trabajo? —dijo la voz distorsionada al otro lado de la línea—. ¿Acaso crees que soy un aficionado? Estás muy equivocado Lucas Benavides.

La amenaza sonó tan provocadora que no pude por menos que sacar pecho ante aquella manera tan ruin de echar por tierra mi trabajo.

—No la tengo, es verdad, pero estoy cerca de ella. Ni por asomo piense que me he rendido o que he estado timándole. Soy un ladrón serio.

—Solo oigo muchas palabras de disculpa, pero en ninguna de ellas percibo tu resolución por encontrar La Musa para mí.

Me aparté el teléfono del oído unos segundos y me tentó la idea de morderme el puño ante el arrebato de decirle algo que me perjudicara, pero aguanté las ganas y dije:

LA MUSA INEFABLE || ONC 2022Where stories live. Discover now