Cuando llegamos a los pies de la tarima nos callamos y miramos al alcalde el cual no deja de intercalar su mirada entre su nieta y nosotros. Noto además que Anastasia se ha puesto al otro lado de mi Sultana, como si fuera una madre protegiendo a su hija.

—Yo oficiaré su boda —dice con molestia—, hasta que me traigan los papeles para la ceremonia, pueden pedir unos anillos a cualquiera y algún velo para taparla para hacerla parecer lo más decente para las fotos que se tomarán como prueba de su unión.

Sin más que decir vuelve a sentarse a lado de su nieta la cual no deja de mirarme con esperanza en sus ojos. Tal vez piensa que voy a arrepentirme, pero no lo haré.

De pronto una cosa viene a mi mente y alzo mi mano llamando a uno de los hombres que contraté. Este se acerca de inmediato y para que mi Sultana no entienda, le pido en turco que me traiga la caja que dejé en el asiento de mi auto.

Mi Sultana me pregunta que le dije, pero traté de cambiar el tema. El hombre no tarda mucho en regresar con la caja y cuando la abro y saco lo que tiene dentro, ambas mujeres que estan frente a mí, sueltan un gran suspiro de asombro.

—No sabía con certeza si la ibas a llegar a usar, pero de todos modos la traje y veo que no lo hice en vano —le sonrío y me devuelve la sonrisa—. Ahora solo estamos a un paso de convertirnos en marido y mujer, solo nos falta un velo, solo eso mi Sultana.

—Yo podría darte mi velo Eli —interviene Anastasia— y para completar la costumbre de "algo nuevo, algo viejo y algo prestado", te prestaré algo que aprecio mucho y que les servirá de seguro.

Veo que se quita el velo y lo acomoda en la cabeza de mi hermosa Sultana. Cuando termina, noto que desabrocha algo de su cuello y antes de preguntar que es, ella abre la mano dejando a simple vista dos anillos que recuerdo muy bien.

—No puedo aceptarlos, esos anillos usted me dijo que le pertenecían a usted y a su exesposo, no puedo hacerlo, aunque solo nos lo vaya a prestar.

—Ahora les servirá para la boda, no te preocupes mi niña, tú más que nadie puede tener el mío y... —me mira triste—, y Ahmed puede tener el de mi exesposo

No emito ningún comentario, solo asiento. Coloco la corona sobre el velo que lleva puesto mi Sultana y cuando me aparto no puedo apartar mi mirada de ella. Es tan hermosa e incluso si no llevara esa corona, se vería como una auténtica sultana a la cual veneraré de ahora en adelante.

Minutos después el alcalde vuelve a hablar dando comienzo a la boda. No presto mucha atención a lo que dice y solo me centro en mi Elizabeth, mi hermosa Sultana que tampoco deja de mirarme y me gusta que lo haga.

Cuando escucho la frase típica de las películas es cuando reacciono al fin, pero no dejo de verla, odiaría perderme cada expresión y su rostro de ahora en adelante.

—Ahmed Ülker, aceptas a Elizabeth Aydin como tu esposa para...

—Acepto.

Noto como mi Sultana sonríe aún más por lo desesperado que sueno y eso solo hace que me quede más prendido en su sonrisa. Por el rabillo del ojo veo como Elif se levanta molesta y sale corriendo del lugar mientras su abuelo trata de llamarla, pero ella no le hace caso.

—Elizabeth Aydin, aceptas a Ahmed Ülker como...

—Si, acepto señor. —Escucho una pequeña risa proveniente de Anastasia que se encuentra tras de ella.

Quisiera tomarla este momento y llevármela para siempre, donde nadie jamás le vuelva a hacer daño, pero soy paciente, siempre lo he sido y ahora no será la excepción.

—Si hay alguien que se oponga, que...

«¿No podía omitir esa parte?»

—¡Claro que me opongo! —grita Emir a unos metros de nosotros.

Se Paciente Conmigo |TERMINADA|Where stories live. Discover now