II. Desgraciado uno y desgraciado dos

1.7K 202 93
                                    

II

Desgraciado uno y desgraciado dos

El desgraciado que me tiene atrapada no relaja ni una milésima la fuerza con la que está estrujando mi cuello. Abro la boca, dispuesta chillarle al desconocido que llame a la policía. Que lo haga ya. Pero solo soy capaz de emitir un jadeo.

—Ey —comienza a hablar mi captor, dirigiéndose a él—, si quieres seguir vivo mañana sigue tu camino. Esto no es asunto tuyo.

Mi corazón da un brinco de esperanza al oírle. ¿Eso es miedo? ¿Puede serlo? Ojalá lo sea, ojalá este par de indeseables se sientan lo suficientemente amenazados con la posibilidad de terminar en la cárcel esta misma noche y decidan largarse, dejarnos en paz de una vez.

Quiero destrozarlos con mis manos, hacerlos añicos, pero también quiero volver a respirar, quiero que deje de apretar mi traquea, quiero que Ally esté a salvo... quiero ir a casa.

—Les estáis haciendo daño —oigo que anuncia el extraño, que sigue a unos metros de nosotros.

Estoy demasiado exhausta para procesar correctamente ese inicio de conversación. Solo me pregunto "¿qué? ¿Ya está llamando a la policía? ¿Qué pretende hacer?".

—¿Sí, y? —Recibe como respuesta del desgraciado número uno, quien imagino que aún sigue sometiendo brutamente a Ally.

No alcanzo a ver bien en su dirección y no gozo de la libertad completa para mover el cuello y mirarle, así que no sé a ciencia cierta qué está haciendo ahora.

—Será mejor que paréis —le oigo decir, como si fuera un consejo.

Cierro los ojos con fuerza. Noto como la mano que rodea mi cuello ejerce más presión sobre él, pero después de unos segundos relaja bastante el agarre. Es en ese momento cuando inspiro la bocanada de aire más profunda que he dado en mucho tiempo, lo hago con tal ímpetu que hasta me duele. De fondo oigo unas risas burlonas.

—¿Que paremos dices? —Espeta el asqueroso sujeto que aún me retiene.

Libera mi cuello, esta vez del todo, reposa mi peso sobre el suelo unos segundos y vuelve a alzarme para seguir reteniéndome entre ambos brazos, quitándome la posibilidad de coger impulso para removerme, patalear y resistirme. Aunque realmente, por mucho que quiera, aún no he recuperado las fuerzas suficientes para poder emprender de nuevo mi intención de zafarme de él. Ser estrangulada de esa manera te deja exhausta. No sabía eso, y habría preferido no haberlo sabido nunca.

—¿Y si no queremos parar, quién nos va a obligar a hacerlo? —Le sigue preguntando, con sorna—. ¿Tú? ¿Tú vas a hacer que paremos, eh, pedazo de mierda?

De fondo escucho la voz de Ally entre sollozos pidiéndole que llame a la policía de inmediato. Yo me quedo observándole, ya que por primera vez puedo divisarle mejor.

Es alto, aunque creo que esos dos desgraciados lo son más. Está vestido completamente de negro y esa mueca que mantiene en el rostro infunde seguridad, al mismo tiempo que me invita a tener cierto recelo. Imagino que esto segundo se debe a que lo más esperado en una situación como esta sería avistar algo de miedo, vacilación, pero no hay ni rastro de eso.

Hasta ese momento no me estaba mirando a mí, sino al miserable que me retiene, pero sus ojos de pronto pasan a estar fijos en dirección a los míos.

Me pregunto una vez más si no tiene miedo. Me pregunto si está loco. ¿Por qué no ha llamado aún a la policía? ¿Qué cree que va a suceder si no lo hace?

Aparta sus ojos de mí y mira en dirección de Ally.

—Suéltala.

Todos hemos oído su orden. Giro mi cuello buscando encontrar a Ally, preocupada por lo que le pueda hacer ese hombre. Este no había cambiado casi nada su posición de sometimiento, pero en ese momento parece plantearse apartarse de ella, solo que se echa a reír primero.

Nunca te fíes de un MillerWhere stories live. Discover now