6. El diablo está en los detalles

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Me senté frente a Máximo y desplegué mi cuaderno en blanco sobre la mesa delante de mí, preparado para iniciar la entrevista

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Me senté frente a Máximo y desplegué mi cuaderno en blanco sobre la mesa delante de mí, preparado para iniciar la entrevista. Había traído conmigo varios bolígrafos para escribir lo más importante que surgiera en el momento, su lenguaje no verbal incluido y ya podía notar el arrepentimiento de Máximo. No estaba nada conforme con responder a mis preguntas y sabía que se haría el duro, pero en algún momento se ablandaría.

Una vez que leí el contrato en el mismo momento en el que lo firmé, sabía que por muy detallista que hubiera sido en sus especificaciones, mi entrevistado no sabría que escondía una grabadora a pesar de estar prohibida en una cláusula. No me molestaría en cumplir las reglas porque yo no jugaba con ellas, yo me las saltaba.

—Cuando esté listo —dije viendo como se retorcía sin encontrar una postura cómoda para estar sentado.

—Lo estoy.

Mentía.

—Primero trazaremos una línea cronológica que nos lleve superficialmente por los grandes eventos a modo de comprender de manera general los hechos ocurridos y luego iremos detallando sucesivamente.

—¿Desde cuándo empezaremos? —preguntó Máximo, visiblemente nervioso.

—Desde su nacimiento. —Lo vi levantar las cejas de manera asombrada y cambié mis palabras— Mi interés no es saber sobre su infancia, tanto como conocer sus influencias y el porqué se decantó por el mundo artístico.

Verlo relajarse me hizo pensar si no sería más productivo indagar en los primeros años de su infancia para sonsacarle información vital, puede que hubiese datos interesantes de conocer.

No, mejor seguía con lo previsto y más adelante me encargaría de rellenar los huecos.

—Según la cronología que he trazado, usted nació y se crio en un pueblo a valenciano llamado Losa del Obispo. Según el censo del dos mil dieciocho consta de quinientos doce nativos.

—En el mil novecientos sesenta y ocho había más habitantes, como unos mil.

—¿Ha buscado usted esa información?

—La sé, me crie allí.

Apunté en el cuaderno la cifra que me dijo, solo por aparentar que me interesaba. La realidad era que no. Aquellas preguntas estaban diseñadas para crear la falsa apariencia de que el entrevistado mantenía el mando de la entrevista cuando no era así.

—¿Puede hablarme de sus comienzos allí?

—Mi niñez fue como la de cualquier niño —comenzó, ahora algo más seguro—. Mi familia y yo vivíamos en una casita en el centro del pueblo, cerca de la Iglesia. Pensará que sería imposible vivir a su lado y no atormentarse por el sonido de la campana, pero se equivoca. Durante la guerra civil, en donde se utilizó la campana para hacer armamento, el pueblo no ha vuelto a tener una campana en condiciones —se rascó el casco con una mano mientras recordaba—. Así que las horas del día se conocían por un reloj de sol situado en la pared del campanario, que a falta de una campana, solucionaba bastante bien su falta. Mis padres solían pedirme cada dos por tres que me asomara a la plaza para ver qué hora era, se aprovechaban de que era el hijo menor y de que nunca paraba.

LA MUSA INEFABLE || ONC 2022Where stories live. Discover now