IV

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Un gran escandalo hizo despertar a la misma vez a aquellos gemelos, por primera vez en toda su pequeña y corta vida escucharon los gritos de padres amorosos cuales discutían sin cesar al grado de poder llegar a los oídos de los menores.

_Irnos, Haru ¿Estas loco? ¿Acaso no piensas en nuestra vida acá?

_ENTIENDELO, moriremos aquí... 

_¿Donde iremos? No tenemos a nadie mas.

_No lo se, pero quedarse no es una opción, escuche los rumores de la gente sobre los jóvenes que no hablan y viven en el bosque.

_¿Zora y Amira?

Aquel hombre asintió al poder notar la respuesta de la que era su mujer, cual rostro estaba pálido de no poder aceptar la realidad, sin embargo aun en aquel bello y asustadizo rostro se observaba la fortaleza de un mujer y madre para evitar dejar escapar una sola lagrima.

Por otro lado los jóvenes estaban recostados en la espalda de el otro, en silencio con la cabeza baja, escuchando las palabras de su padre y lo sollozos que la madre no pudo lograr contener ante la horrible idea de morir, tanto sus hijos como ellos, después de todo, el pueblo aun no sabia que esos jóvenes eran poseedores de los ojos de sangre o rubís, como los llamaba su padre, sin embargo lo que el pueblo sabia era sobre el misterio que guardaban los pequeños, cual voz jamás han oído.

Quien era el sacerdote de ese lugar los observaba con recelo, al poder notar el poder maldito que rodeaba a los jóvenes, abriendo el rumor sobre su rareza y de lo que posiblemente podían ocultar , lleno de egocentricidad al percatarse que aquellos residentes de aquel lugar podía poseer grandes cantidades de poder dentro de ellos, aun mas siendo gemelos.

...

Al amanecer después de aquella larga noche donde por primera vez aquella pareja discutió de esa manera en aquella madrugada helada, mientras los vientos del norte se acercaban dejando observar la entrada de un invierno, los jóvenes quienes vestían de kimonos blancos combinados con una cinta negra que rodeaban sus vientres, acercándose a la entrada corrediza de su hogar, ambos tomados de la mano, abrieron aquella puerta pudiendo sentir el frio de la nieve.

Los hermanos soltaron sus manos avanzando con los pies descalzos y observaron el cielo, como si de pedazos de estrella pequeños cayeran, cuales sostenían entre sus manos, ambos se miraban de forma hermosa, aun siendo que se habían despertado hace poco, sus cabellos de color plata relucían en el vientos, poseían el cabello largo, a excepción de que Zora lo tenia amarrado a una coleta, el viento hacia una danza con sus largos cabellos de plata que caían como un rio por sus espaldas y estos pudieron sonreír para si mismos.

Ambos no se percataron de aquella suave y cansada mirada que observaba a sus hijos jugar en la nieve, su madre quien los observaba como la mas grande belleza del mundo, aquella que con tristeza pudo sonreír al poder volver a ver a sus retoños sonreír solo por jugar en la nieve descalzos, sintiendo su corazón partirse en mil pedazos ante la inocencia de sus hijos y frente a la brutalidad del mundo.

Los hermanos pudieron notar aquel peculiar olor entre el viento, una fragancia a frescura, como el de la manzanilla, ambos jóvenes voltearon a ver a su madre, cual le dedicaron una sonrisa alegre pues la felicidad de la entrada del invierno les invadía, haciéndoles olvidar las dificultades de la noche anterior, su madre quien extendió sus pequeñas manos hacia los menores, cuales al ver esta acción corrieron a los brazos de su madre, sintiendo el refugio de estas pequeñas y cálidas manos.

Ambos jóvenes sintiendo la calidez de su madre se acurrucaron en sus brazos, aun siendo unos jóvenes de casi quince años, aun podían actuar como niños frente a la mujer que con tanto amor los dio al luz y cuido bajo su ceno, ambos pudieron notar el temblor de su madre al sentir sus cuerpos fríos, al poder observar su rostro, unas mejillas rojizas, cuales les dedicaba una sonrisa, bajo unos ojos cansados, que tenían unas tristes marcas oscuras bajo ellos, productos de tanto llorar.

Solo pudieron aferrarse a ella deseando lo mejor, ambos no deseaban llorar, menos enfrente de la mujer, quizás la única mujer que se llegaría a preocupar por ellos durante toda su vida, sin embargo, observarla y saber que esas mejillas rojas y ojos cansados se produjeron por ellos, hacia que las almas de los menores se rompiera, saber que fueron crueles al ocultar su verdadero aspecto a las únicas personas que se preocuparan por ellos, era egoísta y les dolía saberlo viendo a su mas amada llorar.

Después de todo, el amor de una madre, seria lo mas sincero de todos, que ellos podrían guardar en sus corazones y juraron no volver a ser egoístas con su familia ni consigo mismos, aun cuando no sabían que hacer, ante esa situación que atentaba su vida, después de todo, solo eran unos pequeños críos entrando a madurez.

La Melodía Del AlmaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang