El gemelo menor de Geminis

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Los personajes no me pertenecen.

Mientras el gemelo mayor, Saga, se aseguraba de dejarle bien claro a la joven y pequeña amazona de Pólux el amor que sentía por ella, en el templo de Géminis el gemelo menor se encontraba terriblemente nervioso, con toda la sangre de sus venas subiendo y bajando de su rostro como si se tratara de un simple juego. Ya sabía qué tenía qué hacer, se repasó a sí mismo el mismo juego muchísimas veces, todo estaba perfectamente bien planeado para saber qué hacer ante cualquier situación que se le plantase al frente. Ahora solo hacía falta poner en práctica ese grandioso plan. Y, cosa curiosa, a pesar de que se sabía de memoria paso a paso cada fase, estaba tan nervioso que sus manos estaban heladas y entumidas, y tratando de entrar en calor no había parado de caminar en círculos en el balcón pequeño que miraba las ruinas  del santuario y las pequeñas luces de Rodorio.

-¿Tenía que hacerle caso a Saga? ¿De verdad?- Se quejó mentalmente, pensando en arrepentirse ahora que todavía no hacía nada irreversible. De pronto un ruido bajo fue captado por su fino oído desde el interior. Inevitablemente entró en pánico, por lo que buscando una pose en la que ser encontrado, corrió en círculos un par de veces antes de tropezar con sus propios pies y por poco caer por la bardilla. Al final prefirió ya no moverse.

En tanto, la joven Aprendiz de amazona de Cástor entraba en la zona privada de Géminis, donde vivía con los gemelos y su hermana menor. Se encontró completamente sola en la estancia oscura, con apenas la lejana luz del atardecer para iluminar sus pasos conforme se aproximaba al lugar donde un par de antorchas iluminaban una silueta conocida fuera del ala. Con pasos felinos se aproximó lentamente, la suela de sus zapatos de entrenamiento apenas resonando contra el mármol del pulido y blanco suelo hasta que se encontró de frente con la cortinilla traslúcida que ondeaba con una suave brisa y que acarició sus brazos descubiertos al pasar. Frente a ella, la silueta fornida de Kanon recargado en la bardilla de piedra sólida con aspecto pensativo observaba el cálido ocaso.

Con suavidad se acercó, observando las formas angulosas de su rostro, el verde intenso de sus ojos, la oscuridad de su cabello recibiendo la luz del sol, su expresión tranquila y a la vez calculadora... Los músculos fuertes de su cuello, sus hombros anchos y su espalda recia... La amazona volvió a sentir la emoción acumulándose en su estómago, y tuvo que inhalar hondo para calmarse para acercarse con confianza y rodear esos hombros con su brazo.

-Por poderoso que seas, no creo que reconstruyas  el santuario sólo con mirarlo fijamente.- Bromeó para introducirse, sintiendo un pequeño respingo de su parte cuando lo abrazó amistosamente.

-Muy graciosa, niña.- Fingió quejarse. Su contacto lo ponía nervioso y sus ideas comenzaban a escaparse de él. -Por si no lo sabes, podría ser posible.- Intentó bromear, y aunque su comentario  no le causó gracia a él mismo, la Amazona soltó una risilla, soltándolo para recargarse como él.

-¿Qué haces aquí?-Preguntó a continuación, inocente de la sensación de abandono que dejó en el otro cuando soltó su abrazo.- Si te da gripe yo te prepararé la sopa para sentirte mejor, ¿Es tan desesperado tu deseo de morir?- Bromeó, mirándolo de reojo a través de la plateada mascara que permanecía puesta en su lugar. El nerviosismo del muchacho pareció amainar un poco.

-En realidad preferiría morir en combate, si me preguntas.- Contestó, sintiendo que el nudo en su garganta comenzaba a deshacerse.

-De hecho, te pregunté qué hacías aquí...

-Oh... Necesito que me des tu opinión sobre algo.- Dijo volviendo la mirada al horizonte donde el sol no era más que una delgada línea carmesí fundiéndose con la tierra oscura. La Aprendiz de amazona giró el rostro enmascarado ligeramente, de modo que supiera que lo estaba escuchando, pero con este gesto solo consiguió que él se distrajera pensando en lo bella que lucía bajo la luz agonizante del ocaso.- Esto...- Buscó volver a encontrar las palabras que había memorizado.- Voy a plantearte una situación, y tú debes decirme si la correspondes o la rechazas ¿entendido?- Dijo tratando de forzarse a sonar natural, aunque definitivamente su manera de expresarse era bastante extraña.

La orden de Diamante. Los Caballeros Dorados y tu.Where stories live. Discover now